El imperio de Carlos I (1516-1556)
Carlos I recibió una herencia inmensa, fruto de la política matrimonial de los Reyes Católicos:
- De Maximiliano de Austria, su abuelo paterno, los territorios de los Habsburgo: Austria, Bohemia, Hungría y la posibilidad de ser elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
- De María de Borgoña, abuela paterna: Países Bajos, Luxemburgo, Franco Condado.
- De Fernando el Católico, su abuelo materno: la Corona de Aragón y sus territorios mediterráneos: Cerdeña, Nápoles y Sicilia.
- De Isabel la Católica, su abuela materna, la Corona de Castilla, que incluía Navarra, los territorios vascos, las plazas norteafricanas, Canarias y los territorios americanos.
Los problemas internos: Comunidades y Germanías
Carlos I había nacido en Gante y a su llegada a España desconocía las lenguas y las costumbres hispanas y venía rodeado de consejeros extranjeros entre los que repartió los principales cargos del reino y entre los que destacaba el cardenal Adriano de Utrecht. Desde su llegada, su principal interés era recaudar fondos para conseguir la corona imperial de Alemania.
La revuelta de las Comunidades (1520-22)
Al conocer su elección como emperador, Carlos I convocó Cortes con el fin de obtener los fondos que necesitaba para el viaje y para devolver a los prestamistas el dinero que habían adelantado para su elección imperial. Una vez conseguido, Carlos I partió para Alemania en 1520 y dejó como gobernador de Castilla a Adriano de Utrecht, iniciándose la revuelta de las Comunidades, protagonizada por varias ciudades castellanas que se opusieron a las autoridades extranjeras y a la alta nobleza que apoyaba al rey por temor a una revuelta popular.
Los partidarios de la revuelta, integrados por la burguesía, la pequeña nobleza y el clero de ciudades como Ávila, Toledo, Toro, Segovia, Burgos…, recibieron el nombre de “comuneros” y protagonizaron una rebelión que tuvo carácter político ya que pretendían imponer varias condiciones al rey: prescindir de consejeros extranjeros, reducir los impuestos, disminuir el poder del rey y de la nobleza, aprender el castellano, residir en Castilla, etc.
La revuelta de las Germanías (1519-23)
Constituyó una sublevación más social que política. Se inició en 1519 en Valencia: los artesanos urbanos intentaron tomar el poder municipal, controlado por la nobleza y la burguesía adinerada. El movimiento se extendió por otras ciudades del reino de Valencia y pasó a Mallorca. Al igual que en las Comunidades, la unión del ejército real y la nobleza acabó con la sublevación en Valencia en 1521. El principal líder, Vicente Peris, fue ejecutado.
Bloque 3. La formación de la monarquía hispánica y su expansión mundial (1474-1700)
Los problemas europeos
Carlos V intentó configurar un imperio universal cristiano (“universitas christiana”), con la “cristiandad” unida y dirigida por el Papa y el Emperador, pero tuvo que enfrentarse a tres enemigos que se oponían a su proyecto: Francia, el imperio otomano y los príncipes alemanes.
Francisco I de Francia
Rival de Carlos por el título imperial le disputaba Milán. La guerra contra Francia terminó con la victoria de Carlos I en Pavía (1521) y el control de Milán.
Los turcos
Representaban un peligro para Austria y el Mediterráneo. Habían ocupado Hungría y amenazaban Viena. Carlos V logró que levantaran el sitio de Viena y aunque conquistó Túnez, los piratas turcos dominarán el Mediterráneo hasta la batalla de Lepanto.
Los protestantes
Carlos V sufrió un gran fracaso. El Imperio alemán estaba dividido en más de 300 estados gobernados por príncipes a los que Carlos V trató de imponer su autoridad. La reforma luterana (1517) se extendió por el norte de Alemania con el apoyo de algunos príncipes alemanes que veían en el desmantelamiento de la Iglesia católica un medio para enriquecerse con el reparto de sus tierras y para oponerse al emperador.
La política conciliadora de Carlos V
Llevó a cabo una política conciliadora (reunión de Dietas) y pidió al Papa la reunión de un Concilio, pero mientras tanto los protestantes se organizaban en la Liga de Smalkalda y no acudieron al Concilio que se reunió en Trento (1545-63) donde la Iglesia Católica impulsó la Contrarreforma. En 1547 Carlos V derrotó a los príncipes protestantes en la Batalla de Mühlberg, pero no logró la reconciliación religiosa. En 1555 firmó la Paz de Augsburgo por la que se concedía libertad religiosa a los príncipes alemanes, mientras que los súbditos tendrían que seguir la religión de sus príncipes, según el principio cuius regio, eius religio.
El imperio de Felipe II (1556-1598)
En 1556 Carlos V abdicó y se retiró al Monasterio de Yuste. Su hijo Felipe heredó sus dominios en la península Ibérica, los Países Bajos e Italia (a su hermano Fernando le cedió el Imperio y Austria). Estableció la capital en Madrid (1561).
Problemas internos: las revueltas de Granada y Aragón
Su política interior se apoyó en el poder absoluto de la monarquía y la defensa del catolicismo, provocando rebeliones como la de los moriscos de Granada y la de Aragón.
La rebelión de los moriscos de las Alpujarras de Granada
La presión intolerante hacia los moriscos de Granada, obligándoles a abandonar su lengua, vestidos, costumbres) dio lugar a la rebelión de las Alpujarras (1568-1570) fuertemente reprimida. Se les obligó dispersarse.
La rebelión de Aragón (1590-92)
Felipe II se propuso nombrar virrey de Aragón a un castellano con la oposición del Justicia Mayor de Aragón, máxima autoridad judicial y defensor de los fueros aragoneses. En ese contexto, el aragonés Antonio Pérez (secretario de Felipe II), estaba preso acusado de asesinato y de traición al rey, huyó a Aragón y se acogió a sus fueros. Pero el rey acusó a Antonio Pérez de herejía y fue apresado por el Tribunal de la Inquisición. Se produjo un motín en Zaragoza que liberó a Antonio Pérez de la cárcel al ser considerado por sus partidarios como símbolo de los fueros aragoneses frente al autoritarismo real. El ejército real redujo a los partidarios de Antonio Pérez, que huyó a Francia y se produjo la ejecución de los cabecillas de la revuelta, incluido el Justicia Mayor. No obstante Felipe II adoptó decisiones que fortalecieron el poder real pero en lo esencial se mantuvieron los fueros de Aragón.
Problemas exteriores
La política exterior de Felipe II tuvo como objetivos la defensa en Europa de los territorios de la Monarquía hispánica y del catolicismo frente a la Europa protestante:
La guerra contra Francia
Felipe II consiguió frente al rey francés Enrique II la victoria de San Quintín y la firma de la Paz de Cateau-Cambrésis (1559), tras la cual Francia entró en un periodo de guerras civiles de religión entre católicos y protestantes.
El conflicto con el imperio otomano
Para hacer frente a los turcos y los piratas berberiscos se formó la Liga Santa integrada por Felipe II, el Papa y la República de Venecia. Se encargó el mando de la escuadra a D. Juan de Austria, consiguiendo una gran victoria en Lepanto en 1571. El Mediterráneo se dividió en dos áreas de influencia: el oriental control turco y el occidental bajo dominio cristiano.
La rebelión de los Países Bajos
Tuvo motivaciones políticas, fiscales y, sobre todo, religiosas. El calvinismo se había ido propagando por los Países Bajos. Felipe II trató de imponer los dogmas de Trento e introducir la Inquisición produciéndose el saqueo de iglesias y monasterios. Como respuesta, el duque de Alba, al frente de los tercios derrotó a los rebeldes e impuso un régimen de terror, condenándose a muerte a más de mil personas. La revuelta volvió a estallar a partir de 1572 bajo la dirección de Guillermo de Orange y con apoyo de protestantes alemanes y franceses. Las siete provincias del norte proclamaron la independencia (Provincias Unidas o Unión de Utrecht) aunque no fue reconocida hasta mucho tiempo después. Las provincias del sur, de mayoría católica (Unión de Arras) permanecieron unidas.
El conflicto con Inglaterra
Comenzó con la llegada al trono inglés de Isabel I, que apoyó la revuelta de los Países Bajos y fomentó la piratería contra España en el Atlántico. En Lisboa se preparó una poderosa escuadra al mando de D. Álvaro de Bazán, la Armada Invencible, que debía recoger los tercios de Flandes para invadir Inglaterra, pero D. Álvaro de Bazán murió prematuramente y los temporales dispersaron a los buques españoles que fueron atacados por barcos ingleses más ligeros, terminando este proyecto con un gran fracaso en 1588. La monarquía hispánica, en su pretensión de mantener la hegemonía en Europa, se estaba debilitando rápidamente.