La primera etapa de las luchas obreras en España desde principio del siglo XIX hasta finales de 1868 se caracterizó por:
- La existencia de asociaciones obreras aunque su organización fuera deficiente.
- La persistencia del antimaquinismo.
- La creciente conflictividad laboral vinculada al desarrollo industrial, cuya expresión fueron las huelgas.
- La apertura de los primeros periódicos obreros.
- La represión gubernamental contra la acción organizada de los obreros.
Durante la regencia de María Cristina y vigente durante casi todo el reinado de Isabel II se reconocía el derecho de los obreros industriales a crear “sociedades de auxilio mutuo” que proporcionaban a sus miembros ayudas en caso de enfermedad, accidentes, paro, viudedad…
Sus fondos eran aportados por sus afiliados. Surgen así las primeras asociaciones obreras aún sin planteamientos políticos que centraron sus reivindicaciones en impedir el descenso de los salarios dando lugar a algunas huelgas generales entre 1854 y 1855 en Cataluña. A partir de 1868 el movimiento asociativo obrero español se centró en los internacionalistas de la AIT. La I Internacional tenía como propósitos iniciales la protección de los obreros reclamando aumentos salariales y mejoras en las condiciones laborales.
La ruptura en el seno de la Internacional entre bakuninistas o anarquistas y socialistas tuvo repercusiones en España que sobre todo en Cataluña y Andalucía se inclinaron por la tendencia anarquista, mientras que la socialista se extiende por Madrid, Bilbao, Santander, Asturias y algo en Cataluña.
La estructura socioeconómica de España era fundamentalmente agraria. La Internacional unió en la lucha social a braceros del campo y a obreros de la industria a pesar de las grandes diferencias que existían entre ellos, lo que supone un hecho importante en la historia de que el movimiento obrero español no sea estrictamente urbano.
En 1874 tras el golpe de Estado de Pavía el gobierno declaró ilegales a las asociaciones ligadas a la AIT.
Los anarquistas se dividieron a su vez en dos tendencias:
- La de quienes proponían replegarse y esperar tiempos mejores.
- La de quienes proponían el terrorismo (La Mano Negra).
Con el gobierno liberal de Sagasta en 1881 se autorizan nuevamente las organizaciones internacionalistas produciéndose un rápido crecimiento del movimiento sindical lo que inquietó a la burguesía conservadora y a los empresarios que veían en peligro el orden y sus negocios.
Dentro del obrerismo español se mantuvo el predominio de la corriente anarquista que se atomizó en múltiples tendencias entre las cuales destacó la Federación de Trabajadores de la Región Española, creada en 1881. Por su parte en 1879 un grupo de trabajadores de imprenta madrileño (Pablo Iglesias y Jaime Vera) fundan lo que más tarde se llamaría Partido Socialista Obrero Español, y en 1888 la Unión General de Trabajadores (UGT).
A) Principales rasgos ideológicos de los anarquistas:
- Rechazo de cualquier autoridad impuesta, defensa utópica de la autonomía individual y abolición del Estado con todas sus instituciones.
- Supresión de la propiedad privada y defensa del colectivismo.
- Defensa de la revolución violenta y del recurso a las huelgas generales, insurrecciones, sabotajes, actos terroristas como medio para destruir el estado burgués capitalista y liberal a la humanidad de la explotación.
- Apoliticismo.
- Anticlericalismo.
B) Principales características ideales socialistas:
- Exigencia de la emancipación total de los trabajadores.
- Transformación de la propiedad individual en propiedad social o de la sociedad entera.
- Posesión del poder político por la clase proletaria.
- Rechazo del terrorismo.
- Oposición a la expansión colonial y a las guerras.
- Su objetivo es la revolución, la toma del poder por el proletariado. Son partidarios de una táctica más prudente y negociadora con los trabajadores.
Es importante señalar la aparición de un asociacionismo obrero de signo obrero por parte del padre Vicent (se les dominó sindicato amarillo) que se caracterizan por no participar en las huelgas, por carecer de reivindicaciones políticas y por tener como principal objetivo el recuperar a las masas trabajadoras para su iglesia.
En la primera década del siglo XX el PSOE fue abandonado paulatinamente su aislamiento político y se mostró partidario de colaborar con otras fuerzas de izquierda sin renunciar a sus principios revolucionarios. Establecieron coaliciones electorales con los republicanos, aumentando su influencia en la vida política española y produciéndose un trasvase de votos del republicanismo hacia el socialismo.
El impulso del anarquismo fue muy importante en Cataluña donde en 1907 se crea Solidaridad Obrera, de inspiración anarquista, y a partir de esta en 1910 la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT). Este nuevo sindicato se consolida como hegemónico en Cataluña, pero también tiene una fuerte implantación en Andalucía y Valencia.
La CNT se definía como revolucionaria y se basaba en 3 presupuestos:
- La independencia del proletariado respecto a la burguesía y a sus instituciones (el Estado).
- La necesidad de una unidad sindical de los trabajadores.
- La voluntad de derribar al capitalismo, procediendo a la expropiación de los capitalistas y acabando con las formas de explotación y opresión.
La acción revolucionaria se llevaría a cabo mediante huelgas y boicots hasta proceder a la huelga general revolucionaria. Sus líderes fueron Seguí, Pestaña y Peiró. La evolución sindical sufrió notables altibajos; a un período expansivo le seguía otro de represión y clandestinidad.
El nuevo siglo comenzó con un intenso ciclo de agitaciones obreras encabezados por Cataluña. También con el nuevo siglo se comenzó a desarrollar la legislación laboral, así en 1904 se logró el descanso dominical, en 1906 se reguló la inspección de trabajo, en 1908 se crearon los tribunales para dirimir los conflictos laborales, en 1909 se creó el Instituto Nacional de Previsión, que inició la gestión de las primeras pensiones de bebés, en 1919 se estableció la jornada laboral de 8 horas.
Frente a la indiferencia de las autoridades por la educación y la cultura de los trabajadores, destaca la preocupación y el interés por estos asuntos de las organizaciones obreras. Así se impulsó la creación de los Ateneos Obreros; en los medios anarquistas la escuela moderna y el PSOE también impulsó una renovación escolar (niñas podían ir a la escuela) y la creación de las casas del pueblo.