La Sociedad de Masas: Los Felices Años 20 y el American Way of Life
Con la irrupción de la radio en los hogares y la creciente difusión de periódicos y revistas, el acceso a la información actualizada se convirtió en una realidad para la mayor parte de la población. La población urbana quería estar al tanto de lo que ocurría día a día. En este momento se acuñó el término mass media, es decir, medios de comunicación masiva. Estos nuevos canales mediáticos favorecieron el interés por la política y su participación en ellas. Se inventaron la propaganda y el marketing para estimular el consumo y se abrieron nuevas opciones para alimentar la manipulación. Un ejemplo de ello es el uso que hicieron numerosos políticos de los nuevos medios de comunicación para llegar y perpetuarse en el poder en forma de dictaduras.
El American Way of Life
En esta década surgió lo que se llamó el American way of life (el estilo de vida americano), enfocado a mostrar el éxito económico y social de la sociedad estadounidense. Este estilo de vida se expresaba en el auge de una clase media, capaz de disfrutar de una buena vivienda, un coche propio y otros lujos. Los electrodomésticos para el hogar, que estaba totalmente abastecido de energía eléctrica, hacían furor en el mercado. Era el sueño de una prosperidad indefinida que se proponía para cualquier persona que lo quisiera y trabajase para ello.
El ascenso social era factible, aunque dejaba al margen a una buena parte de la población. El exponente claro de ello fue el crecimiento sostenido de la renta nacional de los Estados Unidos. EE.UU. era el país de las oportunidades, de los hombres que se hacen a sí mismos (self-made-man). Gracias a la publicidad y los mass media, se convirtió en el modelo a imitar para muchos otros países, sobre todo los europeos. En esta época el jazz tuvo su auge y empezaron a producirse los primeros musicales de Broadway de carácter festivo y sin argumentos dramáticos.
La producción en masa de bienes de consumo formaba parte de este engranaje. Aparecieron nuevas fórmulas de compraventa, como la venta a plazos o los créditos personales, que compensaban el elevado precio. A su vez, se popularizaron los grandes almacenes, produciendo lo que se conoce como la “revolución de los consumidores”.
La Crisis de 1929
La aplicación del Plan Dawes logró su objetivo de estimular el crecimiento económico de la producción y un consumo igualmente al alza. Para lograrlo, se pusieron en marcha medidas novedosas: la concesión de créditos a bajo interés, no solo entre las naciones, sino también a las empresas y a los consumidores. Estos préstamos se invirtieron en actividades productivas (industriales o agrarias), aunque también parte de ellos se derivaron a actividades especulativas, inicialmente a la construcción, en auge gracias a la reconstrucción de los países y también a la compra de acciones en la Bolsa.
La mejora de la productividad del proceso productivo permitía la reducción de costes y de los precios de venta, lo que a su vez estimulaba el mercado. En poco tiempo, el aumento de la productividad provocó una sobreproducción, con lo que la oferta superó con creces la demanda y con ello se generó un indeseado efecto en cascada. Se acumuló un stock de productos que, al no encontrar salida fácil en el mercado a pesar de los bajos precios, desaceleró las ventas y, consecuentemente, los beneficios. Ya en 1926, la combinación de estos dos factores produjo una desaceleración económica, lo que llevó a que algunas industrias, sobre todo las que cotizaban en bolsa, no reinvirtieran buena parte de sus beneficios en la mejora de la productividad y el aumento de la producción. En su lugar, invirtieron en la bolsa, en sus propias empresas, para aumentar el valor empresarial. La creciente demanda de acciones supuso que, en un primer momento, el valor subiera y que otros pequeños inversores destinaran sus ahorros y solicitaran créditos para poder comprar acciones, cuyo valor subía día a día.
La Burbuja Especulativa
Invertir en bolsa se entendió como una forma de obtener beneficios con relativa facilidad y una supuesta seguridad, además de la posibilidad de obtener grandes ganancias en un corto espacio de tiempo. Como los salarios eran bajos, el crecimiento de la producción fue superior al crecimiento de la demanda de esos productos. El resultado fue que, desde 1925, en EE.UU. aumentó la cantidad de productos almacenados o en stock porque no se podían vender. Con el aumento del stock, los inversores se dieron cuenta de que invertir en industria productiva no era seguro, así que desplazaron sus inversiones hacia la bolsa, donde podían ganar más dinero jugando con los valores de las acciones de las empresas.
Durante varios años, el valor de las acciones de las empresas en el mercado de valores subió mucho. El problema fue que comenzó una burbuja especulativa, ya que esos valores crecían porque cada vez había más compradores (ley de oferta y demanda), independientemente de los beneficios reales de las empresas. Es decir, se compraban acciones porque siempre subían de valor y, por ello, al día siguiente se podían vender y sacar beneficio. Como parecía un negocio muy rentable, empezaron a pedirse préstamos para invertir en bolsa. El Banco Central de Estados Unidos, llamado FED, podría haber subido los tipos de interés para que los bancos no pudieran prestar tanto y frenar la especulación, pero no hizo nada y los mantuvo como estaban, es decir, bajos.
Los valores en la bolsa siguieron subiendo hasta que un día un grupo de inversores decidió poner en venta sus acciones, ya que eran conscientes de lo irreal de su valor. Entonces otros hicieron lo mismo porque pensaron que iba a bajar su valor. De la misma forma que antes se compraba porque se contaba con que aumentara su valor al día siguiente, ahora se produjo el proceso contrario. Como había más vendedores, los precios de las acciones bajaron (ley de oferta y demanda) y, como bajaron los precios, cada vez hubo más vendedores, lo que aceleró la caída de los precios.
El resultado fue que las empresas que cotizaban en bolsa perdieron casi todo el valor de sus acciones y se quedaron sin poder disponer de capital (dinero) para mantener sus gastos básicos, así que cerraron y despidieron a sus trabajadores. Las pequeñas empresas que vendían a las grandes se quedaron sin clientes y también cerraron. Como los despedidos dejaron de comprar al quedarse sin salario (no había coberturas de desempleo), los pequeños negocios dejaron de vender y también cerraron. Además, las personas y las empresas que habían pedido préstamos, al cerrar las empresas y quedarse sin trabajo, no pudieron pagar sus cuotas a los bancos, y muchos bancos también quebraron.
Al haber menos actividad económica, los Estados recibían menos ingresos por impuestos y, para nivelar sus cuentas (relación gastos/ingresos), decidieron despedir a parte de sus trabajadores (funcionarios), lo que agravó aún más el problema del desempleo.
La Gran Depresión y el New Deal
La suma de la falta de liquidez de la banca y de la capacidad de compra de los particulares, junto al aumento del paro y del stock y la consiguiente caída de los precios, resultó en el hundimiento de muchas empresas y hasta 10,000 bancos. Las acciones no dejaron de bajar hasta 1932, lo que ilustra la magnitud del crack bursátil. La reducción de la demanda interna provocó un descenso continuo de la producción y un aumento del paro. La crisis se globalizó, extendiéndose a Europa, dependiente de los préstamos y exportaciones de EE.UU. Esta situación redujo la actividad económica interior y el comercio internacional como nunca antes en la historia. Inicialmente, los gobiernos no intervinieron en la economía, prolongando la crisis. El período de crisis que siguió al crack se conoce como la Depresión de los años 30. La situación fue tan grave que hubo casos de desnutrición en Europa y EE.UU. Los países con grandes imperios coloniales, como Reino Unido y Francia, se vieron menos afectados al poder recurrir a los recursos y mercados de sus colonias.
El empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores aumentó la conflictividad social, con partidos y sindicatos del movimiento obrero intensificando sus huelgas y manifestaciones para reivindicar avances sociales y laborales similares a los de la URSS. La oligarquía temía que el movimiento obrero llegara al poder democráticamente y aplicara su programa económico, reduciendo sus propiedades y beneficios. Por ello, apoyaron a militares y partidos fascistas que ilegalizaron las asociaciones y partidos del movimiento obrero, incluso instaurando dictaduras. Así, el partido nazi de Adolf Hitler llegó al poder en Alemania, y en pocos años, gran parte de Europa oriental y mediterránea estaba gobernada por dictaduras autoritarias y fascistas.
El New Deal fue una respuesta a la crisisuna respuesta a la crisis. Los gobiernos se dieron cuenta de que no se salía de la crisis sin intervención, así que comenzaron planes de inversiones públicas en la economía productiva: industria, infraestructuras, servicios públicos, etc. Esto redujo el número de desempleados y aumentó la producción, evitando la hiperinflación y la deflación. Aunque los nuevos salarios aumentaron el dinero en circulación, también aumentó la producción, evitando la hiperinflación. El presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt fue el primero en implementar estas políticas con su programa «New Deal» entre 1933 y 1938, creando empleo e invirtiendo en la economía productiva. También promulgó la Ley de Confiscación de Oro de 1933 para impulsar la inversión y luchar contra la deflación. El proyecto priorizó la reforma del mercado financiero, causante de la crisis, y ayudó a las capas más humildes de la sociedad. Se promulgaron leyes a corto y medio plazo: regulación del mercado de la bolsa, control estatal de la banca, rescate de la industria y estímulo al empleo, ajustes en la agricultura y medidas sociales como seguro de desempleo, ayudas a ancianos y pensiones de jubilación, y reconocimiento del derecho de los trabajadores a afiliarse a un sindicato y negociar colectivamente los salarios. El New Deal tuvo buenos resultados sociales, pero en la economía no fue tan efectivo: una década después del crack, la renta no había alcanzado su nivel previo, el paro era elevado y la deuda pública había aumentado. Los nazis en Alemania adoptaron políticas similares, creando bonos Mefo para invertir en la producción a través de empresas industriales, reactivando la economía. Estas políticas se extendieron gradualmente, y las inversiones estatales se desplazaron de sectores civiles a la industria militar. Finalmente, el rearme a finales de los años 30 acabó con la crisis y la depresión al reducir el desempleo. La gran Hambruna de 1932-1933 (El Holodomor, el genocidio ucraniano) La colectivización forzosa supuso una disminución de la producción agraria, que trajo la escasez de alimentos, un estricto racionamiento y la aparición de un mercado negro. Ante los bajos precios pagados por el estado, muchos campesinos escondían parte de sus cosechas, que luego eran requisadas por la fuerza. La violencia y el terror se extendieron por el campo. El resultado fue la hambruna (Holodomor) que azotó a toda Ucrania y que supuso la muerte de unos 7 millones de personas. Conocido como Holodomor, palabra ucraniana que significa «matar de hambre», el programa diseñado por el Estado soviético tenía una doble finalidad: por una parte pretendía eliminar físicamente a los campesinos que se resistían a las colectivizaciones forzosas de sus tierras, sobre todo a los kulaks, pequeños propietarios de tierras y ganado, y, por otra, reprimir cualquier síntoma de rebrote del nacionalismo ucraniano que se definía como proeuropeo y anti Moscú. En apenas unos meses, a comienzos de la primavera de 1932, los campesinos ucranianos empezaron a morir de hambre. Algunos documentos hablan de niños con el vientre hinchado por la falta de alimento, familias enteras obligadas a alimentarse de hierba o cortezas de roble, e incluso se comían a los perros y a los gatos. La situación llegó a tal punto que algunos historiadores afirman que en las zonas rurales más pobres se generalizó el canibalismo y los cadáveres se agolpaban en las calles porque nadie tenía fuerzas para poder darles sepultura. De los campos de trigo llegaba un hedor insoportable, y la gente hambrienta se arrastraba hasta allí para cortar las espigas y comérselas, pero al no poder digerirlas morían allí mismo. Era tal la cantidad de cadáveres que se acumulaban en los campos, que los soldados de la GPU tuvieron que emplear trenes para retirar los cuerpos sin vida y cavar gigantescas fosas comunes para evitar que se propagasen enfermedades. Los campesinos que eran capturados por la GPU eran sometidos a terribles torturas en los centros de detención. El Holodomor fue silenciado en muchos países gracias al eficiente aparato de propaganda del Komintern (Internacional Comunista), que logró desviar la atención del problema y vender una buena imagen de la URSS a nivel internacional. El resultado fue que alrededor 7 millones de personas murieron de inanición, y hasta un total de 40 millones de personas en toda la Unión Soviética se vieron afectadas por la hambruna. Las grandes purgas y los gulags A lo largo de la década de 1930, Stalin inició una represión generalizada para afianzar su poder absoluto, a través de los servicios de seguridad estatales, se persiguió a viejos dirigentes del partido por crímenes de estado, colaboración con el nazismo y otros delitos imaginarios. Entre 1936 y 1938 se desarrollaron los Procesos de Moscú, que costaron la vida a miles de personas. Su objetivo era eliminar físicamente a los opositores de Stalin, y diezmar preventivamente, a los que podían simpatizar con las víctimas o crear futuros núcleos de oposición. Muchos de los procesos se basaron en acusaciones falsas y los acusados debían retractarse públicamente de sus errores antes de recibir la sentencia. Algunos antiguos líderes de la revolución de 1917 como Bujarin, Kámenev o Zinóviev y muchos otros, confesaron bajo torturas todo tipo de delitos. Con esta política, Stalin juzgó, condenó, ejecutó o envió a campos de concentración a miles de ciudadanos soviéticos. Este sistema penitenciario conocido como GULAG, reunía una serie de campos de trabajo forzados situados en las zonas más inhóspitas de la URSS, como Siberia. Se calcula que durante las grandes purgas fueron ejecutadas más de 700.000 personas y más de dos millones fueron enviados al Gulag.El totalitarismo, entendido como un sistema político que ejerce un control absoluto sobre la sociedad y el Estado, ha encontrado su expresión más destacada en movimientos como el fascismo, que surgieron en la Europa de entreguerras, particularmente en Italia y Alemania. Este término ha evolucionado con el tiempo, abarcando una gama más amplia de regímenes políticos autoritarios que actúan de manera violenta y restrictiva contra la democracia y los derechos individuales. El fascismo, como ejemplo paradigmático del totalitarismo, promueve elementos irracionales de la conducta humana, como el fanatismo y la obediencia ciega, mientras desprecia el pacifismo y justifica la violencia y la guerra como instrumentos de progreso histórico. Comparte características comunes con otros regímenes totalitarios, como el nacionalismo extremo, que busca expandirse territorialmente y exalta ciertas razas como superiores, así como la supremacía del Estado sobre los derechos individuales. En estos sistemas, el partido único ejerce un control absoluto sobre todos los aspectos de la vida pública y privada, rechazando la democracia y anulando la soberanía popular y los derechos fundamentales. El líder, a menudo carismático y venerado, concentra en su persona todo el poder y encarna al Estado y al partido único. La movilización de las masas, dirigida por diversas organizaciones del Estado y el partido, forma parte de un proyecto nacional que busca la uniformidad ideológica y la sumisión total a las directrices del régimen. En contraste con la democracia, donde los líderes son elegidos democráticamente y se respetan los derechos individuales y las libertades públicas, el totalitarismo se caracteriza por la supresión de la oposición, la falta de diversidad política y la ausencia de separación de poderes. En resumen, mientras que la democracia promueve la pluralidad y la participación ciudadana, el totalitarismo busca la uniformidad y el control absoluto del Estado sobre la sociedad.