El Estatuto de Estella
La promesa de autonomía con la Segunda República
La proclamación de la Segunda República en 1931 trajo consigo la esperanza de la autonomía para el País Vasco. A pesar de que los nacionalistas vascos habían sido excluidos del Pacto de San Sebastián y la oposición carlista al nuevo régimen, la República reconoció las aspiraciones autonómicas vascas. El 14 de abril de 1931, el movimiento autonomista vasco, liderado por el nacionalista José Antonio Aguirre, alcalde de Getxo, se puso en marcha. Aguirre redactó un manifiesto en el que el PNV reconocía a la República e iniciaba conversaciones con el gobierno provisional para plantear la autonomía.
La redacción del Estatuto de Estella
El 31 de mayo de 1931, la Sociedad de Estudios Vascos promovió una comisión para redactar un proyecto autonómico para las tres provincias vascas y Navarra, con el apoyo del gobierno provisional. El 14 de junio de 1931, los alcaldes del País Vasco y Navarra se reunieron en Estella y, tras algunas enmiendas, aprobaron el Estatuto de Estella.
El punto más controvertido del Estatuto de Estella era el artículo que reservaba al poder autonómico la facultad de negociar un concordato con la Santa Sede. Con esto se pretendía proteger al País Vasco y Navarra de la legislación anticlerical republicana. El Gobierno de la República, por su parte, vio con recelo la unión del PNV y el tradicionalismo carlista en defensa de la religión, considerándola una postura antirrepublicana.
Rechazo del Estatuto de Estella
El Estatuto de Estella fue presentado a las Cortes en septiembre de 1931, pero fue rechazado por considerarse anticonstitucional. Se argumentaba que reservarse la facultad de negociar un concordato era una prerrogativa del Gobierno Nacional y que iba en contra del espíritu de la Constitución de 1931.
El Bienio Reformista (1931-1933): El Proyecto de las Comisiones Gestoras
El PNV y la Derecha
Durante el Bienio Reformista, el sector más progresista del PNV se afianzó, acercándose a republicanos y socialistas, y distanciándose del carlismo tradicionalista. En 1932, los carlistas, en desacuerdo con la declaración de la República como Estado laico y las medidas de Manuel Azaña contra los jesuitas, se agruparon en la Comunión Tradicionalista. El PNV, si bien reconocía a la República, continuó colaborando con la derecha en la defensa de los derechos de la Iglesia.
Un nuevo proyecto autonómico
El 8 de diciembre de 1931, se encargó a las Comisiones Gestoras la elaboración de un nuevo proyecto de estatuto. De este modo, el gobierno se aseguraba de que el futuro estatuto se ajustara al espíritu laico y republicano de la Constitución. El nuevo proyecto, aunque reconocía las facultades autonómicas vascas, era más democrático y se ajustaba a la Constitución de 1931, eliminando los puntos de fricción con la misma.
División entre carlistas y nacionalistas
La colaboración de los nacionalistas con los republicanos en la redacción de este proyecto dividió definitivamente a carlistas y nacionalistas. El 19 de junio de 1932, en la Asamblea de Alcaldes, el proyecto fue rechazado por su carácter antirreligioso y contrario a los Fueros. Tras esta reunión, el debate autonómico se centró en las provincias de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya.
Referéndum y nuevo rechazo
La aprobación del Estatuto requería la convocatoria de un referéndum, que se fijó para el 5 de noviembre de 1933. El Estatuto fue aprobado por amplia mayoría en Vizcaya y Guipúzcoa, pero solo obtuvo el 47% de los votos en Álava. El proyecto fue enviado a las Cortes para su aprobación, pero la victoria de la derecha en las elecciones generales de 1933 congeló el proyecto durante el Bienio Radical-Cedista.
El Frente Popular: El Estatuto de Autonomía de 1936
Con la llegada del Frente Popular al poder en 1936, se retomó el camino hacia la autonomía vasca. Sin embargo, el estallido de la Guerra Civil Española en julio de 1936 truncó el proceso y la aprobación definitiva del Estatuto de Autonomía Vasco tuvo que esperar hasta después del conflicto.