La Guerra de Sucesión Española y el Sistema de Utrecht: Los Pactos de Familia
Tras la muerte de Carlos II y la elección de Felipe de Anjou (Felipe V) como heredero, sin renunciar a sus derechos al trono de Francia, Inglaterra formó la Gran Alianza de La Haya para evitar la posible hegemonía francesa. Esto desencadenó la Guerra de Sucesión Española, un conflicto internacional con implicaciones civiles en España, donde Castilla apoyó a Felipe y Aragón a Carlos. La guerra vio la ocupación de Gibraltar y Menorca por parte de Inglaterra, otorgándole el control del comercio en el Mediterráneo. Felipe V, tras ser jurado rey por Aragón, inició la conquista de los reinos aragoneses, suprimiendo sus derechos y privilegios.
La Paz de Utrecht (1713) puso fin al conflicto, reconociendo a Felipe V como rey de España a cambio de su renuncia a los derechos sobre el trono francés. Sin embargo, esta paz significó la pérdida de territorios españoles en Europa y la relegación de España a un papel de potencia menor.
Con el objetivo de recuperar los territorios perdidos, los Borbones se aliaron con Francia a través de los Pactos de Familia. El Primer Pacto (1733) permitió la recuperación de Nápoles y Sicilia. El Segundo Pacto (1743) añadió Parma, Plasencia y Guastalla. Finalmente, el Tercer Pacto (1761) se dividió en dos intervenciones: la primera, con la pérdida de Florida a cambio de Luisiana; y la segunda, con la recuperación de Florida y Menorca.
La Nueva Monarquía Borbónica: Decretos de Nueva Planta, Modelo y Reformas
Tras su victoria en la Guerra de Sucesión Española, Felipe V implementó una serie de reformas centralizadoras, incluyendo los Decretos de Nueva Planta. Estos decretos suprimieron los fueros de los reinos de la Corona de Aragón (excepto Navarra y el País Vasco, que le habían apoyado), reemplazando las instituciones forales por las castellanas. Las Cortes de cada reino fueron sustituidas por las Cortes generales del Reino de Castilla.
Se establecieron Consejos, dirigidos por ministros, que sustituyeron a las antiguas Secretarías. También se crearon las Intendencias, divisiones administrativas encargadas del control territorial, la recaudación de impuestos, el reclutamiento militar y la administración de justicia. En América, se implementaron reformas similares, incluyendo la creación de nuevas Intendencias y la división del Virreinato del Perú en tres: Nueva Granada, Perú y Río de la Plata. Además, se creó un ejército en América para la protección del Virrey.
En el ámbito de la Hacienda, se implementaron reformas para unificar el sistema fiscal y asegurar que todos contribuyeran de forma equitativa. Fernando VI impulsó el Catastro de Ensenada, mientras que Carlos III introdujo vales reales con un interés del 4%. En cuanto a la relación Iglesia-Estado, se llevaron a cabo reformas como la expulsión de los jesuitas en 1767 (acusados de instigar el Motín de Esquilache) y el fortalecimiento del Patronato Regio, que otorgaba a la monarquía el control sobre los nombramientos eclesiásticos.
La España del Siglo XVIII: Expansión y Transformaciones Económicas
Agricultura, Industria y Comercio con América. Causas del Despegue Económico de Cataluña.
El siglo XVIII en España se caracterizó por un crecimiento demográfico, especialmente en Cataluña y el País Vasco, regiones que experimentaron un desarrollo industrial en los sectores textil y siderúrgico. En la agricultura, la amortización de tierras y la gran propiedad de la Iglesia limitaban la disponibilidad de tierras para el cultivo. Carlos III intentó abordar este problema con medidas como la colonización de Sierra Morena y la Ley Agraria de Jovellanos, aunque las nuevas tierras disponibles eran de menor calidad.
El comercio interior se veía limitado por el autoconsumo campesino, las dificultades geográficas, la falta de un mercado nacional unificado y la deficiente infraestructura de transporte. En el comercio exterior, la falta de una burguesía emprendedora llevó a un déficit comercial con otros países europeos, debido a la importación de manufacturas. La política comercial con América se basaba en el sistema de flotas, con compañías comerciales que debían financiar su propia protección, como la Compañía Guipuzcuana en Caracas.
Las medidas liberales de mercado implementadas durante el siglo XVIII impulsaron el crecimiento económico, especialmente en las regiones industriales de Cataluña y el País Vasco. En Cataluña, la división de la tierra en minifundios, las políticas proteccionistas y el autoconsumo favorecieron el desarrollo de la industria textil. La liberalización del comercio en el siglo XVIII consolidó el despegue económico de la región.