El Régimen de la Restauración en España (1874-1931): Un Análisis del Sistema Político

El Régimen de la Restauración en España (1874-1931)

Introducción: La Restauración de la Monarquía Borbónica

El pronunciamiento de Martínez Campos en diciembre de 1874, apoyado por el Ejército y las fuerzas políticas conservadoras, marcó el regreso de la monarquía en la figura de Alfonso XII, hijo de Isabel II. Antonio Cánovas del Castillo, figura clave en este proceso, asumió la regencia hasta la llegada del rey en enero de 1875.

Los Cuatro Pilares del Sistema Político de Cánovas

Cánovas, desde su perspectiva conservadora, estableció su doctrina de los cuatro pilares del sistema político que consideraba idóneos para España:

  • Monarquía histórica: Institución permanente.
  • Cortes: Representantes de la soberanía nacional.
  • Constitución duradera (1876-1973).
  • Dos partidos en turno pactado: Modelo inspirado en el sistema británico para evitar pronunciamientos militares.

Este modelo de alternancia en el poder no representaba una verdadera democracia, sino que se basaba en la manipulación política y el fraude electoral.

El Turno Pacífico y el Caciquismo

El sistema político diseñado por Cánovas requería la existencia de dos grandes partidos dinásticos que se alternasen en el poder. Este turno de partidos se mantuvo hasta finales del siglo XIX, cuando la crisis de 1898 lo puso en jaque. El carácter elitista de la Restauración propició el caciquismo, una práctica para controlar o manipular las elecciones.

Características del Régimen de la Restauración

Tras el fallido intento de instaurar un régimen democrático durante el Sexenio (1868-1874), se restauró la monarquía borbónica y España volvió al liberalismo doctrinario o censitario. El nuevo sistema político de Cánovas se basó en:

  • Alternancia en el poder de dos grandes partidos: el conservador y el liberal.
  • Constitución conservadora de 1876.
  • Corona como poder moderador.
  • Apoyo del Ejército y las clases acomodadas.

La Restauración duró más de cincuenta años, desde 1874 hasta la proclamación de la Segunda República en 1931, con un punto de inflexión en 1898 (pérdida de las colonias). Durante este período, se consolidó un régimen constitucional y parlamentario que buscaba la estabilidad interior, la defensa del orden, el fin de la injerencia militar en la política y la pacificación del país.

Limitaciones Democráticas del Régimen

A pesar del establecimiento del sufragio universal masculino en 1890, el régimen de la Restauración nunca fue plenamente democrático. Se marginaron otros grupos políticos, se practicó el fraude electoral y se limitó el derecho de voto hasta 1890. El régimen estuvo dominado por una burguesía oligárquica apoyada en un capitalismo de base agraria.

La Constitución de 1876

La Constitución de 1876, de carácter liberal doctrinario y conservadora, preservó el régimen restaurado de los Borbones. Estableció el voto censitario, la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, y consideraba la monarquía como incuestionable, permanente y al margen de la política. La Corona actuaba como árbitro y garantizaba la alternancia entre los dos partidos dinásticos. Se proclamó la confesionalidad católica del Estado y se toleraron otras creencias en privado.

El Soporte Social del Régimen

de la Restauración y de los partidos dinásticos (liberal y conservador) fue la vieja oligarquía aristocrática y latifundista, más atenta a conservar sus propios intereses que a intentar nuevos ensayos de renovación política. Esta oligarquía dirigió el sistema parlamentario, en una España rural y analfabeta, arreglando las elecciones según las necesidades de cada momento y mediante el sistema ideado por Cánovas de la alternancia regular en el poder de modo pacífico entre las dos opciones dinásticas liberales (turno pacífico): el partido liberal –con Sagasta al frente-, y el partido conservador –presidido por el propio Cánovas- (documentos 4 y 5). Ello aseguraba la estabilidad institucional que quedaba garantizada al invertir los términos del sistema parlamentario, ya que cuando un partido en el gobierno sufría desgaste, el monarca llamaba al jefe de la oposición a formar gobierno, el nuevo jefe de gabinete convocaba elecciones con objeto de conseguir los diputados suficientes para formar una mayoría parlamentaria que le permitiese gobernar y eso se lograba mediante el fraude y marginación de los partidos opositores (texto 5). Para garantizar los resultados electorales esperados y hacer rotar los partidos, el sufragio era controlado en las provincias por el gobernador civil y en el ámbito local por el (intermediario entre Estado y comunidad), es decir, el personaje relevante, que vigilaba y organizaba la emisión del voto en su demarcación. El caciquismo (texto 4) consistía en la relación de carácter político y social establecida entre el cacique y sus clientes (los caciques intercambiaban con sus clientes votos por favores y compensaban el apoyo electoral con la entrega de cargos, prebendas, recomendaciones, etc.). La implantación del sufragio universal masculino en 1890, no supuso la existencia de democracia al continuar estas prácticas corruptas y el turno pacífico pactado. El sistema de la Restauración favoreció la celebración de consultas electorales, pero la voluntad de los electores no se expresaba de forma libre y directa sino que estaba sometida a procesos de manipulación y fraude (textos 4 y 5).

Junto al caciquismo estaba la técnica del pucherazo, que iba desde la coacción al elector hasta la modificación de los resultados obtenidos en las urnas. Las elecciones se manipulaban a través del encasillado y el pucherazo. El encasillado de los candidatos era el acuerdo entre las fuerzas políticas que negociaban y se repartían los distritos electorales. El pucherazo era un fraude electoral, al que se recurría en caso de que no funcionase el acuerdo entre los partidos (incluía la compra de votos, intimidación, colocación de las urnas en lugares inaccesibles o utilización del nombre de electores fallecidos). La monarquía de la Restauración fue la estructura política más estable erigida por el liberalismo español del siglo XIX, aunque tal estabilidad se basaba en el ansía de lograr una vida apacible tras la anarquía (Revolución). Mientras dominó entre la burguesía liberal el temor a una recaída en el caos político y la revolución social, las instituciones de la monarquía constitucional fueron inviolables para todos, exceptuando a carlistas y republicanos. Estas instituciones expresaban la filosofía de Cánovas del Castillo, y su objetivo era incluir dentro de la monarquía a aquellas fuerzas que trataban de destruirla desde fuera, “utilizar todo lo aprovechable del movimiento que expulsó a la reina Isabel en 1868”. La Constitución de 1876 fue elaborada por una comisión compuesta por todas las tendencias de la opinión monárquica y habría de gobernar España hasta que Primo de Rivera la derribó en septiembre de 1923. Su fundamento político era la Constitución moderada de 1845, pero sus implicaciones, estaban más de acuerdo con los principios de 1869 que con los de 1845. Esta Constitución del 76 fue un producto híbrido de la teoría política de los moderados de mediados del siglo XIX y de las prácticas del parlamentarismo inglés. Cánovas pensó que con una Constitución que garantizara el control parlamentario podría ganar a los liberales de la Revolución de 1868 para la monarquía, y en esa orientación le secundó Alfonso XII, empeñado en evitar los errores del exclusivismo moderado que mandó a su madre al destierro. Este período político sin embargo nunca fue exactamente democrático al apoyarse en las prácticas políticas corruptas para favorecer la rotación de los dos partidos mayoritarios que marginaban de la vida política a otras fuerzas e ideologías, al mismo tiempo que ejercía el poder la oligarquía burguesa española que instauró un capitalismo sustentado en la actividad agraria. Cánovas pretendía con su nueva estrategia y sistema político frenar la participación política de los militares mediante pronunciamientos, evitar los desórdenes sociales y sustentar la monarquía de los Borbones a partir de dos instituciones que no pueden afectarse bajo ningún concepto y que son la Corona y las Cortes. Se impuso la monarquía constitucional doctrinaria como forma de estado y gobierno y se manipularon también los resultados electorales mediante el fraude. Esto dio lugar a lo que se conoce como sistema canovista o régimen de la Restauración

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