La Crisis de la Restauración (1898-1931)
El desastre de 1898 provocó una conmoción general en el país. Como consecuencia, el régimen de la Restauración entró en una nueva fase, marcada por la subida al trono de Alfonso XIII, que finalizó en 1931 con la caída de la monarquía y la proclamación de la Segunda República.
Durante este período, una nueva generación de políticos y nuevos movimientos sociales (republicanismo, obrerismo, nacionalismo) irrumpieron en la vida española. El régimen de la Restauración fue incapaz de ensanchar su base social hacia esas nuevas fuerzas, y esto provocó un aumento de conflictos sociales y políticos.
Entre 1898 y 1912, los partidos dinásticos, Conservador y Liberal, con sus dirigentes Antonio Maura y José Canalejas, intentaron una modernización del sistema. Pero a partir de 1912, la decadencia y fragmentación del régimen dio lugar al fortalecimiento de la oposición republicana, obrerista y nacionalista.
El problema colonial en Marruecos y el impacto de la Gran Guerra agudizaron los conflictos, que estallaron en los conflictos revolucionarios de 1917. La incapacidad del sistema de la Restauración para renovarse y democratizarse, acabó propiciando una solución militar, en 1923: GOLPE DE ESTADO DE PRIMO DE RIVERA, que dio origen a una dictadura hasta 1930.
El compromiso de la monarquía con el nuevo régimen desembocó su caída en 1931.
La Segunda República Española (1931-1936)
El resultado de las elecciones del 12 de abril de 1931 dio la victoria a las fuerzas republicanas en la mayoría de las grandes ciudades, y adquirió de este modo un carácter de plebiscito contra la monarquía.
Ante esta situación, el rey Alfonso XIII renunció a la Corona, abandonó España y el 14 de abril se proclamó la República. El nuevo régimen se mostraba, a los ojos de la población española, como una oportunidad para democratizar y modernizar el Estado mediante un amplio programa de reformas económicas y sociales.
Sin embargo, la República nació en circunstancias difíciles. En el ámbito internacional, el mundo debía hacer frente a la crisis más grave del capitalismo, tras el crac bursátil de 1929. Además, en Europa, el fascismo había comenzado su escalada y ponía en peligro los sistemas democráticos. En España, el régimen republicano fue recibido con entusiasmo por las clases medias y populares, pero era percibido con temor por las élites sociales y económicas.
La falta de tradición democrática en España, la conflictividad social, la lentitud de las reformas y la oposición de los grupos conservadores condujeron a una inestabilidad política. Tanto el primer gobierno republicano (1931-1933), una coalición de fuerzas progresistas, como el siguiente gobierno de derechas (1933-1935) tuvieron que adelantar las elecciones. El triunfo del Frente Popular de izquierdas, en febrero de 1936, fue el pretexto para que los enemigos de la República decidieran alzarse en armas contra ella.
La Guerra Civil (1936-1939)
La Guerra Civil constituyó el hecho más relevante y trágico de la historia de España en el siglo XX. En esta guerra se concentraron muchos de los problemas que la sociedad española contemporánea venía arrastrando desde el inicio de las revoluciones liberales del siglo XIX.
El enfrentamiento entre los grupos tradicionalmente dominantes en España (aristócratas, grandes propietarios agrícolas, empresarios, Iglesia, ejército) y las clases populares (campesinos, obreros, pequeña burguesía) llegó a un punto crítico durante la Segunda República y culminó en la GUERRA CIVIL.
Pero la guerra fue también el resultado de las tensiones surgidas en Europa por la difícil coyuntura de la década de 1930, tras el ascenso del fascismo en Italia y del nazismo en Alemania. Por ello, el conflicto español fue visto a nivel internacional como el primer enfrentamiento entre el fascismo y la democracia.
En julio de 1936, el conjunto de fuerzas que se sublevaron contra la República no había previsto la posibilidad del desencadenamiento de una guerra. Las autoridades y los partidos republicanos tampoco habían contado con esa eventualidad. El alzamiento militar fracasado se convirtió en guerra civil porque tanto los sublevados como el poder legítimo republicano contaron muy pronto con ayudas exteriores. La Guerra Civil española alcanzó una dimensión internacional e incluso se temió que el conflicto pudiera extenderse a otros puntos de Europa y del mundo.
El Franquismo: La Construcción de una Dictadura (1939-1959)
El resultado de la Guerra Civil fue la consolidación del régimen dictatorial que los sublevados contra la República habían empezado a construir desde octubre de 1936. El régimen implantado por Franco en España duró hasta su muerte en 1975. En sus casi 40 años de existencia, el franquismo se mantuvo siempre como una férrea dictadura y se caracterizó por la feroz represión de sus opositores.
Se considera que el franquismo tuvo dos grandes etapas.
La primera se desarrolló hasta 1959, aproximadamente, y se caracterizó por el intento de establecer un Estado totalitario inspirado en el fascismo y de dotar al país de una autarquía económica. El apoyo del régimen de Franco a las potencias fascistas durante la Segunda Guerra Mundial lo dejó al final del conflicto en una situación de aislamiento internacional propugnado por las potencias vencedoras.
La segunda etapa del franquismo se gestó en la década de 1950, cuando el fracaso de la política económica y la necesidad de reconocimiento internacional comportaron la liberalización de la economía y la atenuación de sus rasgos más claramente fascistas.
El resultado fue un periodo de intenso crecimiento económico y de modernización social que se desarrolló a lo largo de la década de 1960.
El Franquismo: Desarrollismo e Inmovilismo (1959-1975)
Entre 1959 y 1973, la economía española creció a un ritmo sin precedentes en la historia del siglo XX. España se integró en esa época al reducido grupo de países industrializados. Este crecimiento económico fue el resultado de la incorporación de España a la ola de prosperidad que estaban viviendo los demás países de Europa occidental tras la Segunda Guerra Mundial.
El desarrollo económico se convirtió en un arma propagandística del régimen franquista, pero también en el origen de una nueva conflictividad social. El cambio económico determinó una transformación profunda de la sociedad española e impulsó la difusión de nuevas actitudes y pautas de comportamiento. Esta evolución económica y social no estuvo acompañada de reformas políticas profundas, y el franquismo se mantuvo como una dictadura, incapaz de democratizarse.
La falta de libertades democráticas y las nuevas condiciones sociales estimularon el desarrollo de movimientos de oposición al régimen.
Cuando el régimen entró en crisis ante la proximidad de la desaparición de Franco, quedó claro que una buena parte de la sociedad española no deseaba la continuidad del franquismo.