Antecedentes
A finales de 1807, la situación social y económica de España era muy grave. La indignación social se dirigía contra el primer ministro Godoy, pero también contra los reyes, por mantenerle al frente del Gobierno. La oposición se fue concretando en torno al príncipe Fernando, apartado del gobierno por Godoy, al que odiaba. En octubre de 1807 fue descubierta la primera conspiración de Fernando, el cual fue perdonado por sus padres en el llamado proceso de El Escorial.
El bloqueo continental decretado por Napoleón en 1806 contra el comercio británico fue respaldado por la mayoría de Estados europeos. Pero los portugueses, viejos aliados de Inglaterra, se negaban a cumplirlo. En verano de 1807, Napoleón tomó Lisboa con la ayuda de un acuerdo con España (tratado de Fontainebleau), por el que se dejaba pasar a las tropas francesas hacia Portugal.
La invasión francesa y el levantamiento del 2 de mayo
Entre noviembre y febrero se produjo la invasión de España por el ejército francés, comandado por el general Murat. En la noche del 18 de marzo de 1808 se produjo el llamado motín de Aranjuez y los partidarios de Fernando asaltaron el palacio. Godoy fue depuesto y Carlos IV se vio obligado a abdicar, cediendo la Corona a su hijo.
Tras una entrada triunfal en Madrid, Fernando VII se encontró en manos de Murat. El 7 de mayo, Fernando abdicó a favor de sus padres, y éstos lo hicieron a favor de Napoleón. Carlos IV y su hijo comenzaron un exilio dorado y Napoleón decidió entregar el reino a su hermano José Bonaparte, que con el nombre de José I se convirtió en rey de España. Promulgó el Estatuto de Bayona, una carta otorgada que pretendía modernizar las estructuras políticas españolas tomando como modelo el sistema francés.
El 2 de mayo de 1808, cuando el resto de la familia real española pretendía abandonar el Palacio de Oriente, el pueblo madrileño se amotinó. Poco después, el general Murat reprimió la revuelta fusilando a centenares de personas como escarmiento.
La Guerra de la Independencia
Al conocerse la noticia de las abdicaciones de Bayona y los sucesos de Madrid, se extendió la insurrección por todo el territorio español, quedando dividido en dos bandos, lo que provocó que el conflicto no sólo fuera una guerra contra el invasor, sino también una guerra civil.
Los bandos en conflicto
Por un lado, estaba el ejército francés, que contaba con el apoyo de los afrancesados (con algunos reformistas ilustrados que pretendían una modernización pacífica y gradual).
Por otro lado, estaba la resistencia que afirmaba luchar en nombre de Fernando VII, dividida en dos grupos ideológicos:
- Los liberales, que pretendían establecer un nuevo tipo de monarquía.
- Los absolutistas, partidarios del antiguo régimen y del retorno de Fernando VII como monarca absoluto.
La organización de la resistencia
Para controlar la situación, en las zonas no ocupadas se crearon Juntas Locales, luego las Provinciales y en septiembre se formó en Aranjuez la Junta Suprema Central, que se convirtió en el gobierno de la resistencia. Aunque en la Junta predominaban las posiciones conservadoras, poco a poco fue aumentando la influencia de los sectores más reformistas, liberales. El liberalismo había penetrado en España procedente de Francia a partir del estallido de la revolución y pese a la censura oficial.
Desarrollo de la guerra
En junio de 1808, con el objetivo de reprimir los levantamientos populares e instaurar el régimen de José I, un ejército francés de 17.000 hombres se adentró en España confiando en desplegarse en abanico y controlar así los puntos fundamentales del país. Pero la inesperada resistencia de los españoles desbarató en un primer momento los proyectos de Napoleón.
La resistencia contaba con la ayuda del ejército inglés y con la guerrilla, formada por antiguos soldados, voluntarios civiles e incluso bandoleros, que atacaban por sorpresa al enemigo con acciones rápidas, valiéndose de su conocimiento del terreno y la complicidad de la población civil. Hasta noviembre de 1808, la resistencia consiguió algunas victorias como la de Bailén, y algunas ciudades, como Zaragoza o Gerona se resistieron a la ocupación, produciéndose sitios o asedios que duraron varios meses.
José I se vio obligado a abandonar Madrid y establecerse en Vitoria. Fue entonces cuando Napoleón decidió intervenir personalmente. Entró en Madrid el 4 de diciembre, al frente de un ejército de 250.000 hombres. José I regresó a Madrid, mientras la Junta Central se refugiaba en Sevilla y luego en Cádiz. Sólo algunas zonas quedaron libres.
Pero la situación cambió en la primavera de 1812, Napoleón necesitaba efectivos en el frente ruso, lo que facilitó la victoria del general Wellington, al frente de tropas inglesas, portuguesas y españolas, ayudadas por partidas de guerrilleros, que derrotó a los franceses en Arapiles, los expulsó de Andalucía y los presionó hasta su retirada. A finales de 1813 se firmó el tratado de Valençay, por el que Napoleón reconocía a Fernando VII como rey de España.