La Segunda República Española: Del Bienio Reformista al Frente Popular y el Estallido de la Guerra Civil

El Final del Bienio: Crisis y Escándalos

Sin embargo, las disensiones en el seno del gobierno eran crecientes. Las diferencias entre el Partido Radical y la cada vez más extremista CEDA eran evidentes. Un ejemplo de la orientación de la CEDA fueron los nombramientos que hizo Gil Robles, como nuevo ministro de Defensa: militares claramente contrarios a la república y la democracia fueron designados para puestos clave en la estructura del Ejército. Franco, por ejemplo, fue nombrado Jefe del Estado Mayor.

La crisis definitiva vino con un escándalo de corrupción, el escándalo del Estraperlo, ruleta trucada inventada por Strauss y Perl, que se introdujo en los casinos por mediación de algunas figuras relevantes del Partido Radical, que se prestaron a ello aceptando sobornos. Lerroux y el Partido Radical cayeron en un descrédito total. La aparición de nuevos escándalos de corrupción económica precipitó el fin de la legislatura y la convocatoria de nuevas elecciones a Cortes en febrero de 1936.

El Frente Popular (1936)

En un ambiente de creciente radicalización, se presentaron las siguientes candidaturas a las elecciones de febrero de 1936:

  • Frente Popular: coalición electoral formada en enero de 1936 por Izquierda Republicana, PSOE, PCE, POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) y Esquerra Republicana de Catalunya. Esta coalición agrupaba a todas las izquierdas para frenar el avance del fascismo. La CNT, con muchos presos en la cárcel, no pidió la abstención y apoyó de forma tácita a la coalición de izquierdas.
  • La coalición de los grupos de derecha, formada por la CEDA (Gil Robles) y el Bloque Nacional monárquico (Calvo Sotelo), acudió con una campaña basada en el temor a la revolución social de izquierdas. La Falange se presentó fuera de la coalición.

La victoria, por mayoría absoluta, fue para el Frente Popular, que basó su triunfo en las ciudades y las provincias del sur y la periferia. Mientras, la derecha triunfó en el norte y el interior del país.

Tras las elecciones, Manuel Azaña fue nombrado Presidente de la República. El objetivo era que Indalecio Prieto, hombre fuerte del sector más moderado del PSOE, ocupara la jefatura del gobierno. Sin embargo, la negativa del sector más radical del PSOE, liderado por Largo Caballero, llevó a que se formara un gobierno presidido por Casares Quiroga y formado exclusivamente por republicanos de izquierda, sin la participación de los socialistas. Así, el nuevo gobierno nacía debilitado.

El nuevo gabinete inició rápidamente su programa reformista:

  • Amplia amnistía para todos los encarcelados tras la revolución de octubre de 1934.
  • Restablecimiento del Estatuto de Autonomía de Cataluña.
  • Alejamiento de Madrid de los generales más sospechosos de golpismo. Franco, Mola y Goded fueron destinados a Canarias, Navarra y Baleares, respectivamente.
  • Reanudación de la reforma agraria. Esta medida fue rápidamente desbordada por la acción de los jornaleros extremeños que se lanzaron a la ocupación de fincas, cuyo ejemplo se extendió a otras regiones.
  • Tramitación de nuevos estatutos de autonomía. El Estatuto de Galicia fue aprobado en plebiscito en junio de 1936, y el del País Vasco estaba prácticamente terminado en julio de 1936.
  • Restauración de toda la legislación social de 1931-33: subidas salariales, construcción de viviendas sociales, extensión de la educación…

Mientras, el ambiente social era cada vez más tenso: la izquierda obrera había optado por una postura claramente revolucionaria y la derecha buscaba de forma evidente el fin del sistema democrático.

Desde el mes de abril se sucedieron los enfrentamientos violentos callejeros entre grupos falangistas y milicias socialistas, comunistas y anarquistas que degradaron el orden público. Se sucedían las acciones revolucionarias protagonizadas por obreros y campesinos famélicos -huelgas, ocupaciones de tierras en Salamanca, Extremadura y Andalucía, incendios de conventos e iglesias, etc.-. Los pistoleros de Falange, siguiendo el modelo del fascismo italiano, se dedicaban a la desestabilización mediante atentados contra locales y líderes de la izquierda.

Mientras, la conspiración militar contra el gobierno del Frente Popular avanzaba. Por un lado, había una trama política conformada por los principales líderes de los partidos: Gil Robles, Calvo Sotelo, José Antonio Primo de Rivera. Por otro lado, crecía el número de generales implicados: Franco, Goded, Fanjul, Varela… Emilio Mola, destinado en Pamplona, se convirtió en el jefe de la conspiración, el «Director» del golpe. La salida antidemocrática tenía apoyos internacionales y muy pronto se iniciaron los contactos con Mussolini.

El 12 de julio era asesinado por extremistas de derecha un oficial de la Guardia de Asalto, el teniente Castillo. La respuesta llegó la siguiente madrugada con el asesinato de José Calvo Sotelo por parte de un grupo de miembros de las fuerzas de seguridad. El enfrentamiento era inevitable.

Se sucedían los rumores de un golpe militar, y a pesar de las advertencias de las organizaciones obreras, el gobierno de Casares Quiroga se mantuvo inactivo. El 17 de julio de 1936, la guarnición de Melilla se sublevó y declaró el estado de guerra en Marruecos, con lo que se iniciaba la rebelión contra el gobierno de la República. Al día siguiente, la sublevación se produce en la Península y, ante el fracaso parcial del levantamiento militar, el enfrentamiento entre las fuerzas sublevadas

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