El Imperio Austrohúngaro:
El rasgo fundamental de este inmenso imperio era su enorme diversidad étnica, cultural y religiosa. El imperio tenía dos grandes centros: Austria, de cultura alemana, y Hungría, de cultura magiar. Los emperadores intentaron liderar la unificación de todos los pueblos de lengua alemana en una Gran Alemania. La derrota ante Prusia en 1866 terminó con el proyecto austriaco.
El imperio estuvo gobernado por Francisco José I. En la primera parte de su largo reinado, trató de aplicar una política de centralismo y absolutismo germánico. Esto originó un enfrentamiento entre austriacos y húngaros, que amenazaba con provocar la división del imperio. Por ello, se acordó un compromiso (1867) que dividió el imperio en dos reinos: Austria y Hungría. En Austria predominaba la población alemana. Hungría abarcaba, además del territorio húngaro, Eslovenia, Croacia y Transilvania, sometidos a la soberanía húngara desde 1867.
La llamada desde entonces monarquía dual compartía la figura del emperador y los ministerios de guerra, relaciones exteriores y finanzas. Los problemas fueron constantes con los nacionalismos croata, esloveno, dálmata o serbio, que fueron motivo de la inestabilidad de la zona y origen de la llamada cuestión de Oriente o balcánica. Desde la década final del siglo XIX, el imperio austrohúngaro aparecía como un estado sin futuro.
El Imperio Ruso:
Rusia fue el imperio que menos cambios experimentó durante el siglo XIX. El imperio de los zares se parecía bastante a una monarquía absoluta. La extensión territorial del inmenso imperio ruso se había incrementado tras el Congreso de Viena de 1815; a pesar de lo cual, mantuvo constantes aspiraciones expansionistas en tres direcciones:
- Hacia el extremo oriente: en la zona de Manchuria y la isla de Sajalín, que se anexionó en 1875 y fue repartida tras la guerra con Japón en 1905.
- Hacia el sur: con la incorporación de Turquestán y los intentos de ocupar la zona fronteriza con Irán y los territorios al norte del Mar Caspio.
- Al oeste: se hizo con Besarabia, parte de Polonia y de Finlandia.
La diversidad étnica del imperio ruso era muy variada. Predominaban los eslavos: rusos, ucranianos, bielorrusos y polacos. Había una tendencia centrífuga de pueblos que intentaban separarse del imperio, como los polacos, bálticos o bielorrusos, y había otra tendencia centrípeta o paneslavista, que intentaba asimilar a las otras minorías a la cultura eslava. De esa tendencia paneslavista deriva la política de rusificación que practicaron todos los zares desde Alejandro II hasta Nicolás II.
La Europa de Bismarck 1870-1890:
La llamada era bismarckiana fue la etapa en la que el canciller Otto von Bismarck impuso los intereses de la política al resto de países del continente. Los objetivos de la política del canciller Bismarck fueron tres:
- Mantener a Francia en un aislamiento diplomático y hacerle pagar la inmensa indemnización de guerra de 5.000 millones de francos tras su derrota en la batalla de Sedan en 1870.
- Mediar entre Rusia y Austria-Hungría, que se enfrentaban por el control de los territorios próximos al Mar Negro y los estrechos que comunicaban este mar con el Mediterráneo.
- Desarrollar una política de rearme bélico como elemento disuasorio para los posibles enemigos, lo que desencadenó una carrera armamentística con otros países: Francia, Reino Unido, Italia y Estados Unidos.
Su política se basó en el principio de la realpolitik, realismo político que anteponía los resultados a los principios teóricos y morales de las decisiones.
Los Sistemas Bismarckianos:
La política exterior de Bismarck se plasmó en tres sistemas o fases de un sistema de alianzas, como se prefiere decir hoy, forjados por la diplomacia alemana entre 1872 y 1893. El objetivo principal era mantener la paz y aislar a Francia. El resultado final fue la formación de dos bloques de potencias enfrentadas: la Triple Alianza de Alemania, Austria-Hungría e Italia por una parte, y el bloque franco-ruso, origen de lo que luego fue la Triple Entente.
La Preponderancia Alemana o Primer Sistema Bismarckiano 1871-1879:
Un gran punto de fricción en Europa era la rivalidad entre Austria y Rusia en los Balcanes. La diplomacia bismarckiana consiguió la firma de dos acuerdos en 1873: Alemania, Austria-Hungría y el Imperio Ruso formaron la Entente de los Tres Emperadores, a la que en 1874 se añadió Italia. Sin embargo, las revueltas nacionalistas en Bosnia-Herzegovina y en Bulgaria, y la dureza de la represión turca, motivaron la intervención militar rusa en apoyo de Serbia y Montenegro. Esta intervención forzó la firma del Tratado de San Estéfano, que creaba un estado eslavo en los Balcanes: la Gran Bulgaria, bajo influencia rusa.