La España del siglo XVIII: Reformas Borbónicas y Transformaciones Socioeconómicas

Los cambios políticos e institucionales: el centralismo borbónico

La llegada de la dinastía Borbón a la corona española en el siglo XVIII trajo consigo una serie de reformas políticas e institucionales con un objetivo claro: la centralización del poder. Entre las medidas más importantes destacan:

  • La creación de las Secretarías de Despacho: origen de los futuros Ministerios, estas secretarías asumieron las funciones que hasta entonces ejercían los Consejos de la época preborbónica.
  • La creación de las Intendencias: estas instituciones fueron clave para la administración territorial y el control del poder local.
  • Extensión de las instituciones castellanas: la mayoría de los cambios territoriales consistieron en la aplicación de las instituciones castellanas al resto del Estado.
  • Desaparición de los Virreinatos: con la excepción de las colonias americanas, los Virreinatos fueron suprimidos.
  • Reforma de la administración local: esta reforma respondía a la visión absolutista y centralizadora de los Borbones.
  • Modernización de la Hacienda: se llevaron a cabo reformas para mejorar la recaudación de impuestos y la gestión de las finanzas del Estado.
  • Reforma militar: se sustituyeron los tradicionales Tercios por un ejército moderno basado en el Servicio Militar Obligatorio.

Demografía y sociedad

Durante el siglo XVIII, el gobierno impulsó medidas para cuantificar la población española, lo que proporciona a los historiadores información valiosa sobre las pautas demográficas de la época. El Vecindario de Campoflorido (1712-1717) estimó la población en 7,5 millones de habitantes. El Catastro del Marqués de Ensenada (1752), primer censo individual, la elevó a 9.400.000, lo que implica un crecimiento anual del 0,4%, considerable para la época. Siguieron el Censo de Aranda (1768) y el de Floridablanca (1787), que cifró la población en 10.268.110 habitantes. Esta cifra siguió creciendo en los años siguientes, según el Censo de Godoy (1801), lo que situaba a la monarquía borbónica en la senda del ciclo demográfico moderno.

Los Borbones fomentaron una política de crecimiento demográfico, considerando que un aumento de la población beneficiaría a la nación: más hombres para el ejército, más trabajadores y más contribuyentes.

El crecimiento de la alta y mediana burguesía durante el siglo XVIII no disminuyó el dominio de las élites nobiliarias y eclesiásticas. Nobleza y clero seguían controlando las mayores rentas, el poder político y el prestigio social.

El 95% de la población pertenecía al Tercer Estado, formado por quienes sostenían la monarquía con su trabajo pero carecían de privilegios y acceso al poder político. En la cúspide de este grupo se encontraba una minoría de burgueses, escasa en número pero crucial para la economía. Otro componente esencial eran los artesanos, base de la manufactura nacional.

Aspectos económicos

En el siglo XVIII, la agricultura seguía siendo la principal fuente de riqueza y empleo, ocupando a más del 80% de la población. La posesión de la tierra otorgaba rentas y poder, por lo que los grupos privilegiados se esforzaban por mantener su control sobre ella. Se plantearon mejoras y reformas, como el Informe sobre la Ley Agraria de Gaspar Melchor de Jovellanos (1794), que identificaba como obstáculos la falta de preparación técnica, la escasez de obras públicas y la vinculación de la tierra.

El comercio interior era débil y limitado, principalmente a intercambios locales o comarcales, afectado por problemas de transporte y por el autoconsumo de la economía agraria. Los excedentes de los campesinos eran insuficientes para convertirlos en consumidores.

Los políticos del siglo XVIII buscaron mejorar el comercio y lograr una balanza de pagos positiva mediante una amplia labor legislativa. Se reorganizó la Junta General de Comercio, se crearon consulados y Compañías privilegiadas, y se impulsaron los Decretos de libertad de comercio con América. El crecimiento demográfico, el aumento de la producción agrícola e industrial y un contexto internacional favorable permitieron un aumento general de las transacciones comerciales, tanto internas como externas.

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