La Vida Política y la Alternancia del Poder
Los Partidos Dinásticos
Tras el regreso de Alfonso XII, Cánovas del Castillo lo transformó en el Partido Liberal-Conservador, que aglutinaba a los grupos políticos más conservadores y que acabó llamándose Partido Conservador. El proyecto bipartidista de Cánovas requería otro partido de carácter más progresista, la llamada izquierda dinástica, y él mismo propuso a Sagasta su formación. De un acuerdo entre progresistas, unionistas y algunos republicanos nació el Partido Liberal. El único requisito era aceptar la monarquía Alfonsina y la alternancia en el poder. Por este motivo se les conocía como partidos dinásticos.
Conservadores y liberales coincidían en lo fundamental, pero diferían en algunos aspectos. Ambos defendían la monarquía, la Constitución, la propiedad privada y la consolidación del Estado liberal, unitario y censitario. Eran partidos de minorías. Los conservadores se mostraban más proclives al inmovilismo político, proponían un sufragio censitario y la defensa de la Iglesia y del orden social. Los liberales defendían el sufragio universal masculino y estaban más inclinados a un reformismo social de carácter más progresista y laico. Pero no diferían en lo esencial, al existir un acuerdo tácito.
La alternancia regular en el poder entre estas dos grandes opciones dinásticas tenía como objetivo asegurar la estabilidad institucional. El turno en el poder quedaba garantizado porque el sistema electoral invertía los términos propios del sistema parlamentario.
Falseamiento Electoral y Caciquismo
El sistema del turno pacífico pudo mantenerse durante más de 20 años gracias a la corrupción electoral y a la utilización de la influencia y poder económico de determinados individuos sobre la sociedad. El caciquismo se dio en toda España, pero alcanzó su máximo desarrollo en Andalucía, Galicia y Castilla. La adulteración del voto constituyó una práctica habitual en todas las elecciones.
El triunfo del partido que convocaba las elecciones, porque había sido requerido para formar gobierno, era convenido previamente, y se conseguía gracias al falseamiento de los resultados. Así, el triunfo electoral permitía la creación de una amplia mayoría parlamentaria al partido gobernador. Los caciques eran personas notables que tenían una gran influencia en la vida local, tanto en lo social como en lo político. Con su influencia, los caciques orientaban la dirección del voto, agradeciendo con sus favores la fidelidad electoral y discriminando a los que no respetaban sus intereses. Los caciques manipularon las elecciones continuamente de acuerdo con las autoridades, especialmente los gobernadores civiles de las provincias. El conjunto de trampas electorales se conoce como pucherazo. Para conseguir el candidato gubernamental no se dudaba en falsificar el censo, manipular las actas electorales, ejercer la compra de votos, amenazar al electorado con coacciones de todo tipo e incluso emplear la violencia.
El Desarrollo del Turno de Partidos
Entre 1876 y 1898 el turno funcionó con regularidad: de las elecciones, 6 fueron ganadas por los conservadores y 4 por los liberales. El Partido Conservador se mantuvo en el gobierno desde 1875 hasta 1881, cuando Sagasta introdujo el sufragio universal masculino. En 1884, Cánovas volvió al poder, impulsó un acuerdo entre conservadores y liberales, el llamado Pacto del Pardo. Su finalidad era dar apoyo a la regencia de María Cristina y garantizar la continuidad de la monarquía ante las fuertes presiones de carlistas y republicanos. Bajo la regencia, el Partido Liberal gobernó más tiempo que el Conservador.
Durante el gobierno largo de Sagasta, los liberales impulsaron una importante obra reformista para incorporar al sistema algunos derechos asociados a los ideales de la revolución del 68. De este modo se aprobó la Ley de Asociaciones (1887), que eliminó la distinción entre partidos legales e ilegales y permitió la entrada en el juego político a las fuerzas opositoras, se abolió la esclavitud (1888), se introdujo la celebración de juicios por jurados, se impulsó un nuevo Código Civil (1889) y se llevaron a cabo reformas hacendísticas y militares. La reforma de más trascendencia fue el sufragio universal masculino. De esta manera, el censo electoral se amplió. Sin embargo, la universalización del sufragio quedó desvirtuada por la continuidad de los viejos mecanismos de fraude y corrupción electoral.
En la última década del siglo se mantuvo el turno pacífico de partidos. Cánovas asumió la presidencia del gobierno hasta 1897, fecha de su asesinato. Sin embargo, el personalismo del sistema deterioró a los partidos que dependían excesivamente de la personalidad de sus líderes, provocando disidencias internas y la descomposición de ambos partidos.