La Revolución Francesa
Causas de la Revolución Francesa
Hacia 1780, muchos sectores sociales en Francia mostraban su descontento con la situación económica y social. En su conjunto, el Tercer Estado rechazaba un sistema que lo marginaba y le hacía soportar todas las cargas económicas.
Los campesinos vivían una situación de grave necesidad. La mayoría no eran propietarios de las tierras y sus cosechas solo servían para pagar impuestos. En las ciudades, los precios aumentaban y los salarios no daban para sobrevivir. La burguesía, aunque enriquecida con las manufacturas y el comercio, se sentía marginada social y políticamente. Luis XVI era incapaz de hacer frente a esta situación.
Comparación entre los Estados Generales y la Asamblea Nacional Constituyente
La convocatoria de los Estados Generales (1789)
El 5 de mayo de 1789 se reunieron los Estados Generales en Versalles. Luis XVI y su ministro pretendían discutir sobre las finanzas y descartaban las propuestas de reforma social que demandaba el Tercer Estado. Los representantes del Tercer Estado exigieron la votación por grupos y el voto por cabeza.
Ante la negativa del rey y los privilegiados, los diputados del Tercer Estado, que representaban a la mayoría de la población, se constituyeron en Asamblea Nacional. El 20 de junio juraron no disolverse sin haber dado una Constitución a Francia. El rey aceptó la situación y, el 27 de junio, los Estados Generales se transformaron en Asamblea Nacional Constituyente.
La Asamblea Nacional Constituyente (1789-1791)
La amenaza de una reacción de los privilegiados y el ejército condujo a una revuelta popular. El 14 de julio el pueblo de París asaltó la Bastilla, prisión y símbolo del absolutismo.
Los campesinos protagonizaron revueltas antiseñoriales que se conocen como el Gran Miedo. Después de estos hechos, la Asamblea Nacional tomó una serie de medidas que iniciaron el desmantelamiento del Antiguo Régimen:
- La noche del 4 de agosto de 1789 fueron abolidos todos los privilegios y derechos feudales de la nobleza y el clero.
- El 28 de agosto se aprobó la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, que establece una serie de libertades y derechos y la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.
- La Asamblea también elaboró una Constitución: la Asamblea elaboraba las leyes, el rey tenía poder ejecutivo y los jueces eran independientes. Estableció asimismo el sufragio censitario.
Los Cuadernos de Quejas
¿Qué eran los cuadernos de quejas?
Eran la representación por escrito de las quejas de cada grupo social.
La República Girondina y la República Jacobina
La República Girondina (septiembre 1792-junio 1793)
Girondinos y Jacobinos discrepaban con respecto a la monarquía. Los girondinos querían castigar al rey pero temían que su muerte radicalizara el proceso revolucionario. Los jacobinos lo querían juzgar, condenar y ejecutar. La presión popular obligó a la Convención a tomar esta última decisión: Luis XVI fue guillotinado.
La situación era cada vez más complicada: se produjo una insurrección campesina y nuevas potencias absolutistas (Gran Bretaña, España, Holanda, etc.) entraron en guerra con Francia.
La República Jacobina (junio 1793-julio 1794)
Los jacobinos acusaban al gobierno girondino de no responder a las necesidades populares. Los líderes más radicales fueron: Danton, Marat, Robespierre y Hérbert. Asaltaron la Convención, detuvieron a los principales diputados girondinos y los ejecutaron. Los jacobinos elaboraron una nueva Constitución en 1793, que reflejaba los principios de la democracia social.
Impulsaron reformas sociales: la redistribución de la propiedad agraria, el precio máximo (Ley del Máximum) y el castigo a los especuladores, la enseñanza obligatoria y gratuita y también la asistencia social. Otras medidas fueron el calendario revolucionario y la descristianización.
Para imponer todas estas ideas se restringieron las garantías y se estableció un gobierno revolucionario, el Comité de Salud Pública, a cuyo frente se situó el principal líder jacobino, Robespierre. El nuevo gobierno decretó el Terror.
El Legado de Napoleón
Napoleón Bonaparte
Napoleón Bonaparte dirigió, a partir de 1799, los destinos de Francia durante más de 15 años, primero como cónsul y después como emperador de los franceses.
Se presentaba a sí mismo como continuador y gerente del periodo revolucionario, a la vez que proclamaba el fin de la revolución.
Organizó un poder personal y autoritario: se coronó emperador, eliminó la división de poderes y el principio de soberanía nacional y restringió en gran medida las libertades personales y colectivas.
Asentó grandes principios de la revolución (derecho de propiedad, igualdad ante la ley y supresión de los privilegios) y confirmó las expropiaciones de tierras entregadas a los campesinos durante la revolución.
Producto de esta doble orientación fue la constitución de una “nueva nobleza” formada por los servidores más fieles y las grandes fortunas burguesas.
Napoleón inició una expansión militar para imponer su dominio al resto del continente, extender los principios de libertad de la revolución francesa y acabar con las monarquías absolutas.
La oposición a la dominación napoleónica suscitó el despertar de las aspiraciones nacionales en los pueblos que fueron ocupados.
La Restauración Europea (1815-1830)
El Congreso de Viena
Los monarcas del Reino Unido, Prusia, Austria y Rusia, vencedores de Napoleón en Waterloo (1815), mostraron su decisión de restaurar las monarquías tradicionales e impedir la expansión de las ideas liberales.
Para imponer estos principios y crear órganos internacionales para su defensa, los representantes de las potencias vencedoras se reunieron en el Congreso de Viena (1815). Se procedió a la restauración del mapa de Europa en beneficio de las grandes potencias, con el objetivo de buscar un equilibrio entre ellas y dominar los territorios que podían ser origen de movimientos revolucionarios.
Se establecieron dos principios que regían la política internacional: la celebración de congresos para arbitrar soluciones ante posibles conflictos y el derecho a la intervención de un ejército de la Santa Alianza (Prusia, Rusia y Austria).
La Revolución de 1848: La Primavera de los Pueblos
La Revolución de 1848
La revolución de 1848 tuvo una gran transcendencia en la historia europea, ya que afectó a todo el continente. Supuso el fin de la mayoría de las monarquías absolutas que quedaban en Europa, el origen de las ideas democráticas y el surgimiento de un movimiento nacionalista contra los grandes imperios. La revolución se inició de nuevo en Francia y culminó con la huida del rey y la proclamación de la república. Se formó un Gobierno Provisional que impulsó un programa de reformas políticas y sociales del pensamiento democrático.
Tras la celebración de elecciones, consiguió la mayoría un gobierno moderado, que eliminó gran parte de esas medidas. La respuesta fue la insurrección. El impacto de la revolución en Francia fue inmediato y se extendió por Europa.
De este modo, en marzo de 1848, una revolución en Viena obligó al emperador de Austria a promulgar una constitución liberal y abolir la servidumbre. También en Prusia, el rey prometió una constitución liberal.
En la península italiana, el Papa introdujo una serie de reformas y promulgó una constitución liberal.
La Unificación Italiana
El proceso de unificación
Italia, dividida en múltiples Estados, aspiraba a su unificación. Mazzini propugnaba, mediante la insurrección popular, la creación de una república democrática, unitaria y laica.
Sin embargo, el fracaso de la vía revolucionaria en 1848 hizo que la monarquía liberal-constitucional del Piamonte, bajo la corona de Víctor Manuel II de Saboya, se impusiera como la única opción capaz de conseguir, mediante una guerra, la unidad de Italia. Finalmente, la unificación se logró gracias a la alianza entre Garibaldi, partidario de la vía democrática, y la monarquía liberal del Piamonte.