La Monarquía Visigoda: Las Instituciones
El primer ataque visigodo en Hispania se produjo hacia el 410. Los romanos solicitaron la ayuda de este pueblo germano con objeto de expulsar a los otros pueblos germanos. Tras conseguirlo, se instalaron en territorios del sur de la Galia (Francia) y de la Península Ibérica, creando el Reino Visigodo de Tolosa (Toulouse). En el año 507, los visigodos se vieron obligados a cruzar los Pirineos y asentarse en la península, estableciendo en ella un estado, con capital en Toledo. El primer paso en la consolidación del nuevo estado fue conseguir la unidad territorial. En este sentido, el rey Leovigildo (569-586) incluyó a los francos, se retiró ante los vascones y consiguió expulsar a los suevos de su poder en Galicia. Durante el reinado de Suintila, el Reino Visigodo de Toledo se convirtió en la primera estructura política que gobernó la península entera desde ella misma.
El siguiente paso consistió en la disolución social: se prohibieron los matrimonios mixtos entre invasores godos y nativos hispanorromanos. Otro paso importante fue la unificación religiosa. Los visigodos, cristianos, eran arrianos y tras un intento fallido de convertir esta religión en oficial por parte de Leovigildo, su hijo, Recaredo, estableció el catolicismo como religión oficial. Por último, vino la unidad legislativa: ambas comunidades, visigoda e hispanorromana, se dirigían por códigos diferentes. La monarquía visigoda tenía un carácter electivo, de forma que los reyes eran elegidos por una asamblea, pero poco a poco fue adquiriendo un carácter hereditario.
La Península Ibérica en la Edad Media: El Emirato y el Califato de Córdoba
El estado creado por los musulmanes en la península, Al-Ándalus, pasó a ser una provincia gobernada por un emir que dependía de los califas de Damasco. Entre el 714 y el 749, diecinueve gobernadores dominaron el territorio en medio de un clima de luchas entre los diferentes grupos invasores: árabes, sirios, bereberes. La caída de la dinastía Omeya en Damasco (750) y su sustitución por los Abasíes afectó a Al-Ándalus. El único superviviente de la dinastía derrocada, Abd al-Rahman, huyó a Al-Ándalus, se adueñó del poder y proclamó un emirato independiente que solo aceptaba la autoridad religiosa del califa, ahora residente en Bagdad. Así apareció el Emirato de Córdoba (756-929) a lo largo del cual el poder se fue centralizando, pero la centralización se veía afectada por el deseo de las provincias fronterizas. Todo ello provocó la debilidad de los emires hasta que la llegada al poder del emir Abd al-Rahman III (912-961) supuso un cambio radical. Consiguió acabar con las revueltas internas y someter a su autoridad todo el territorio andalusí. Su autoridad se hizo absoluta desde el año 929, al romper los lazos con Bagdad y proclamarse califa. Con ello se conseguía todo el poder y se hizo efectiva una centralización fiscal que dotó al nuevo estado con muchos recursos económicos. En el exterior, el califato estableció relaciones con el Imperio Bizantino e impuso su autoridad en el norte de África.
Los Reyes Católicos: La Conquista del Reino Nazarí
Las razones de la tardía conquista del reino nazarí de Granada son diversas: de una parte, la realidad orográfica que facilitaba de forma notable la posible defensa del territorio; de otra parte, la sutileza diplomática seguida por los diferentes monarcas con respecto a la corona de Castilla. Por último, por las intermitentes crisis internas de la monarquía castellana desde el final del reinado de Alfonso X el Sabio. No obstante, el estado nazarí pagaba parias (especie de tributo) a cambio de la paz con los castellanos, lo que limitaba de forma considerable la soberanía del mismo. En el conflicto que llevó finalmente a la anexión del último reino musulmán en la península se pueden señalar varias etapas: una inicial (1482-1484) comienza con la toma de Alhama y la victoria de Lucena sobre las tropas del rey Boabdil. La segunda etapa (1485-1487), comprende las ocupaciones de Ronda, Loja y, en 1487, de la ciudad de Málaga y la costa mediterránea. Boabdil promete entregar la capital, Granada, a cambio del señorío del Zagal. Entre 1487 y 1490 el rey nazarí trató de cumplir con su promesa, pero se vio imposibilitado ante la reacción popular. Finalmente, el 2 de enero de 1492, Boabdil entregó a los Reyes Católicos las llaves de la ciudad.
La Crisis del Siglo XI: Los Reinos de Taifas
Tras la caída del califato de Córdoba en el año 1031, el territorio de Al-Ándalus quedó dividido en veinte reinos de taifas, desapareciendo así la unidad política. La organización administrativa de las taifas fue similar a la existente en el califato, pero su poder era muy inferior, hecho que fue aprovechado por los reinos cristianos del norte de la península, a los que tuvieron que pagar tributos. Las luchas entre los distintos reinos de taifas fueron constantes y este hecho provocó un avance del proceso reconquistador cristiano. Ante el notable avance cristiano, algunos reyes de las taifas pidieron ayuda a los almorávides y estos, tras llegar a la península y vencer a Alfonso VI en la batalla de Sagrajas en 1086, comenzaron la unificación de los reinos de taifas, que pasaron a convertirse en una provincia del Imperio almorávide.