Resistencia y Conflictos Coloniales: El Auge y Caída de los Imperios (Siglos XVIII-XX)

Resistencia y Oposición al Colonialismo

La Resistencia Indígena

Ante la pérdida de identidad cultural, propia de la transformación del sistema de creencias tradicionales y estilos de vida, los pueblos colonizados tuvieron poca capacidad de respuesta.

A pesar de todo, algunas poblaciones opusieron resistencia en forma de lucha armada, como la revuelta de los bóxers en China, los cipayos en la India, la resistencia zulú en África o los maoríes en Nueva Zelanda. Las revueltas e insurrecciones se iniciaban como una reivindicación de los valores tradicionales frente a la imposición de los colonizadores. La oposición política no se organizó hasta después de la Segunda Guerra Mundial, excepto en la India, que reivindicaba la independencia nacional.

Los Conflictos Coloniales

Las relaciones internacionales discurrieron prácticamente sin confrontaciones bélicas importantes. Sin embargo, se dieron numerosos conflictos como en los Balcanes, donde chocaron los intereses del Imperio Austrohúngaro y Rusia, o las tensiones que iban surgiendo entre el Reino Unido y Francia a causa de las rivalidades imperialistas. En África, la mayor parte de los enfrentamientos tenía como objetivo frenar la construcción de imperios continuos. Ello generó importantes crisis como la luso-británica, que impidió la unión de Angola y Mozambique en beneficio del Reino Unido, que creó las colonias de Zambia y Rodesia.

La Guerra Anglo-Boer (1899-1902)

Fue el único caso en el que un estado europeo ocupó militarmente territorios previamente colonizados por europeos. Los británicos instalados en el Cabo inmigraron a las repúblicas de Orange y Transvaal, controladas por los bóers. La negativa bóer a conceder derechos políticos a los inmigrantes británicos y los derechos de explotación minera provocaron una guerra que acabó con la derrota bóer y la anexión de sus territorios al Imperio Británico. El parlamento británico reunificó los distintos territorios formando la Unión Sudafricana, controlada por los afrikáners, descendientes de los bóers, a través de la creación de partidos políticos que defendían la segregación racial.

Otros Conflictos

El interés de Estados Unidos y Japón por participar en la expansión colonial hizo aumentar las tensiones en el Caribe y el Pacífico, también en Asia. En 1898, la política imperialista de Estados Unidos dio lugar a una guerra contra España, por la que esta perdió sus últimas colonias. El imperialismo japonés provocó una guerra con China por el control de Corea, Formosa y Manchuria, y con Rusia.

Francia y el Reino Unido firmaron un acuerdo de colaboración en la Entente Cordiale, mediante la cual se solucionaba la vieja disputa sobre Egipto y se reconocía el derecho de Francia de ocupar Marruecos. Este quedó de manifiesto en la actuación británica durante la crisis de Marruecos.

Por otra parte, Rusia firmó un acuerdo con el Reino Unido después de su derrota en la guerra de Japón, que finalizaba sus disputas en Asia Central.

El Imperio Británico

Desde finales del siglo XVIII, el Reino Unido había empezado a formar un imperio colonial que amplió y consolidó durante todo el siglo XIX y principios del siglo XX, con posiciones o insulares en función de los intereses comerciales estratégicos, como el Cabo, Ceilán, Malta o áreas de la India, o bien las colonias de poblamiento en Canadá o Australia. Esto facilitaba el control de las rutas del Atlántico y el Mediterráneo, y en parte del Índico. La intensificación de la actividad colonial se produjo a partir de 1870, impulsada por el primer ministro B. Disraeli y el ministro para las colonias J. Chamberlain, que fue uno de sus principales artificies. El principal interés se centró en la India, ya que era el territorio de explotación más importante de todo el imperio, pues suministraba algodón, yute, trigo, aceites, té y algunos minerales. La importancia de la llamada «joya de la corona» quedó reflejada cuando en 1877 la reina Victoria fue proclamada emperatriz de la India. En África, penetraron hacia Sudán y la actual Kenia desde Egipto, controlando así el paso por el Canal de Suez. Desde el Cabo, en Sudáfrica, fueron introduciéndose hacia el interior, ocupando el territorio zulú, rico en minas de diamantes. Con ello intentaban crear un imperio continuo de norte a sur, entre El Cairo y el Cabo, aunque no lo consiguieron. Por otra parte, también controlaron algunos territorios de la costa occidental africana.

La Expansión por Asia

A diferencia de África, en el continente asiático la mayor parte de los países tenían una organización política fuerte que les permitió enfrentarse a las potencias coloniales e incluso convertirse en colonizadores, como en el caso de Japón. Por otra parte, era un continente mejor conocido por Europa desde la Edad Moderna, cuando se habían iniciado algunas exploraciones y se habían establecido pequeñas colonias. La apertura del Canal de Suez en 1869 intensificó la colonización de Asia, en la que participaron las potencias europeas tradicionales, sobre todo Reino Unido y Francia, pero también otras como Rusia, Estados Unidos y Japón. A partir de ese momento, la colonia pasó a ser administrada directamente por el gobierno británico, lo que hizo aumentar su valor económico para el estado, que incrementó su interés por el continente asiático. Para proteger la India, conquistó los territorios situados al norte y al este, rivalizando con Rusia y Francia. Así, colonizó Birmania y mantuvo el control en Afganistán y el Tíbet. Se anexionó también, en creciente rivalidad con Francia, Singapur y parte de Borneo. Francia, desde la Conchinchina, ocupó el delta del Mekong como puerta de entrada a China. A través de este río, ocupó Annam y Tonkín.

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