Transformaciones políticas en España: Del liberalismo a la revolución (1808-1868)

Entre la Revolución Liberal y la Reacción Absolutista (1808)

El ejército francés planea la ocupación de Andalucía, pero cae derrotado en la batalla de Bailén. Animado por esto, las Juntas se reúnen en Aranjuez para crear una Junta Central Suprema y Gubernativa que reclama la soberanía del reino. La Grande Armée penetra en España, coge el poder y decreta la abolición de la Inquisición.

La Constitución de 1812 define la nación como la reunión de todos los españoles. Consagra los principios de libertad individual, igualdad ante la ley y libertad de trabajo, promueve la división de poderes (legislativo en las Cortes con el rey, ejecutivo con el rey, judicial con los tribunales), es monárquica y declara la religión católica. Establece Cortes unicamerales, sufragio universal masculino, y el gobierno interior de las provincias y los pueblos con ayuntamiento compuesto de alcalde. Es una revolución, pero tampoco fue política. Se trató de llenar un vacío legal con un texto constitucional que acabase con los privilegios de los antiguos reinos. La guerra acabó con la bancarrota del país.

Reacción Absolutista (Sexenio 1814-1820)

Fernando VII restaura una monarquía absolutista. Con Elio se anula la Constitución, volvieron las órdenes religiosas y se restableció la Inquisición. Hubo pronunciamientos militares de Espoz y Mina, y Lacy. El ejército que debía embarcar hacia las colonias americanas se encontraba inmóvil por falta de barcos. Riego, en contacto con los liberales, se dispuso a pronunciarse. El rey jura la Constitución.

Los Liberales al Poder (1820-1823)

El rey nombra a la Junta Provisional Consultiva, a la que se deben las primeras medidas restauradoras. Agustín de Arguelles, moderado y progresista, abolió el régimen señorial y los gravámenes de origen feudal, exigiendo a los nobles presentar títulos. La facción liberal exaltada luchaba por el poder, lo que se agudizó en 1822 cuando Martínez de la Rosa llegó al gobierno. Los exaltados se hacían fuertes en el ejército y en sociedades secretas. Cuando el gobierno pretendió limitar la libertad de prensa, se encontró con la fuerte resistencia de los exaltados.

Absolutismo (Década Ominosa 1823-1833)

La Junta Provisional de Gobierno, con Francisco de Eguía, se pasó a una regencia presidida por el duque del Infantado y la creación de un nuevo ministerio. Fernando VII entregó las siguientes bases: limpiar las instituciones de liberales, destruir las sociedades secretas y no reconocer los empréstitos. La Hacienda obligó a poner límite en la restauración. Diego Ballestero, de Hacienda, con el principio de racionalidad, admitió unas medidas de institucionalización del Consejo de Ministros, reforma de Hacienda, creación del Banco de San Fernando, y Ley de Enjuiciamiento Mercantil. Nace el Ministerio de Fomento con María Cristina.

Revolución y Guerra Civil (1833-1834)

Comienza la regencia de María Cristina. Se decreta una amnistía. Cea Bermúdez y Martínez de la Rosa establecen Próceres y Procuradores. Entre los progresistas aumenta el descontento. Mendizábal forma gobierno para aumentar el ejército, impulsar la desamortización, y la disolución de conventos y ventas de sus bienes.

Matar la Revolución (1844-1868)

Insurrecciones populares y conspiraciones militares extendieron el descontento entre las nuevas élites y las distintas facciones del partido moderado, que estaban dispuestas a la creación de un nuevo estado sacrificando parte de la libertad. Nuevas élites (propietarios, financieros, fabricantes, clase media, políticos, periodistas y profesionales) buscaban regla y estabilidad: libertad con orden. El Justo Medio. Luis González Bravo suspende la desamortización, desarma la milicia, y restaura la ley municipal. Narváez impulsa un cambio en la Constitución de 1845: la soberanía recae en la reina junto con las Cortes, los senadores son nombrados por la corona, seleccionados por la más alta élite. La religión católica es la religión del estado, que mantiene el culto a sus miembros. Se crea un Código Penal, Código Civil, Notariados, Hipotecas y Aguas. Se unifican las tasas del antiguo régimen, eliminando los diezmos. Narváez y Bravo Murillo (1851-1855) impiden que los progresistas lleguen al poder por el monopolio de los moderados.

Bienio Progresista (1854-1856)

La revolución de 1854 devolvió el poder a los progresistas durante dos años. Surgió por el descontento de los generales tras el gobierno de Bravo Murillo y los líderes de la facción puritana, que querían devolver la moral al sistema y acabar con la corrupción que permitía el enriquecimiento de unos pocos y la especulación. A estos jóvenes y la revolución civil se añadió la conspiración militar con los generales O’Donnell, Dulce y Serrano. En Manzanares, O’Donnell firma un manifiesto que se corresponde con la ideología de Cánovas del Castillo, que definía el alzamiento como patriótico y buscaba el triunfo de la libertad y las leyes. Los objetivos eran la conservación de la corona, pero sin camarilla, el rigor y mejora de las leyes (sobre todo en la electoral y la de imprenta), rebajas de impuestos, y reducción de la centralización. En las ciudades volvían a surgir milicias urbanas y se formaban juntas revolucionarias. En 1854, Madrid se sembró de barricadas, militares alzados, políticos que pretendían el gobierno y el pueblo en la calle: la tríada de la revolución. La movilización popular rebasa la acción militar. Los progresistas, junto con los demócratas, organizaron la milicia. La reina llamó a O’Donnell y Espartero para encauzar la revolución. Espartero (progresista) en la presidencia, O’Donnell (proveniente del absolutismo) en el Ministerio de Guerra, y Pacheco (puritano) en el Ministerio de Estado. Aquello era una coalición más que un gobierno progresista. Impulsaron una política moderada con las reivindicaciones progresistas: restablecieron la milicia, la ley municipal y convocaron Cortes que redactaron un nuevo texto constitucional. Mostraron lealtad al trono, alejaron a María Cristina, pero Isabel II mantuvo su corona accediendo a convocar Cortes. La Constitución de 1837 establece la soberanía nacional, de la que emanan todos los poderes y que tiene derecho a establecer sus normas fundamentales, y la representación directa en dos cámaras. Se constitucionaliza la milicia nacional para defender el orden público. Se aprueba la ley de desamortización general, que afecta a todos los bienes. El campesinado sufrió graves deterioros, pues no podían usar las tierras y los ayuntamientos no disponían de recursos para la educación. Se aprueba la Ley General de Ferrocarriles y la Ley de Sociedades Anónimas.

Efímera Plenitud

O’Donnell y Narváez aplastan la milicia con la Constitución de 1845. La Unión Liberal (1858-1863) consolida la monarquía constitucional. Se desarrolla la red ferroviaria, la minería, y la producción textil gracias al Ministerio de Fomento. España vuelve a la política internacional. Los soldados intervienen en Santo Domingo e Indochina. Prim ocupa Tetuán. España firma el Tratado de Wad-Ras, pero sale debilitada. Se ensanchan las ciudades y se mejoran los cascos antiguos con pavimentación, pero contrasta con el analfabetismo.

Revolución de 1868

Progresistas y demócratas firman el Pacto de Ostende. O’Donnell y Narváez mueren. Prim, Serrano y Dulce, junto con Primo de Rivera, niegan obediencia a Madrid y llaman a las armas, hartos de la corrupción. La reina es sustituida por el liberalismo doctrinario y una sociedad capitalista.

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