La Industrialización y el Movimiento Obrero: Transformaciones Sociales y Lucha de Clases

1. Problemas Sociales de la Industrialización

La industrialización, además de suponer un cambio en los modos de producción, tuvo una serie de consecuencias demográficas y sociales que propiciaron la pronta reacción de los grupos más desfavorecidos, buscando mejorar sus condiciones.

1.1 La Revolución Demográfica

Hasta mediados del siglo XVIII, el crecimiento de la población era débil. Aunque existían altas tasas de natalidad, estas se compensaban con una elevada mortalidad, principalmente entre la población infantil. Esta aumentaba cíclicamente debido a mortalidades catastróficas provocadas por hambrunas, epidemias o guerras. La revolución demográfica supuso el paso a un nuevo modelo en el que la natalidad seguía teniendo valores elevados, pero se producía un importante descenso de la mortalidad. En un segundo momento, la natalidad también disminuyó. Tradicionalmente, se han citado numerosos factores para explicar el descenso de la mortalidad; la mayor parte hacen referencia a las consecuencias de la revolución industrial: progreso médico e higiénico, utilización de vacunas y servicios de recogida de basuras en las ciudades; abastecimiento de agua potable en los núcleos urbanos; mejoras en el transporte, que facilitaban el intercambio y el abastecimiento; desarrollo de la ganadería e introducción de nuevos cultivos más resistentes, como la patata. Aun así, no podemos extender esta situación a todos los países, puesto que se trata de un modelo propio de las economías que implantaron la industrialización. Es más, incluso hoy en día, algunos de los países menos desarrollados se encuentran en la etapa demográfica preindustrial.

1.2 Los Movimientos Migratorios

El aumento de los movimientos migratorios interiores y exteriores es una consecuencia lógica del incremento de la población y del desarrollo de los medios de transporte, que permitieron una mayor movilidad de la población. El éxodo rural impulsó el paso de una sociedad fundamentalmente rural y agraria a otra urbana e industrial. A lo largo del siglo XIX, la población urbana europea se triplicó, creciendo especialmente las ciudades que eran centros industriales o comerciales. Serán las masas campesinas las que abastezcan de mano de obra a las fábricas situadas en ellas. El aumento de la población y las esporádicas crisis agrarias provocaron una excesiva presión demográfica sobre algunos territorios, lo que originó los movimientos migratorios internacionales. Serán más intensos en los países de Europa del Norte, que poblarán nuevas tierras en el continente americano.

1.3 El Crecimiento Urbano

Este fenómeno se relaciona directamente con el auge de los movimientos migratorios. Su crecimiento no se debe únicamente al éxodo rural. Aunque, evidentemente, es una de las causas determinantes, también se puede explicar por la elevada tasa de natalidad de unos núcleos urbanos muy rejuvenecidos por la población inmigrante. El incremento de la población urbana ocasionó problemas de hacinamiento y discriminación social, separándose ya en esta época las zonas residenciales burguesas de las ocupadas por el proletariado.

Los cambios demográficos, unidos a los nuevos procesos de producción propios de la industrialización, tendrán importantes consecuencias en las condiciones de vida de los obreros, que muchas veces verán su situación tremendamente deteriorada.

1.4 La Mecanización

La introducción masiva de maquinaria en el proceso productivo tendrá importantes consecuencias en el modo de trabajo de los obreros. No en vano, algunas de las primeras movilizaciones obreras tuvieron como objetivo la destrucción de maquinaria, ya que la consideraban como el enemigo que sustituye su protagonismo en el sistema productivo. El trabajador es un simple vigilante de un proceso de producción repetitivo y deshumanizado. Otra consecuencia de la mecanización de los procesos de producción fue el paro, ya que la máquina sustituye a una cantidad importante de mano de obra. Además, el elevado ritmo de producción de las máquinas, junto a la intensidad del éxodo rural y la alta demanda de empleo, permiten a los empresarios pagar salarios excepcionalmente bajos para aumentar sus beneficios. El deseo de los empresarios de obtener beneficios provocó jornadas extraordinariamente largas, llegando incluso a 15 horas de trabajo diario, aprovechándose de la inexistencia de una legislación que defendiese al obrero.

2. La Nueva Sociedad de las Clases

En el nuevo panorama social de la época, es trascendental el paso de la sociedad estamental a la de las clases. En esencia, se pasa de una organización social estática, muy condicionada por el origen o nacimiento, a otra con mayor movilidad, lo que beneficia especialmente a la burguesía. El nuevo modelo social manifestará importantes contrastes debidos a la posesión de capital y a las condiciones de trabajo. Las diferencias son tan manifiestas que incluso se producirá una escisión entre la burguesía y los trabajadores. Si durante mucho tiempo sus intereses fueron parejos, ahora se van separando, y los primeros serán vistos por los segundos como auténticos opresores.

Aunque los cambios políticos acaecidos en Europa hicieron que la nobleza fuese perdiendo paulatinamente sus privilegios, sin embargo, consiguió mantener gran parte de sus ingresos y propiedades. Siguen accediendo a muchos de los cargos políticos; la posesión de las tierras les garantiza poder económico.

La burguesía, una vez enriquecida, imitará los usos y costumbres de la nobleza; incluso intentará acceder a ella mediante la compra de títulos o del matrimonio. Al hablar de la burguesía, nos referimos a la gran protagonista de la época. Se trata de un grupo social en auge, sin lugar a dudas el gran beneficiado de la consolidación de los logros revolucionarios y que vive las transformaciones más importantes. Es, de todos modos, un grupo heterogéneo. Podemos hablar de una alta burguesía conformada por grandes comerciantes, industriales y financieros. Es un grupo dinámico, emprendedor, con capital para invertir y que rinde culto al derecho a la propiedad individual y al liberalismo económico. El aumento de la producción industrial, el crecimiento de las ciudades y el desarrollo del comercio serán factores que siempre jugarán a su favor. Como indicamos anteriormente, muchas veces la alta burguesía, orgullosa de su poder económico, imitó comportamientos característicos de los grupos aristocráticos (etiqueta, inversión en tierras, compra de títulos nobiliarios). Junto a la gran burguesía, convivió una burguesía media conformada por funcionarios, intelectuales, profesionales liberales y una pequeña burguesía constituida por pequeños propietarios, empleados o funcionarios de menor escala.

Otro grupo es el formado por los campesinos y obreros. El campesino estuvo muy afectado por los cambios de la industrialización, que provocaron el éxodo rural y la emigración hacia otros continentes. Salvo en algunos países de Europa oriental, se abolieron la servidumbre y las obligaciones feudales, por lo que la situación del campesino varía sustancialmente. Muchos se convirtieron en jornaleros; otros, ante el proceso de modernización de la producción agraria y la inversión de capitales en el campo, no tendrán más remedio que emigrar a las ciudades, por lo que se convertirán en mano de obra barata y abundante. A lo largo del siglo XIX, el proletariado cobra importancia como clase social. En ocasiones, se unió a los burgueses en sus pretensiones, lo que desembocó en dos hechos reales: en primer lugar, sus mejoras no fueron excesivas; en segundo lugar, los acontecimientos revolucionarios demostraron que la burguesía siempre tiene un límite en sus demandas, lo que hace que vean con cierto temor algunas pretensiones de los obreros. En este sentido, la revolución burguesa de 1848 señaló una clara separación en los objetivos de estos dos grupos sociales. Los trabajadores vivían una situación compleja, ya que los salarios no aumentaban al mismo ritmo que los precios, la concentración de la población en las ciudades aumentó el coste de los alquileres, el hacinamiento y las malas condiciones de vida provocaron epidemias y la difusión de enfermedades.

3. Orígenes del Movimiento Obrero

3.1 Ludismo

Las primeras protestas obreras se manifestaron en ataques contra las máquinas; el ludismo es el ejemplo clásico de este fenómeno. Su origen es temprano, registrándose ya incidentes luditas en los años 1811 y 1812. No pretenden una reforma política o social, sino que realizan actuaciones concretas contra la máquina, a la que consideran la causa de todos sus males. Su nombre hace referencia a la figura mítica Ned Ludd, a quien se consideraba promotor de la primera destrucción de telares mecánicos. Los daños económicos ocasionados por sus protestas provocaron que fuesen duramente reprimidas, como ocurrió en Nottingham en el año 1811 o con las deportaciones y condenas a la horca de luditas de 1813.

3.2 Sindicalismo

Con el paso del tiempo, las agrupaciones sindicales y los partidos obreros van a ocupar el lugar dejado por los movimientos antimaquinistas. La orientación del movimiento obrero se hace más ambiciosa, sustituyendo los ataques a elementos materiales de la cadena de producción por la lucha política y la conciencia de clase como nueva orientación del movimiento obrero. Precisamente en esto consistieron los movimientos sindicalistas. Fueron asociaciones de obreros con la finalidad de mejorar su situación ante la presión de los patronos. En su origen, destaca la intención de solucionar las necesidades puntuales de los grupos proletarios. Como medida reivindicativa, recurren a la huelga. Con el paso del tiempo, se irán asociando con ciertos partidos obreros. En Inglaterra, las asociaciones de los trabajadores fueron declaradas peligrosas en un primer momento. En 1824, el Parlamento dicta nuevas leyes que permiten la asociación. Esta situación será aprovechada en 1830 por los obreros para unirse, formando sindicatos locales organizados por oficios: las Trade Unions. Se trata de asociaciones locales de oficio cuya finalidad era solucionar los problemas. Será el secretario del sindicato textil de Manchester, John Doherty, quien intente extender su influencia organizando la Union General del Reino Unido. Posteriormente, se organizará una asociación de todos los oficios en un gran sindicato; es así como nace la National Association for the Labour.

3.3 Cartismo

El origen de las reivindicaciones cartistas está en las demandas de distintos obreros ante la limitada reforma electoral de 1832. Consideran que los grupos proletarios son generadores de riqueza para el país, lo que debe habilitarles para desempeñar el derecho al voto. En 1838, redactan la llamada Carta del Pueblo, donde se solicita, entre otras demandas: el sufragio universal masculino, la eliminación del requisito de propiedad para desarrollar la labor parlamentaria, el voto secreto o la jornada laboral de diez horas. Defienden también la intervención del Estado para mejorar la protección social. El movimiento crecerá y aumentará su influencia, aunque tendrá divisiones internas entre sectores más moderados y otros más radicales. En 1842 y 1848, se envían nuevas cartas al Parlamento, que tampoco obtuvieron su respaldo. Este hecho, unido a las divisiones internas y la mejora de la situación económica en los años 50, hicieron que el cartismo fuese decayendo y perdiendo su influencia.

4. Socialismo Utópico

Si los movimientos obreros desarrollados en Inglaterra buscan solucionar problemas concretos del proletariado, en Francia predominarán propuestas mucho más intelectuales e idealistas. Es este un país menos afectado por la industrialización, con una menor cantidad de obreros y muy influido por el pensamiento ilustrado de Rousseau. Todo esto explica que gran parte de los representantes del denominado socialismo utópico sean franceses. Recoge las demandas características de los grupos obreros y la crítica a la concentración de riqueza del sistema capitalista, pero no buscan soluciones traumáticas, sino una transición hacia un orden mejor, muchas veces con planteamientos dificilmente realizables. No recurren a la violencia, como ocurrió en otras partes de Europa; es más, sus proyectos permiten entrever una especie de concordia final entre obreros y patronos que satisfaga a todos los grupos sociales y que haga innecesarias las medidas de presión que normalmente emplean los grupos obreros.

4.1 Saint-Simon

Defiende el proceso industrializador, aunque lo entiende como un medio para lograr el bienestar de la mayor parte de la población. En su obra, contempla la diferenciación social, aunque esta tiene dos peculiaridades: la élite está conformada por los mejor preparados y su existencia está vinculada a la mejoría de los grupos más necesitados. El Estado planifica la economía, asesorado por los mejor preparados, pero en beneficio de la mayoría.

4.2 Charles Fourier

Planteaba una transición no traumática para adecuar la sociedad a los deseos de sus miembros. Su idea más importante fue la creación de falansterios. Consistían en un edificio comunitario rodeado por tierras de labor y que pretendía ser autosuficiente. En él convivían los tres grupos que, para Fourier, protagonizaban la producción: los que aportan capital, los que trabajan y los que aportan talentos. Estos grupos, de 1.620 habitantes en total, trabajarían con unos medios de producción comunes, dedicándose a las labores por ellos deseadas, asociando de esta manera el trabajo con el placer e intentando separarlo del carácter alienante que tenía en la producción industrial.

4.3 Robert Owen

Owen fue un industrial que ensayó en sus fábricas nuevos modelos de relación obrero-patrono, preocupándose por los salarios o por el tiempo de trabajo, ofreciendo viviendas dignas o favoreciendo la educación de los hijos de los trabajadores. En el pensamiento de este galés de origen humilde, destaca el análisis del entorno humano como causante de su carácter: un buen entorno social y económico mantendrá el carácter bueno por naturaleza. Fue también promotor de la organización en cooperativas como sistema de producción justo. Eran cooperativas de producción y consumo que pretendían dar a los trabajadores el poder sobre los medios de producción.

5. El Auge de las Ideologías

5.1 Marxismo

El desarrollo del socialismo científico está protagonizado por Carlos Marx (1818-1883), figura siempre vinculada a la de Federico Engels (1820-1895). Realizaron publicaciones conjuntas, aunque también Engels financió la edición de algunas de las obras de Marx. De todas estas colaboraciones, destacan especialmente la que realizan en la redacción y publicación del Manifiesto Comunista, relacionado con los acontecimientos revolucionarios de 1848, donde parten de la idea de que todas las sociedades han vivido la lucha de clases y, en estos momentos, esta se manifiesta entre el proletariado y la burguesía. Su gran obra, El Capital (1867), analiza los modos de producción y presenta su teoría económica. El pensamiento marxista presenta una serie de elementos fundamentales:

  • Desde un primer momento, se opone al idealismo.
  • También se opone políticamente al socialismo utópico, ya que considera que es idealista y que, en la práctica, nunca llegaría a la revolución. Su propuesta es el socialismo científico, sosteniendo que todos los fenómenos sociales se deben a causas materiales y solo pueden ser explicados adecuadamente si recurrimos a esas motivaciones materiales. Por ello, en su obra es tan importante la relación entre la teoría y la práctica (praxis).
  • Dialéctica: es su método para comprender el mundo y explica el cambio y la evolución de los acontecimientos históricos. Es un movimiento de contrarios, donde se enfrentan fuerzas opuestas para la construcción de algo nuevo (tesis y antítesis). La oposición de contrarios es necesaria para que se produzca una evolución (síntesis); en otro caso, no ocurriría nada en la sociedad. Así, la dialéctica explica el cambio y la evolución mediante la confrontación de opuestos.
  • Lucha de clases: el devenir de la historia está condicionado por los enfrentamientos entre los grupos sociales. La necesidad de satisfacer las necesidades materiales lleva a la oposición entre las clases. Marx contempla este hecho como algo positivo, ya que desencadena la revolución y cambia las relaciones sociales.
  • Dictadura del proletariado: Marx asocia el Estado capitalista con la dictadura de la burguesía. Así, es necesaria la transición al Estado comunista, lo que se logra mediante la dictadura del proletariado a través de la supresión de las clases sociales.
  • Teoría económica: parte de los términos de valor y plusvalía. El valor no es el precio que el producto tiene en el mercado (ese es el que le asigna el capitalista en función de la demanda), sino el gasto de la energía realizado por los trabajadores. El problema es que el capitalista no remunera adecuadamente esa fuerza de trabajo, sino que la compra y la explota, pagándole tan solo salarios de subsistencia. La diferencia entre el precio al que compra la fuerza de trabajo y el precio al que vende el producto es la plusvalía.

La oposición entre capital y trabajo es fundamental para entender a Marx, ya que él considera que las divisiones sociales y políticas de la sociedad capitalista son el resultado de ella. Solo la sociedad socialista será capaz de solucionar esta contradicción.

5.2 Anarquismo

El pensamiento anarquista, mucho más heterogéneo que el socialismo científico, engloba desde planteamientos cooperativistas basados en la organización de comunas agrarias hasta la legitimación de acciones terroristas. Aun así, los movimientos anarquistas presentan una serie de características comunes:

  • Defensa de la autonomía del individuo frente al grupo (lo que choca frontalmente con el concepto de clase social de Marx).
  • Valoración de la libertad como principio fundamental, repudiando toda idea de autoridad.
  • Confianza en la educación y el conocimiento para hacer libre al ser humano.
  • Negación del Estado, al que consideran corruptor y causante de los males de la humanidad. Es importante destacar la gran diferencia que, en este aspecto, existe con el marxismo.
  • Rechazan los distintos sistemas de representación política, incluido la democracia. Al no entrar en el juego de las elecciones, defienden el abstencionismo.
  • Frente al partido, prefieren la comuna o el sindicato.
  • Ante la importancia que Marx daba a los obreros industriales en el proceso revolucionario, el anarquismo da mayor protagonismo al campesinado.

Sus principales representantes fueron:

  • Pierre-Joseph Proudhon: de origen francés, deja gran cantidad de obra escrita. Una de sus tesis fundamentales se resume en la afirmación «la propiedad es un robo», donde critica las teorías que defienden la propiedad como un derecho natural del hombre, puesto que el origen natural de las riquezas debería ser común.
  • Mijaíl Bakunin: sus escritos presentan características propias del anarquismo, como el culto a la libertad del individuo dentro de la sociedad («No soy libre yo mismo en tanto reconozco la libertad y humanidad de todos los hombres que me rodean»), la preocupación por la educación, la defensa de la propiedad colectiva frente a la individual, la supresión del Estado, el rechazo de toda autoridad y el protagonismo del campesinado en la revolución anarquista. Propone una organización de comunas autónomas con la capacidad de federarse voluntariamente.
  • Piotr Kropotkin: crea lo que se denominó anarcocomunismo. Defiende la creación de pequeñas fábricas que se gestionarían como cooperativas de obreros, que serían de propiedad común y con una comuna.

6. El Movimiento Obrero en la Práctica

6.1 La Primera Internacional

En 1864, tiene lugar en Londres la primera reunión de la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores), conocida como la Primera Internacional, con la finalidad de organizar el movimiento obrero europeo. Este está formado por un grupo heterogéneo, en el que hay marxistas, anarquistas, tradeunionistas, cartistas y socialistas. Dentro de estas tendencias, destacaron los enfrentamientos entre Marx y Bakunin como principales representantes del marxismo y el anarquismo. Básicamente, los separaba su concepción del Estado, esencial en la teoría revolucionaria marxista una vez que estuviese en manos del proletariado, mientras que, para el anarquismo, era prácticamente la causa de todos los males y abogaba por su abolición. Otras diferencias están en el papel del grupo o del individuo: para el marxismo, el conjunto social es básico para el triunfo de la revolución; el anarquismo, sin embargo, es más individualista. El marxismo se centra más en los obreros industriales; para los anarquistas, los campesinos constituyen el más importante grupo revolucionario. Los marxistas aceptan las elecciones y los partidos políticos; los anarquistas son abstencionistas, prefieren el movimiento sindical a los partidos. Más que a las presiones externas, los exiguos logros de la Primera Internacional se debieron a las disensiones internas, que incluso finalizaron con la expulsión de los anarquistas de la AIT en el Congreso de La Haya (1872).

6.2 El Gobierno Obrero de la Comuna

Su origen está en la derrota francesa en la guerra franco-prusiana (1870-1871). El gobierno de Napoleón III, incapaz de frenar el avance prusiano, huye a Versalles, dejando una Francia parcialmente ocupada y a las tropas prusianas a las puertas de París. Ante esta situación, las masas populares toman la calle con continuas manifestaciones y sublevaciones. El gobierno de Versalles pacta un armisticio con Bismarck, hecho que es visto en París como una traición y que provoca una radicalización de las masas, que exigen un gobierno comunal para la capital. Este se establecerá en las elecciones de la ciudad de 1871. En la Declaración del Pueblo Francés, se establece libertad total de reunión y prensa, la congelación de los alquileres, limitación del trabajo nocturno y ocupación por los obreros de los talleres abandonados. Parecía ser el primer gran gobierno obrero en Europa. El final de la Comuna dependió, en gran medida, del gobierno paralelo de Versalles, apoyado por el propio Bismarck. Ambos temían una posible extensión de los acontecimientos parisinos. El ejército de Napoleón III entra en París y ejerce una durísima represión sobre los comuneros. En muchos países, se culpa a los internacionalistas de la extraordinaria violencia de los acontecimientos, lo que provocó la persecución de asociaciones obreras y un distanciamiento, respecto a ellas, de los sectores más liberales de la sociedad. Se hizo evidente el temor de las clases media y altas ante la posible extensión de acontecimientos similares.

6.3 La Segunda Internacional

Tras el fracaso de la Primera Internacional, los movimientos obreros se concentrarán en lograr un desarrollo interno dentro de sus países. Aparecen partidos puramente obreros en toda Europa, como el Partido Socialista Obrero Español (1879) o el Partido de los Trabajadores Socialistas de Francia (1880). De todos ellos, tal vez el más representativo sea el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), fundado en 1875. A pesar de ello, se mantuvieron las tentativas de rescatar el internacionalismo. La Segunda Internacional se celebrará en París en 1889, estando representados delegados socialistas de la mayor parte de los países europeos. El hecho de organizarse como una federación de partidos socialistas le dio una estructura mucho más flexible que la Primera. De ella surgen decisiones y hechos simbólicos que, con el tiempo, se han convertido en auténticas referencias para la clase trabajadora. Tal vez el más destacado sea el 1º de mayo, que nace como reivindicación internacional de la jornada de 8 horas. Por ello, se determinó que, en todos los países, se realizasen manifestaciones apoyando esta causa el día 1º de mayo de 1890. Este hecho se conmemora aún hoy en día en todo el mundo como el Día de la Clase Trabajadora.

Dentro de los temas tratados en los distintos congresos, destacan:

  • El revisionismo: los revisionistas, encabezados por Bernstein, consideran necesario revisar los planteamientos del marxismo. Así, defienden la involucración de los partidos obreros en la vida política para obtener mejoras sociales y políticas; incluso aceptan la colaboración con partidos burgueses, tendencia que fue rechazada.
  • Los problemas coloniales: era también un tema complejo, ya que, para algunos, significaría una extensión capitalista que entendía a algunas razas como inferiores y una nueva forma de explotación.
  • El clima de guerra: los intereses nacionales de los obreros se impusieron a sus intereses como clase, y la realidad es que, cuando estalla la guerra, los grupos obreros de cada país adoptaron posturas nacionalistas que se apartaron del clima de pacifismo que había promulgado la Internacional.

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