El Fracaso del Estatuto Real
La reacción de la regente María Cristina ante la insurrección carlista fue tibia, y el gobierno de Francisco Bermúdez, un absolutista moderado, intentó buscar un acuerdo. La monarquía isabelina necesitaba conseguir más apoyos y la regente nombró un nuevo gobierno, encabezado por Martínez de la Rosa, que propuso la promulgación del Estatuto Real para formar unas Cortes estamentales con dos cámaras que no tenían atribuciones legislativas ni de soberanía, sino un carácter consultivo y subordinado al monarca. Se crearon juntas que demandaban el restablecimiento de la Constitución de 1812. Para conseguir el apoyo de los liberales y restablecer la autoridad y el orden público, la regente nombró un nuevo gobierno encabezado por un liberal progresista, Mendizábal.
El Nuevo Orden Constitucional
Los progresistas desmantelaron las instituciones del Antiguo Régimen e implantaron un régimen liberal, constitucional y de monarquía parlamentaria. Se redactó la Constitución de 1837, que reconocía el principio de soberanía nacional, los derechos de los ciudadanos, la división de poderes, la confesionalidad católica del Estado, la financiación de la Iglesia católica, la introducción de una segunda cámara de designación real, la soberanía compartida y la concesión de amplios poderes a la Corona. Las colonias serían gobernadas por leyes de excepción al margen de la Constitución, la Ley de Imprenta y la Ley Electoral, que fijó un sufragio restringido a los mayores de 25 años que pagasen una renta mínima de contribución.
El Trienio Liberal (1820-1823)
Triunfó un pronunciamiento en favor de la Constitución encabezado por Rafael del Riego. La pasividad del ejército real y la acción de los liberales en las ciudades obligaron al rey a aceptar la Constitución de 1812. Se formó un nuevo gobierno, regresaron liberales y afrancesados, y se convocaron elecciones en las que ganaron los liberales.
La Reforma
- Abolición del Antiguo Régimen.
- Supresión de los señoríos (lo que permitió liquidar el feudalismo en el campo). La tierra se convirtió en mercancía, lo que favoreció las relaciones de tipo capitalista entre propietario y campesinos.
- Aprobación de una reforma eclesiástica. Se llevó a cabo una desamortización de tierras del clero regular, que pasaron al Estado y fueron vendidas a particulares en subasta pública. Se limpiaba así el poder de la Iglesia, se conseguían recursos para la Hacienda y se potenciaba la producción agraria.
- Reforma del sistema fiscal, disminución del diezmo que cobraba la Iglesia.
- Eliminación de los gremios, libertad de industria.
- Se instauró la Milicia Nacional y se promulgó un Código Penal.
Los Primeros Partidos Políticos
La instauración del liberalismo trajo la formación de órganos representativos (Cortes, Ayuntamientos, Diputaciones), cuyos miembros eran electivos. Los partidos políticos fueron los instrumentos para proveer de representantes a esas instituciones y organizar las diferentes opciones políticas. Tenían poco arraigo social porque el derecho a voto estaba muy restringido. Durante el reinado de Isabel II, las grandes opciones del liberalismo fueron la moderada y la progresista, y entre ambas surgió la Unión Liberal, un partido con intenciones centristas. También se formaron opciones más radicales, como el Partido Demócrata, que criticaba la monarquía, y el Partido Republicano, que propugnaba la abolición de la monarquía.
Las Bases del Régimen Moderado
Narváez formó nuevo gobierno. Objetivo: clausurar la etapa revolucionaria e implantar un nuevo régimen basado en la autoridad, el orden y la represión. Se trataba de crear un sistema liberal moderado que garantizase el dominio de lo que los demócratas llamaban oligarquía: la burguesía terrateniente y financiera, y sectores de profesionales liberales y del ejército. Elaboraron la Constitución de 1845, que asentaba los principios del moderantismo: sufragio censitario restringido (solo votaban los grandes contribuyentes y personalidades destacadas de la cultura, administración, Iglesia y el ejército).
El Gobierno Unionista de O’Donnell
Tuvo una duración excepcional, de tranquilidad. Las nuevas elecciones ratificaron una cómoda mayoría unionista y permitieron una pequeña participación a la oposición, lo que alejó los pronunciamientos. Liberalizó la Constitución de 1845 al disminuir el control de la prensa, aumentar la autonomía de los ayuntamientos y reforzar el poder judicial. Prosiguió la expansión del ferrocarril, reanudó la desamortización civil y aumentó la inversión en obras públicas. Fueron años de expansión económica y de incremento de los recursos de Hacienda, que se gastaron en una activa política exterior. España participó en operaciones militares que pretendían rehacer su imagen como potencia colonial y estimular el patriotismo y el nacionalismo español. Se realizó una expedición a Cochinchina para castigar una matanza de misioneros, una intervención en México para exigir el pago de la deuda contraída y una campaña en Marruecos con el pretexto de un ataque rifeño a Ceuta. Esto promovió una oleada de patriotismo que alcanzó su cenit con las victorias de Tetuán y Castillejos, que otorgaron gran prestigio al militar progresista Juan Prim. La Paz de Wad-Ras permitió la ocupación del Ifni y la ampliación de Ceuta. O’Donnell decidió incorporar a Prim al gobierno. El disgusto de la reina derivó en conspiración y O’Donnell tuvo que dimitir.