Nos encontramos ante cuatro documentos de carácter político que abarcan el período del Sexenio Democrático de 1868 a 1874.
En un contexto de malestar social creciente provocado por una crisis de subsistencia, debido a las malas cosechas, una crisis económica-financiera por el fracaso de la Ley de Ferrocarriles de 1855, crisis industrial (crisis textil del algodón debido a la guerra de Secesión estadounidense) y crisis política a causa de la corrupción y la falta de libertades, se produjo en 1868 un intento de cambiar por la fuerza las bases de un sistema en el que solo se beneficiaba a los moderados y a las clases altas y que tenían a la reina como principal defensora.
La Revolución de 1868 y el Gobierno Provisional
En 1868 el almirante Topete, apoyado por Prim y Serrano, se sublevó en Cádiz triunfantemente (La Gloriosa). Al mismo tiempo se formaron Juntas Provinciales en todo el país, en Cádiz bajo el lema “España con honra” y en Valencia “Abajo los borbones”. Isabel II estaba sin apoyo y, tras perder en la batalla de Alcolea, abdicó y partió al exilio en Francia. En el documento uno se nos presenta un manifiesto emitido por la Junta de Gobierno en Málaga donde se observa cómo desean llegar a unos principios como la libertad de culto, de asociación, de prensa, de pensamiento, económica, un sufragio universal… y todo ello recogido en una Constitución nueva elaborada por las Cortes.
Pero estas medidas tan radicales no eran apoyadas completamente por los unionistas, que basculaban más hacia el moderantismo, o por los progresistas, cuyo objetivo ya estaba cumplido: derrocar a la monarquía. La Junta Revolucionaria de Madrid formó un Gobierno provisional regentado por Serrano y presidido por Prim, integrado por progresistas y unionistas que contaban con el apoyo de los demócratas. El nuevo gobierno aprobó alguna de las medidas de las Juntas y puso en marcha una serie de reformas políticas (reconocimiento de las libertades democráticas) y económicas. Convocó a unas Cortes Constituyentes elegidas mediante sufragio universal, que dieron triunfo a la coalición gubernamental y se encargaron de crear una comisión para redactar la Constitución de 1869.
La Constitución de 1869 y el Reinado de Amadeo I
En el documento dos se nos muestra tanto el preámbulo de dicha constitución (en el que se indica que el sufragio será universal y que las Cortes (bicamerales) son la representación de la nación) como algunos artículos de los cuales se destaca la soberanía nacional (entendida como soberanía popular), se establece la división de poderes dando forma a este gobierno de monarquía, además se establece la libertad de culto, de expresión, de reunión y asociación, así como la de prensa. Esta Constitución fue la primera democrática de nuestra historia, así como la más avanzada y de carácter progresista.
Serrano, después de la promulgación, fue nombrado regente provisional mientras Prim buscaba un candidato al trono europeo que fuera liberal, católico y que jurase la constitución. El candidato elegido fue Amadeo de Saboya (hijo de Víctor Manuel de Italia), que juró la Constitución en 1871. A su llegada, este rey se encontró solo, pues habían asesinado a su padrino político Prim, contaba con un apoyo escaso y con grandes problemas que afrontar como las dificultades de gobierno por la ruptura de la coalición gubernamental, la guerra de Cuba, la tercera guerra carlista o la oposición creciente republicana.
Ante estas dificultades, como vemos en el documento 3, Amadeo decide renunciar al trono el 11 de febrero de 1873, pues se muestra incapacitado para llegar a una solución no por falta de insistencia, sino porque el peligro para los españoles son los propios españoles.
La Primera República y el Cantonalismo
El mismo día de su abdicación se reúnen las Cortes y el Senado en una Asamblea Nacional y proclaman la República, eligiendo para presidir el gobierno a Estanislao Figueras, defensor de una república unitarista que llevó a cabo un proyecto de constitución y que, por falta de apoyo de masas y defensores cualificados, llevaron al país a unas nuevas elecciones. Salió elegido Pi i Margall, partidario de la república federal, que elaboró el proyecto de Constitución federal expuesto en el documento 4, donde contemplaba a España como una nación con 17 estados, entre los que encontrábamos a Cuba o a Puerto Rico, con una república federal como forma de gobierno, una soberanía nacional con sufragio universal y un estado descentralizado donde el poder de la federación aparece dividido en tres niveles: municipio, estado regional y nación.
Durante el breve periodo republicano, la sublevación cantonal, en la que destacaba el cantón de Cartagena, fue el conflicto más grave y lo que provocó la mayor crisis para el gobierno. El cantonalismo era un fenómeno donde se mezclaban las aspiraciones autonomistas propiciadas por los republicanos federales intransigentes con las aspiraciones de revolución social inspiradas con las nuevas ideas internacionales. La proclamación de cantones independientes, con sus gobiernos autónomos y su propia legislación, fue la consecuencia de aplicar de forma radical y directa la estructura federal desde abajo. Estas revueltas hicieron dimitir a Pi i Margall, dejándole el gobierno a Salmerón, que, incapaz de firmar las condenas de muerte de los intransigentes, dimite y le cede a Castelar, que restablece el orden hasta que en 1874 Pavía da un golpe de Estado y pone fin a la I República, regresando de nuevo a la dinastía borbónica.