La reivindicación estatutaria durante la Segunda República
En 1918, el gobierno liberal de Romanones creó una comisión para reconocer un estatuto al País Vasco y repartir competencias entre el Estado y la región. Sin embargo, el cambio de gobierno y la crisis política de 1917 hicieron fracasar la reivindicación estatutaria.
La proclamación de la Segunda República dejó ver que era hora de que se hiciera realidad la autonomía vasca. Fernando Sasiaín, republicano, y Prieto, socialista, gestionaron la inclusión de la autonomía vasca en la organización republicana. El movimiento autonomista vasco se puso en marcha en abril de 1931.
José Antonio Aguirre, alcalde nacionalista de Getxo, encabezó un movimiento de ayuntamientos en pro de la autonomía, que culminó en la reunión de Estella en junio de 1931, con apoyo de nacionalistas y carlistas. Después de algunas enmiendas se aprobó un proyecto de Estatuto (de Estella). El artículo más conflictivo era que el poder autonómico se reservaba la facultad de negociar concordatos con la Santa Sede.
El Estatuto de Estella fue aprobado por muchos alcaldes y apoyado por nacionalistas, carlistas y católicos independientes. En diciembre de 1931 se encarga la elaboración de un nuevo proyecto de estatuto a las comisiones gestoras. El gobierno se aseguraba que el futuro estatuto se haría conforme al espíritu laico y republicano de la Constitución.
La izquierda republicana y socialista apoyó el proyecto, y los nacionalistas lo aceptaron. Sin embargo, los carlistas y el resto de las fuerzas católicas lo rechazaron por tener un carácter antirreligioso y antimoral. El nuevo estatuto recortaba las facultades autonómicas vascas pero era más democrático.
En junio de 1932, en la Asamblea de Alcaldes reunida en Pamplona, la mayor parte de ellos aceptaron el estatuto. Navarra rechazó el proyecto y en febrero de 1933, los ayuntamientos vascos aceptaron el nuevo proyecto que excluía a Navarra del estatuto.
El nuevo proyecto fue contemplado con indiferencia por la izquierda, pero contó con el fervor del nacionalismo. La aprobación definitiva del estatuto requeriría la convocatoria de un referéndum. En Bizkaia y Guipúzcoa fue aprobado por mayoría, sin embargo en Álava solo votó la mitad a favor lo que supuso el rechazo en Álava.
En las elecciones de 1933, el nacionalismo consiguió una representación numerosa en el parlamento, pero el proyecto del estatuto quedó congelado durante el Bienio Radical-Cedista. En las elecciones de 1936, el Frente Popular incluyó el estatuto en su programa electoral. Finalmente se aprobó el 1 de octubre de 1936.
El estatuto estuvo en vigor durante 9 meses y solo fue efectivo en Bizkaia, hasta su conquista por las fuerzas navarras en 1937.
La Guerra Civil en el País Vasco
En julio de 1936, el País Vasco quedó dividido en dos zonas: donde se encontraba el bando Nacional (Álava y Navarra) y la zona del bando Republicano (Bizkaia y Guipúzcoa). En Guipúzcoa se produjeron sublevaciones derechistas que fueron sofocadas por la milicia y la Guardia Civil. En Bizkaia, el gobernador civil mantuvo la tranquilidad en la provincia y no se desencadenaron disturbios.
El nacionalismo vasco se mantuvo de forma mayoritaria fiel a la República. Se constituyó la Junta de Defensa de Guipúzcoa, formada por todas las fuerzas del Frente Popular, pero los desacuerdos entre ellos provocaron disputas entre anarquistas y nacionalistas.
El coronel Beorlegui emprendió una ofensiva tomando la ciudad de Irún el 4 de septiembre. Esta conquista significaba el aislamiento de Francia de la zona norte republicana. En San Sebastián, los anarquistas estaban decididos a defender la ciudad, pero los nacionalistas eran partidarios de abandonarla por la imposibilidad de defenderla. Tras la conquista de la capital donostiarra por los navarros, el 13 de septiembre, Guipúzcoa quedaba a merced de los nacionales. El frente se estabilizó en el valle del Deba, pero muchos refugiados tuvieron que huir a Bizkaia.
El 12 de agosto se había formado la Junta de Defensa de Bizkaia, con mayor participación nacionalista que en Guipúzcoa. Pero el 23 de septiembre, las principales competencias pasaron al recién creado Gobierno Vasco. Manuel de Irujo se convertiría en el primer nacionalista que formaba parte de un gobierno español. Aguirre fue el primer lehendakari de un gobierno mixto de nacionalistas y republicanos de izquierda que se comprometió a salvaguardar las características nacionales del pueblo vasco.
El aislamiento del territorio permitió una independencia que fue aprovechada por el gobierno vasco para crear moneda propia, una policía (Ertzaintza), la ikurriña como bandera autonómica (pero no de partido) y el ejército vasco o Eusko Gudarostea.
El gobierno vasco emprendió una ofensiva contra Villarreal, llave del dispositivo de defensa alavés, cuya ruptura habría significado la caída de Vitoria. Pero la dura resistencia de los pocos defensores locales y la llegada de refuerzos convirtieron el avance en una derrota.
La derrota en Vitoria obligó a tomar posiciones defensivas y a preparar un cinturón defensivo, llamado Cinturón de Hierro, que protegería Bizkaia. El general Mola lideraba el ejército del Norte, formado por navarros, y decidía la conquista de Bizkaia para obtener la riqueza industrial que la España nacional necesitaba para proseguir la guerra.
El avance nacional fue duro, por la difícil geografía de Bizkaia, y la aviación tuvo que emplearse en romper el frente en Ochandiano, Durango y Gernika. Un bombardeo alemán causó muchos muertos en Gernika. La muerte de Mola no trastocó los planes de los grupos nacionales.
Soldados de izquierdas querían seguir luchando, pero los nacionalistas estaban hundidos y depusieron las armas ante los voluntarios italianos, en el llamado Pacto de Santoña. La Guerra Civil duró poco tiempo en tierras vascas, y no alcanzó la dureza que en otras tierras.