Los Reinos Germánicos y el Imperio Carolingio: La Transformación de Europa Occidental

1. Los Reinos Germánicos

La formación de nuevos reinos

Con la caída del Imperio Romano (476), los pueblos germánicos formaron reinos independientes:

  • El Reino Ostrogodo ocupaba la península Itálica y Dalmacia.
  • El Reino Visigodo se extendió por el sur de la Galia e Hispania.
  • El Reino Franco y el Reino Burgundio ocupaban el norte y el noreste de la Galia, respectivamente.
  • El Reino de los Alamanes se formó en torno al río Rin.
  • El Reino de los Anglosajones se expandió por Inglaterra.

Estos pueblos adoptaron muchos aspectos de la vida de los romanos.

Las monarquías germánicas

Los pueblos germánicos tenían un sistema monárquico de gobierno. Los monarcas conservaron la moneda imperial y fueron asimilando su legislación a la romana. El latín continuó siendo la lengua oficial y el cristianismo se impuso como religión oficial. La Iglesia fue ganando importancia y poder. La cultura quedó en manos de clérigos y monjes.

2. La Ruralización de Occidente

Con la desaparición del Imperio Romano, se inició un periodo de inseguridad en Occidente. Dio lugar a frecuentes razias y saqueos, y a un clima de terror entre la población. Puso fin a la prosperidad del comercio y de la artesanía. Las ciudades se despoblaron y quedaron con muy poca actividad económica. La agricultura se convirtió en la actividad dominante y los que poseían la tierra ganaron fuerza y poder.

3. El Imperio Bizantino

El Imperio Bizantino, también llamado Imperio Romano de Oriente, logró frenar las invasiones germánicas y mantenerse casi mil años. Su capital, Constantinopla, se convirtió en un gran centro político y cultural que unía las tradiciones helenística, romana y cristiana. Su época de mayor esplendor fue bajo el reinado de Justiniano, que se propuso restablecer el Imperio Romano. Conquistó la costa dálmata, Sicilia, Cerdeña, Córcega, las Islas Baleares, parte del norte de África y el sur de Hispania. Justiniano recopiló las leyes romanas en doce libros, el Código de Justiniano, y embelleció Constantinopla. El Imperio Bizantino gozó en esta etapa de una gran prosperidad económica gracias a una floreciente agricultura.

Un imperio cristiano y oriental

Entre los siglos VII y IX, Bizancio perdió una gran parte de las conquistas de Justiniano. Entonces el imperio se replegó sobre su zona oriental, se helenizó y el griego se convirtió en lengua oficial. En los siglos siguientes se inició un nuevo periodo de prosperidad, conocida como la Segunda Edad de Oro. El emperador Basileos gozaba de un poder absoluto. Después de varios siglos de tensiones religiosas, la separación de la Iglesia romana y bizantina (Cisma de Oriente) en el año 1054, los cristianos de oriente se llamaron ortodoxos y los de occidente, católicos. A partir del siglo IX, la prosperidad de Bizancio empezó a decaer y el imperio se descompuso lentamente como resultado de los constantes ataques de los ejércitos turcos a sus fronteras. La capital, Constantinopla, fue conquistada y el Imperio Bizantino desapareció.

La Hispania Visigoda

En el año 409, en plena crisis del Imperio Romano, penetraron en Hispania los pueblos bárbaros: suevos, vándalos y alanos. Los visigodos, aliados de Roma, acudieron a la península, expulsaron a vándalos y alanos al norte de África y arrinconaron a los suevos en Galicia. A finales del siglo V, habían creado el Reino de Tolosa. Los francos derrotaron a los visigodos y los expulsaron al sur de los Pirineos. Los visigodos, hacia el año 554, organizaron un reino con capital en Toledo (Toletum).

Los enfrentamientos por la corona entre la nobleza visigoda provocaron la llegada de los bizantinos, que consiguieron anexionar una amplia franja del sudeste peninsular.

Los visigodos en el actual Madrid

A partir del siglo V, los visigodos controlaron gran parte de la Meseta Central. Se mantiene activa la antigua ciudad romana de Complutum.

El reino visigodo en Toledo

La monarquía visigoda consiguió conquistar todo el territorio peninsular, expulsó a los suevos, conquistó numerosos territorios a los bizantinos y detuvo a los francos. Con el objetivo de crear una monarquía fuerte, los reyes convirtieron en hereditaria la corona. Bajo la misma ley, el rey Leovigildo derogó la ley que prohibía los matrimonios mixtos. El rey Recaredo consiguió la unificación religiosa al convertirse, junto a un buen número de nobles visigodos, al catolicismo. Finalmente, el rey Recesvinto logró la unificación jurídica al establecer una única legislación para todo su reino: el Liber Iudiciorum. A principios del siglo VIII, los constantes enfrentamientos provocaron que un ejército musulmán derrotara al último rey visigodo.

La economía y la sociedad visigoda

La economía visigoda era básicamente agrícola y de subsistencia. La debilidad de las ciudades y la disminución del comercio provocaron la ruralización de la sociedad. La nobleza y el clero, propietarios de tierras, eran los grupos más privilegiados.

4. El Imperio Carolingio

Carlomagno, rey de los francos

Los francos eran un pueblo de origen germánico que expulsó a los visigodos de la Galia. Carlos Martel se enfrentó a un ejército de musulmanes que habían conquistado el reino visigodo de Toledo y los derrotó cerca de Poitiers (732). Su sucesor, Pipino el Breve, se convirtió en rey de los francos y fundó una nueva dinastía que recibe el nombre de Carolingia. Su hijo, Carlomagno, tuvo una enorme importancia en la historia europea. Durante su reinado (768-814), creó un imperio que abarcaba casi toda Francia actual, el este de Alemania, el norte de Italia y la actual Austria. Su objetivo era unir bajo su cetro imperial a toda la cristiandad europea.

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