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. Fernando VII: absolutismo y liberalismo Se inicia en 1814 el “segundo reinado” de Fernando VII que se prolongaría hasta su muerte en 1833. Se suele clasificar, atendiendo a un criterio ideológico que manifiesta el carácter sinuoso del reinado, en tres etapas:
Sexenio absolutista (1814-1820) Trienio liberal (1820-1823) Década absolutista u “ominosa” (1823-1833) Sexenio absolutista En virtud del Decreto de Valencia la monarquía se retrotraía a 1808. Inmediatamente se puso en marcha la feroz represión reaccionaria, tanto por parte de las autoridades como de incontrolados. A este persecución de los liberales se uníó la expatriación de los afrancesados. El Sexenio habría de encarar dos grandes dificultades: la fractura civil producida en la sociedad por razones ideológicas y los intentos de reconstrucción de la economía en un país asolado por la guerra. En su conjunto se trataba de una tarea imposible que explica lo efímero de los gobiernos y sobre todo la volatilidad en la secretaría de Hacienda. Ello permite entender que conservar las colonias sudamericanas se convirtiera en obsesión. En 1816 fue nombrado secretario de estado de Hacienda Martín de Garay. Su intento de reforma se centró en incrementar la presión fiscal de forma ordenada pero en medio de una economía desajustada, con una fuerte contracción del consumo que dificultaría la recuperación industrial y comercial. El hundimiento de las expectativas iría produciendo un creciente descontento, fomentado por la oposición liberal. Una parte del antiguo colectivo guerrillero que había hecho la guerra a los franceses se vio afectado por la drástica reducción del ejército iniciada en 1814. Su fuerte malestar les empujaría hacia el liberalismo.
La necesidad de ir articulando un mercado nacional ante la más que probable emancipación americana, fue alejando también a los sectores burgueses del régimen. Los diversos pronunciamientos del Sexenio responden a una tipología muy similar. Son movimientos encabezados por militares de graduación intermedia con fines políticos, aunque sin un apoyo popular sustancial. El resultado era siempre el mismo pero la reincidencia alude a un malestar latente y creciente que emergería con más éxito en 1820. El precipitante vendría propiciado por el envío de tropas a América en medio de grandes penurias financieras y logísticas (España carecía de armada). Las tropas acantonadas, mal alimentadas, enfermas y sin cobrar escucharon las voces conspirativas de los elementos masones y liberales. El 1 de Enero de 1820, el teniente coronel Rafael de Riego se pronunció en Las Cabezas de San Juan (Sevilla) a favor de la Constitución de 1812. Se iniciaba una pintoresca peripecia: Riego y sus hombres recorrerían Andalucía sin conseguir apoyos significativos pero la autoridad gubernamental tampoco supo atajar el movimiento en lo que resulta un sorprendente equilibrio de incapacidades. En los últimos días de Febrero, diversas guarniciones secundaron a Riego. El rey dudó y, al final se decidíó a acatar la Constitución Los objetivos de 1814, es decir, adaptarse a la realidad sin alterar los principios del Antiguo Régimen y aumentar el erario público sin mermar los intereses de los estamentos privilegiados, eran imposibles en una época que seguía siendo, para España, de guerra.
. Fernando VII: absolutismo y liberalismo Se inicia en 1814 el “segundo reinado” de Fernando VII que se prolongaría hasta su muerte en 1833. Se suele clasificar, atendiendo a un criterio ideológico que manifiesta el carácter sinuoso del reinado, en tres etapas:
Sexenio absolutista (1814-1820) Trienio liberal (1820-1823) Década absolutista u “ominosa” (1823-1833) Sexenio absolutista En virtud del Decreto de Valencia la monarquía se retrotraía a 1808. Inmediatamente se puso en marcha la feroz represión reaccionaria, tanto por parte de las autoridades como de incontrolados. A este persecución de los liberales se uníó la expatriación de los afrancesados. El Sexenio habría de encarar dos grandes dificultades: la fractura civil producida en la sociedad por razones ideológicas y los intentos de reconstrucción de la economía en un país asolado por la guerra. En su conjunto se trataba de una tarea imposible que explica lo efímero de los gobiernos y sobre todo la volatilidad en la secretaría de Hacienda. Ello permite entender que conservar las colonias sudamericanas se convirtiera en obsesión. En 1816 fue nombrado secretario de estado de Hacienda Martín de Garay. Su intento de reforma se centró en incrementar la presión fiscal de forma ordenada pero en medio de una economía desajustada, con una fuerte contracción del consumo que dificultaría la recuperación industrial y comercial. El hundimiento de las expectativas iría produciendo un creciente descontento, fomentado por la oposición liberal. Una parte del antiguo colectivo guerrillero que había hecho la guerra a los franceses se vio afectado por la drástica reducción del ejército iniciada en 1814. Su fuerte malestar les empujaría hacia el liberalismo.
La necesidad de ir articulando un mercado nacional ante la más que probable emancipación americana, fue alejando también a los sectores burgueses del régimen. Los diversos pronunciamientos del Sexenio responden a una tipología muy similar. Son movimientos encabezados por militares de graduación intermedia con fines políticos, aunque sin un apoyo popular sustancial. El resultado era siempre el mismo pero la reincidencia alude a un malestar latente y creciente que emergería con más éxito en 1820. El precipitante vendría propiciado por el envío de tropas a América en medio de grandes penurias financieras y logísticas (España carecía de armada). Las tropas acantonadas, mal alimentadas, enfermas y sin cobrar escucharon las voces conspirativas de los elementos masones y liberales. El 1 de Enero de 1820, el teniente coronel Rafael de Riego se pronunció en Las Cabezas de San Juan (Sevilla) a favor de la Constitución de 1812. Se iniciaba una pintoresca peripecia: Riego y sus hombres recorrerían Andalucía sin conseguir apoyos significativos pero la autoridad gubernamental tampoco supo atajar el movimiento en lo que resulta un sorprendente equilibrio de incapacidades. En los últimos días de Febrero, diversas guarniciones secundaron a Riego. El rey dudó y, al final se decidíó a acatar la Constitución Los objetivos de 1814, es decir, adaptarse a la realidad sin alterar los principios del Antiguo Régimen y aumentar el erario público sin mermar los intereses de los estamentos privilegiados, eran imposibles en una época que seguía siendo, para España, de guerra.