1. Llegada y Asentamiento Musulmán
La entrada de los musulmanes en la Península Ibérica está íntimamente ligada a su expansión por el norte de África. Parece que hubo una primera incursión en el 710 encabezada por Táriq, quien desembarcó en Tarifa. La debilidad del reino visigodo era patente previa a la entrada de los musulmanes, desde la perspectiva musulmana, una etapa más de la expansión. Táriq, lugarteniente del gobernador árabe Musa ibn Nusayr, desembarca en la península al frente de un ejército de bereberes en abril del 711. Dos meses después se produce la derrota de Don Rodrigo, junto al río Guadalete, inicio de la dominación musulmana en España. Después se dirigió a Córdoba y tras ello a Toledo que se le rindió. Poco después Musa llegaría a Cádiz, avanzando sobre Sevilla en el 712; al año siguiente conquistó Mérida; después avanzó hacia Zaragoza y llevó a cabo expediciones de reconocimiento hacia Narbona, decidiendo avanzar hacia el oeste (Asturias). Táriq, por su parte había ocupado León y Astorga. Llamados Musa y Táriq a Damasco, el hijo de Musa, Abdelaziz, continuó la tarea expansiva hasta su asesinato en el 716, concluyendo la fase de conquista y ocupación. Este nuevo territorio acogería a más inmigrantes, que recibieron trato desigual, lo que provocó reyertas entre ellos. A grandes rasgos:
- Los árabes se instalaron en las mejores tierras de la península, se asentaron en ciudades y desde ellas dirigían las explotaciones agrarias.
- Los bereberes se quedarían en lugares afines al de su antiguo hábitat, tanto en el interior como en Andalucía, dedicándose fundamentalmente a actividades ganaderas, también agrarias.
- Los sirios que acudieron para ayudar a sofocar la rebelión bereber se quedaron en zonas del sudeste en Andalucía.
El contacto con la población peninsular se realizó de las tres formas posibles: enfrentamiento militar, capitulación o pacto.
2. Evolución Política de Al-Ándalus
Se pueden dividir las siguientes etapas:
2.1. Emirato Dependiente (711-756)
Del 711 al 756, Al-Ándalus fue una provincia, emirato dependiente del califato de Damasco, dirigida por un wali. En esta etapa se produjo la llegada, conquista y asentamiento en la península; una fuerte centralización desde Córdoba, implantación de los primeros sistemas tributarios, dirigidos a dotar al estado de solvencia económica y el conflicto de intereses entre los invasores árabes y bereberes por la ocupación de las tierras.
2.2. Emirato Independiente (756-929)
Del 756 al 929 se constituyó en emirato independiente del poder central de Bagdad con la llegada de Abderramán I, único superviviente de la familia Omeya después de su derrota y exterminio a manos de los Abasíes y sus aliados. Abderramán I sería el fundador de la dinastía hispano-árabe de los Omeyas al proclamarse emir en Córdoba. Se declaró políticamente independiente pero respetuoso con la jefatura espiritual del califa de Bagdad.
- Dividió el territorio en circunscripciones; al frente de cada una estaban los jeques árabes.
- Organizó las fronteras, con capital en Zaragoza, Toledo y Mérida; sus gobernadores tenían facultades militares.
- Acrecentó los recursos estatales confiscando tierras y aumentando la presión fiscal.
- Creó un ejército profesional y también una armada.
- Favorecieron el integrismo malikí con el fin de asegurar una progresiva arabización de la sociedad, se potenció una cultura literaria expresada en árabe y la importación de modelos iraquíes y persas.
- Aumentó la población de las ciudades, primero con los soldados que llegaron a dominarlas, luego con los gobernantes y árabes que dirigían desde ellas sus propiedades y con la llegada de artesanos y comerciantes.
- Comenzó lentamente la conversión de los hispanogodos al islam (muladíes), por la posibilidad de conservar las propiedades y estar exentos de ciertos impuestos.
A mediados del siglo IX, con Abderramán II, el emirato estaba sólidamente establecido y alcanzó un periodo de fuerte crecimiento económico y esplendor cultural; pero a finales de siglo se inicia una profunda crisis política. Una crisis de desintegración al parecer iniciada en las marcas, donde los gobernadores intentan conseguir una mayor autonomía. A todo ello se unía el descontento de determinados grupos sociales.
2.3. Califato de Córdoba (929-1031)
Abderramán III llegó al trono como emir en el 912 dedicándose a reconstruir el poderío de los Omeya. En el 929 se autoproclamó califa. El califato suponía la independencia política y religiosa de Al-Ándalus. Para ello Abderramán III y su sucesor Al-Hakam II:
- Restauraron la unidad interna, acabaron con las rebeliones, estableciendo un control efectivo sobre las marcas.
- Reorganizaron el ejército creando una eficaz marina de guerra. Ejército que salvaguardaba las rutas caravaneras proveedoras de oro y del peligro los reinos cristianos.
- Aplacaron toda reivindicación de los fatimíes del norte de África al proclamarse califa.
- Llevaron a cabo una adecuada política exterior que potenció los intercambios comerciales y el enriquecimiento. Con el norte de África potenciaron las rutas caravaneras de oro; se reforzaron los lazos políticos y económicos con los reinos cristianos.
- Se produjo un fuerte crecimiento económico.
Tras la muerte de Al-Hakam II en el 976 se inicia la desintegración del califato. A Al-Hakam II le sucede su hijo Hisham II, menor de edad, lo que será aprovechado por Al-Mansur, quien toma las riendas del estado. Para legitimar su poder llevó a cabo una serie de campañas militares contra los reinos cristianos dominando territorios y obteniendo botín. Para ello reforzó y controló el ejército en el que introdujo elementos bereberes mercenarios y concedió en calidad de “señoríos”. A la muerte de Almanzor los bereberes y eslavos, son los que nombran y deponen a los califas. El periodo 1009-1035 será un periodo de confusión, crisis política, social. En el 1031 un consejo de notables reunido en Córdoba decretó la abolición del califato y el establecimiento de un consejo de estado, que ya solo gobernaba en la región de Córdoba. Las 30 ciudades más importantes tenían un gobernante más o menos independiente, se inicia el periodo de los reinos de taifas.
2.4. Reinos de Taifas (Siglo XI-XIII)
La unidad quedó rota en unos 20 pequeños reinos de taifas. Los taifas eran los grupos étnicos más importantes. Los más poderosos (Zaragoza, Toledo, Badajoz o Sevilla) estaban gobernados por árabes y muladíes; otros quedaron bajo el control de bereberes. Esta división fue aprovechada por los cristianos en su avance hacia el sur, reinos cristianos que pasaron de pagar tributos (parias). Toledo cayó en poder de Alfonso VI. Al-Mutamid de Sevilla pedirá ayuda al gobernante almorávide del norte de África, Yusuf ibn Tasufin.
2.5. Dinastías Africanas: Almorávides y Almohades (1086-1232)
En 1085, la caída del reino taifa de Toledo provocó el temor en los restantes, por lo que se pidió ayuda a los almorávides. Los almorávides salvaron Al-Ándalus consiguiendo unificar las taifas. No lograron reconquistar Toledo pero sí extenderse por el norte, Badajoz, Valencia, Zaragoza. El éxito almorávide fue efímero. Desde 1125 comenzaron a crecer los problemas:
- La presión de Alfonso I el Batallador que lanzó una ofensiva conquistando el valle del Ebro.
- Las sublevaciones en el Algarve, Murcia, Córdoba, Levante.
El descontento interior unido a las presiones externas estalló, Al-Ándalus se desintegró en nuevos reinos taifas. Estos reinos taifas quedaron de nuevo reunificados por los almohades que controlan Al-Ándalus desde la segunda mitad del siglo XII, tuvieron como capital a Sevilla. Defensores de la unidad consiguieron un poder efectivo sobre la mayor parte de Al-Ándalus, extendiendo su poder hasta las Islas Baleares. Alfonso VIII y el arzobispo de Toledo consiguieron del papa Inocencio III, la proclamación de una cruzada; una coalición de Castilla, Aragón y Navarra fundamentalmente, obtuvo una victoria sobre los almohades en Las Navas de Tolosa (1212), derrota que, junto a la descomposición interna provocó su caída así como el avance reconquistador. Al final de este periodo la dominación musulmana había desaparecido de España salvo una excepción, el reino nazarí de Granada. Fundado en 1231. En 1235 se apoderaría de Granada, capital. Sobrevivió gracias a una prudente diplomacia, el carácter montañoso del territorio y su proximidad al continente africano; junto a una actividad económica centrada en la producción de seda y azúcar de caña, así como el intenso tráfico marítimo desde Málaga. Todo ello unido a que Castilla no consideró rentable el esfuerzo. En 1492 caería en poder de los cristianos tras una serie de campañas iniciadas en 1481. Su último gobernante fue Boabdil.