Al-Ándalus: Historia, Evolución Política, Economía, Sociedad y Legado Cultural

La Península Ibérica en la Edad Media: Al-Ándalus

Evolución Política de Al-Ándalus: Conquista, Emirato y Califato de Córdoba

Con las disputas internas del reino visigodo, los musulmanes cruzaron el estrecho de Gibraltar en el año 711. Dirigidos por Tariq, derrotaron en la batalla de Guadalete (711) al rey Rodrigo. En 3 años conquistaron la península, excepto las regiones cantábricas, Asturias, el País Vasco y pirenaico. Hubo capitulaciones acordadas con los señores godos en el reparto de tierras y cargos entre los conquistadores. La mayoría bereber se vio relegada por la minoría árabe, lo que daría lugar a conflictos posteriores. Al-Ándalus se constituyó como emirato dependiente (s. VIII), administrado por un gobernador. A mediados del siglo VIII, la dinastía Omeya fue expulsada de manera violenta. Uno de sus miembros logró refugiarse en Al-Ándalus, donde se proclamaría emir. Con Abd al-Rahman I (s. VIII) se inicia el emirato independiente (s. VIII-X), pero seguía la autoridad religiosa del califa de Bagdad. En el año 929, Abd al-Rahman III adoptó el título de califa, sumando la independencia religiosa a la política.

El Califato de Córdoba (929-1031)

El Califato de Córdoba (929-1031) financió su poder con los tributos de sus súbditos y por el cobro de las parias hacia los reinos cristianos. El ejército se abastecía por mercenarios bereberes y eslavos. En el s. X, Abd al-Rahman III y Al-Hakam II fueron los califas más destacados. Hisham II (s. X-XI) delegó en Almanzor, su hajib o primer ministro, quien desplegó un gobierno dictatorial. Desvió las tensiones internas por medio de campañas (razzias) contra los reinos cristianos. Su muerte en el año 1002 inició el proceso de descomposición política (fitna) del califato.

Al-Ándalus: La Crisis del Siglo XI

Reinos de Taifas e Imperios Norteafricanos

Tras conflictos internos (fitna), el Califato de Córdoba se desintegró en 1031, dando lugar a los reinos de taifas. Los más pequeños desaparecieron, conquistados por los más poderosos. La debilidad andalusí fue aprovechada por los reinos cristianos para ampliar sus fronteras e imponer parias. Después de la toma de Toledo (1085) por Alfonso VI, los taifas solicitaron la protección del imperio norteafricano almorávide, que venció a los cristianos en la batalla de Sagrajas (1086) y reunificó Al-Ándalus. Su religión, los abusos de poder y la intolerancia hacia las minorías provocaron revueltas que originaron los segundos reinos de taifas. En 1147 llegaron desde el Magreb los almohades, que unificaron nuevamente Al-Ándalus y lograron frenar el avance cristiano (Alarcos, 1195). Sin embargo, fueron derrotados en las Navas de Tolosa (1212) por los reinos cristianos, liderados por Alfonso VIII (1158-1214). Tras esta batalla, se desencadenó la reconquista del valle del Guadalquivir, y el poder musulmán en la península fue reducido al reino nazarí de Granada (1238-1492), donde comenzó su declive definitivo.

Al-Ándalus: La Organización Económica y Social

En agricultura se impulsó el regadío, con la noria, y nuevos cultivos (cítricos, arroz, algodón), junto a cereales, vid y olivo. El descenso de la ganadería porcina por la prohibición coránica, se compensó con el ganado ovino y equino. La apicultura tuvo un auge espectacular. En las minas andalusíes se extrajeron plomo, cobre y oro. Las manufacturas eran de gran calidad (orfebrería, cerámica, armas, papel, vidrio). El comercio fue favorecido por el uso de dos monedas, el dinar de oro y el dírham de plata, y por la red viaria de los romanos. En los bazares, se vendían muchos productos y en las alhóndigas se almacenaban mercancías para los comerciantes de fuera. Al-Ándalus exportaba productos agrícolas, minerales y tejidos, e importaba especias y productos de lujo (Próximo Oriente), pieles, metales y esclavos (Europa cristiana), y oro y esclavos (Sudán).

La mayor parte de la población de Al-Ándalus vivía en el medio rural. Las ciudades tuvieron una gran importancia, contrastando con el panorama de la España cristiana durante los siglos VIII al XI, debido a su elevada población, en torno a los 200.000 habitantes en el año mil. Otras ciudades importantes fueron Sevilla, Toledo, Valencia, Zaragoza, Málaga o Almería.

En la cúspide social estaba la aristocracia (jassa), integrada por familias de origen árabe. Poseían grandes extensiones de tierra y ocupaban altos cargos de la administración. Luego estaban los comerciantes, militares y profesionales liberales. A las clases más populares (amma) pertenecían los artesanos más modestos, los pequeños propietarios rurales y los jornaleros. Los bereberes se establecieron principalmente en las cuencas del Duero y del Tajo. La mayor parte de la población la constituían los muladíes, conversos de origen hispano-godo. En lo religioso, estaban musulmanes (árabes, bereberes y muladíes) y dhimmíes (cristianos, mozárabes y judíos), obligados a pagar impuestos a cambio de poder conservar su religión.

Al-Ándalus: El Legado Cultural

Los árabes fueron aprendiendo de civilizaciones con las que tenían contacto. De los bizantinos aprendieron la cultura clásica greco-romana y conocimientos científicos y técnicos de China, la India o Persia. La cultura andalusí alcanzó un gran desarrollo, convirtiendo a Córdoba en luminaria del saber medieval.

En literatura destaca el poeta Ibn Hazm con El collar de la paloma, célebre tratado sobre el amor. La labor como historiador de Ibn Jaldún en la introducción de la historia universal. Al-Idrisi recopiló información geográfica y propuso la teoría de la esfericidad de la tierra.

En filosofía sobresalen Avempace y Averroes, quienes con la obra de Aristóteles, intentando demostrar que razón y fe son compatibles, por ello sirvieron de puente entre la filosofía griega y la medieval.

En el terreno científico, el contraste con el panorama cristiano es abrumador. Al-Ándalus fue la vía por la que se difundió en Europa el sistema de numeración de origen indio, que sustituiría al romano. En este ámbito cabe citar a Al-Mayriti, quien combinó la astronomía con los cálculos matemáticos, y a Azarquiel, inventor del astrolabio. Los grandes avances en cirugía, oftalmología y farmacia quedaron recogidos en la obra de Abulcasis, que traducida al latín habría de convertirse en uno de los pilares de la medicina occidental.

La Mezquita y el Palacio en el Arte Hispano-Musulmán

La arquitectura andalusí se basó en la romano-visigoda, aportando elementos típicos del mundo islámico (arcos, cubiertas y ornamentación geométricos, vegetales y epigráficos).

La Gran Mezquita de Córdoba se comenzó a mediados del siglo VIII, bajo el emirato de Abd al-Rahman I, y más tarde sería objeto de sucesivas ampliaciones. Sobre las columnas se apoyaron un arco de herradura y otro de medio punto, logrando subir el techo para dotar de más luz al edificio. En tiempos del califa Al-Hakam II, siglo X, se construyó el mihrab, donde la riqueza de los materiales le caracteriza y unas originales bóvedas de nervios. Fue el principal lugar de oración y una muestra de su poder político y económico.

La ciudad-palacio de Madinat al-Zahra fue edificada en tiempos de Abd al-Rahman III. En el nivel superior hay palacios; en la zona media, jardines y vergeles; y en la parte inferior, la mezquita mayor y las viviendas de los servidores de palacio. Madinat al-Zahra fue destruida durante la guerra civil que precedió a la desaparición del califato.

Existen más ejemplos del arte hispano-musulmán, como la mezquita toledana de Bib-al-Mardum, el palacio de la Aljafería en Zaragoza, del primer periodo taifal; o la Giralda y la Torre del Oro, ambas en Sevilla, de tiempos almohades. La Alhambra de Granada, máximo exponente de la arquitectura nazarí, reúne un palacio oficial con funciones administrativas, la residencia del monarca y amplias zonas de ocio. La Alhambra sobresale por su fantasía ornamental así como por la conjunción entre arquitectura y entorno natural.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *