Al-Ándalus: Historia, Sociedad y Economía
El Emirato Independiente (756-912/929)
La revolución abasida ocurrida en el 751 en Damasco, supuso un cambio en la ordenación del Imperio islámico, con la ruina de los elementos sirios-palestinos en beneficio de los iraníes. Una consecuencia fue la matanza de la dinastía omeya, de la que se escaparon algunos de ellos como Abderramán I, quien fue aconsejado por sus clientes para que fuera a Al-Ándalus, donde encontraría el apoyo de los sirios, que no dudarían en proclamarlo como príncipe, rompiendo la continuación dinástica con Bagdad. Además, se trataba de un confín del Imperio musulmán, el lugar más remoto en el Occidente. Efectivamente, en el 756 desembarca Abderramán en las costas de Motril, proclamado inmediatamente emir de los creyentes, rompiendo con la dinastía abasida de Bagdad.
Problemas iniciales de Abderramán I
Abderramán I se encontró con varios problemas:
- Diversidad étnica: En Al-Ándalus había dos modelos sociales. En primer lugar, una minoría de individuos que mantenían rasgos de organización oriental, fundamentalmente tribal y la práctica de la poligamia. Este grupo social estaba integrado por los árabes, siendo poderosa y privilegiada (comerciantes, grandes jefes militares y líderes tribales). En segundo lugar, los sirios, militares profesionales de la guerra, fieles al príncipe omeya. Por último, los bereberes, un grupo social en continuo crecimiento, debido a la llegada constante desde el Norte de África, de reciente conversión al Islam, buscando en Al-Ándalus mejores condiciones de vida.
- Muladíes: Frente a ellos, los muladíes, muy numerosos, hispanomusulmanes, convertidos y descendientes de convertidos, siendo un grupo en constante crecimiento. No estaban organizados en tribus, sino que practicaban el ámbito familiar monoclunear, tenían costumbres occidentales y eran numerosos. El crecimiento de los muladíes llevó al retroceso de los mozárabes.
- Mozárabes: Cristianos sometidos, cada vez menos, siendo un grupo fundamentalmente rural y presente en algunas grandes ciudades como Córdoba o Sevilla. Mantenían la lengua latina, su religión cristiana (los musulmanes respetaban sus iglesias siempre que no hicieran una manifestación pública de su fe), pero pagaban unos impuestos especiales, el *yizia* (una décima parte de la producción). Estos mozárabes tenían puestos sus ojos al otro lado de la frontera del Islam, los reinos cristianos del Norte, protagonizando el fenómeno neogoticista.
- Judíos y esclavos: Más allá de estos dos grupos, estaban los judíos, un grupo diferenciado, muy abundante en las ciudades, respetados por los musulmanes, y luego, los esclavos negros y eslavos.
El choque social de estos dos modelos de organización fue una preocupación constante para los emires. Abderramán I, Hisam I y Al-Hakan realizaron reformas mediante la introducción de un grupo de creyentes.
Reformas del Emirato
- Ejército profesional: Se creó un ejército profesional que dependía directamente del emir de Córdoba, capaz de hacer llegar todas las órdenes, sin depender de los *yunds*. En este ejército había muladíes (previo pago, fieles al emir de Córdoba), bereberes (a quienes se les perdonaba sus antiguas revueltas), y un núcleo cortesano importante de esclavos eslavos, llamados en Córdoba *silenciosos*.
- Reforma fiscal: Se realizó una reforma fiscal, tendente a pagar a todo el ejército profesional. Se incrementó el impuesto o *yizia* que pagaban los mozárabes, lo que originó revueltas, especialmente importantes las de Córdoba en tiempos de Abderramán II. Además, el tesoro se aumentó con las confiscaciones de los bienes de aquellos descontentos con la autoridad del emir. Por consiguiente, se implementó una política militar asociada a una hacendística.
- Nueva organización territorial: Al-Ándalus dejó de formar parte del Imperio islámico, al desvincularse de la provincia Ifriquilla. La dinastía omeya se identificó con el territorio de Al-Ándalus con un nuevo sistema administrativo: las marcas, *coras* e *iqlms*. Las marcas eran tres grandes circunscripciones militares en las que se dividía Al-Ándalus: la marca superior (más al norte, con capital en Zaragoza), la marca media (con capital en Toledo) y la marca inferior (con capital en Mérida). Estas grandes marcas tenían como misión la defensa del territorio frente a los cristianos. Las marcas se subdividían en *coras* (las actuales circunscripciones provinciales), y éstas a su vez se dividían en *iqlms* (los partidos judiciales). Esta división pretendía el control militar, porque en las capitales de las marcas había ejércitos permanentes, desde donde salían las *aceifas* (incursiones de castigo al otro lado de la frontera en el reino cristiano para capturar botín). Asimismo, los impuestos se recaudaban atendiendo a los partidos y se almacenaban en la capital de cada *cora*. Por tanto, los dos pilares estaban conectados: el ejército y la hacienda.
- Defensa costera: Con Abderramán II, se llevó a cabo la defensa del litoral mediterráneo y atlántico, con la construcción de un conjunto de torres fortalezas, temiendo la invasión de los *mayus*, los normandos (vikingos). En el 840, un conjunto de daneses saquearon el norte portugués, y en el 844 cayó la ciudad de Lisboa. Desde allí, dieron noticia a Sevilla, argumentando que se dirigían en busca de la desembocadura del Guadalquivir. Estos normandos llegaron a Sevilla en el 844, y durante tres días fue saqueada, hasta que en el 846 fueron definitivamente derrotados por el emir de Córdoba.
- Organización central: En tiempos de Abderramán II, se llevó a cabo la organización central con la figura del *visir*, nombrado por los gobernadores civiles y militares de las marcas y las *coras*, así como la creación del *diwan*, un organismo encargado de la hacienda y el tesoro.
El problema mozárabe
La situación que se produce durante el Emirato independiente, en un contexto de conversiones cada vez más abundantes, está en íntima relación con la reducción de los cristianos. A mediados del siglo IX, la situación de los mozárabes se convirtió en crítica por la política de emires como Abderramán II, tendentes a forzar la conversión, bien de manera pacífica o violenta. La situación de los mozárabes se convirtió en crítica por varios asuntos. Primero, se trataba de una población rural, así como en algunas ciudades, fundamentalmente las capitales de las marcas como Toledo, Zaragoza o Córdoba. Los mozárabes fueron respetados siempre que no hicieran manifestaciones públicas de su religión, pero lo más característico era la carga fiscal, el *yizia*, un impuesto que tasaba la producción. Otro aspecto importante era la marginación social, ya que muchos mozárabes vivían en arrabales, como el de Córdoba situado cerca del foso de la ciudad próximo al río Guadalquivir. Esta marginación social provocaba limitaciones laborales, aspectos judiciales (los mozárabes se regían por el antiguo *Fuero Juzgo* del siglo VII). En cualquier caso, se trataba de un grupo diferenciado, de tradición latina, un latín romanceado, que practicaba la religión católica, pero estaba muy influenciados en sus vestimentas.
Todas estas medidas tenían dos opciones: o el exilio al norte, a esos incipientes reinos cristianos de los Ben Alfonso (herederos de Alfonso I), o bien la conversión como muladíes. El conflicto estalló en el verano del 840 en la ciudad de Córdoba, donde un sacerdote mozárabe, llamado Perfecto, fue acusado de insultar públicamente a la religión de Mahoma, siendo ajusticiado en la ciudad en el 850. Pero el ajusticiamiento no sirvió para solucionar el problema, sino que muchos jóvenes mozárabes siguieron el ejemplo de Perfecto, e incitados por el obispo de Córdoba Eulogio, provocaban el martirio voluntario al insultar la religión de Mahoma. Aquí debemos situar la matanza del arrabal, donde muchos mozárabes fueron expulsados y algunos se dirigieron a otros territorios, especialmente del Imperio Bizantino.
Para solventar el problema, Abderramán II convocó un concilio episcopal, que contó con la dirección de un *comes* cristiano, llamado Gómez, que era recaudador de impuestos, y reunió a los mozárabes influyentes en la zona. Se llegaron a varios acuerdos: mantener el culto público cristiano, y algo más importante, aquellos que hacían acciones públicas de culto cristiano serían condenados como tales. En cualquier caso, a partir del 852 tenemos el exilio de los mozárabes hacia el norte de la Península.
Primera Fitna (852-919/929)
Los últimos años de Abderramán II, mediatizado por el fracaso del problema mozárabe con su salida masiva, el poder de los emires de Córdoba, es decir, sus sucesores, estuvo francamente debilitado, sobre todo, en tiempos de los emires Muhamnad I, Al Mundir y Abd Allah. A mediados del siglo IX, las conversiones masivas habían puesto en evidencia el choque de dos modelos estructurales de organización social: la civilización occidental, que lideraban los muladíes, y el otro proceso de civilización oriental organizada en torno de las minorías étnicas de los árabes, bereberes y sirios. Muchos autores consideran esta *Fitna* nacionalista, es decir, la aparición de auténticos líderes locales, en su mayor parte muladíes, que no dudaron en romper con emires de Córdoba, con los que no se sentían identificados. Este proceso de disolución tuvo un condicionante externo: muchos líderes locales encontraron apoyo a sus movimientos secesionistas en cristianos de las fronteras. Estos movimientos de secesión aparecieron en las áreas más alejadas de Córdoba, fundamentalmente en las cabeceras de las grandes marcas. Se trataba de movimientos no de rupturas del mundo islámico, sino de Córdoba.
- Zaragoza: En Zaragoza, en el 862, se produjo un movimiento de ruptura, potenciado por una familia de muladíes, los Banu Qasi, quienes se proclamaron como *reges Hispanorum*. Los Banu Qasi dominaron prácticamente todo el río Ebro.
- Mérida-Badajoz: El movimiento secesionista de Mérida-Badajoz, tuvo lugar en el 875, liderado por el linaje de los Ibn Meruan, una familia que contó con el apoyo de Alfonso II, rey de Asturias y León.
- Sevilla: En Sevilla hubo un movimiento nacionalista, protagonizada por una familia de muladíes que extendieron su política hasta el Algarve.
- Bobastro: Sin embargo, el más destacable es el movimiento de secesión de Ben Hafsum, quien se hizo fuerte en la ciudad de Bobastro, en la Sierra de Ronda (880-922), cuyo movimiento tuvo apoyos de los califas abasidas y los fatimíes. En el año 899, este movimiento se convirtió al cristianismo, abandonando cualquier tipo de apoyo islámico, necesitando la ayuda de los reinos cristianos del norte, en nombre de Samuel I.
En definitiva, la segunda mitad del siglo IX está caracterizada por unas guerras civiles, entre muladíes y los afines al Emirato de Córdoba.
El Califato (929-1002)
En el año 912, accedió al emirato de Córdoba Abderramán III, quien tenía un panorama de Al-Ándalus muy fragmentado. Lo primero que hizo, del 912 al 929, fue la conquista sistemática de cada uno de estos focos rebeldes, intentando neutralizar la ayuda de estos focos rebeldes, sobre todo en las marcas, mediante un sistema de diplomacia, pactando paz con Alfonso III de Aragón o Ramiro II de Navarra, quienes reconocieron a Abderramán III y el cambio de tributo, las famosas *parias*. Aislados los muladíes de los reinos del norte, acabaron cayendo. Otro aspecto interesante, era el control de la ruta del oro en el norte africano. Esto ya es obra del sucesor de Abderramán III, quien llevó a cabo la conquista de Ceuta y Melilla, Al-Hakan II, ya que en su periodo será cuando se integren. Asimismo, el control del oro les permitió, a partir de Al Hakan II y el 960, la creación de un ejército profesional de eslavos, durísimo tanto como guardia palatina, como ejército de acompañamiento y que fue sustituyendo a los antiguos ejércitos de las aristocracias árabes.
Al-Hakan II le da al califato su verdadera configuración, por ejemplo el *visir* se sustituye por el *hayib*, es lo mismo, pero el nuevo califa se pierde en ciudades como Córdoba o Medina Azahara, siendo un califa autocrático, repitiendo los modelos de Bagdad, alejado de toda vida política. Esto marcará la vida de Al-Hakan II y Hissam II, produciéndose auténticas dinastías, y en este contexto se produce la segunda *fitna*.
Segunda Fitna o disolución del Califato (976-1013/1031)
A la muerte de Al-Hakan II, el califato está en una gran época económica y cultural, pero el poder está dividido en tres personas: *hayib* (primer ministro), encabezado por Al Mushafi, el general Galib, líder de este ejército de eslavos, y un funcionario, oscuro a modo de *visir*, un cortesano de Algeciras, Ibn Abi Amir (Al-Mansur). Cuando Hissen II accede al califato, en el 976 se produce un choque entre estos tres hombres que hemos indicado anteriormente, por la tutoría del joven califa, de solo once años. Al-Mansur tenía el apoyo de la madre de Hissen, Subh, y en consecuencia, a través de su madre el apoyo de Hissen. Fundamentándose en todo ello, entre 977-978, Al-Mansur practica una política de desaparición de enemigos, y para ello, levantó calumnias provocando exilio o ejecuciones de Al Mushafi y Galib, hasta que en el 981, prácticamente habían desaparecido de la esfera política todo alto cortesano que no estuviera al servicio de Al-Mansur.
Al-Mansur era un árabe de Algeciras, procedente de una familia de comerciantes, que había estudiado en Córdoba leyes y Corán, por lo que trabajaba en el palacio de Córdoba, ya que era una persona muy preparada, al margen de sus dotes de mando. Se introduce en el palacio en el 976 gracias al apoyo de Subh como copista de textos jurídicos, y en el 981 su poder es enorme, promulgando una dictadura militar. Eso sí, no pretendía remplazar al califa Hissen, pero el gobierno estaba en sus manos. Asimismo, se rodeó de un ejército de bereberes, que suplantó progresivamente a los eslavos y árabes, quedando los eslavos como guardia personal del califa. En tercer lugar, realiza un control exhaustivo de las rutas de oro del norte de África, para pagar este ejército profesional, y además realizó una propaganda demagógica, caracterizada por obras públicas, y sobre todo, lo más importante, desde 981 hasta su muerte en 1002, se caracterizó su política por la *yihad* o guerra santa, llamada en Córdoba *aceifas*, atacando determinados objetivos cristianos, manteniendo a la gente contenta y unida.
Finalmente, en 1002 Al-Mansur murió cerca de Medinaceli, en Soria, cuya muerte abre un período de crisis, ya que él era Al-Ándalus, y cuando desaparece se inicia un proceso de división. En primer lugar, el poder pasó a su hijo, llamado Abd al-Malik, después pasó a otro pariente de Al-Mansur, llamado Sanchuelo, hijo de una princesa navarra, cuyo abuelo fue Sancho II de Navarra. Sin embargo, estos personajes son débiles, que acceden al poder mediante la intervención de los cristianos, siendo un período de anarquía, acrecentado en 1013, con la muerte de Hissen II, hasta tal punto de que hay seis califas omeyas desde 1013 hasta 1031 y seis califas bereberes. En este caso, tenemos movimientos en las marcas y las antiguas *coras*, siendo de secesión y ruptura, que lo llamamos reinos taifas. Evidentemente, muchos de estos reinos taifas son étnicos, no se tratan de movimientos nacionalistas como en la I *Fitna*. En el 1031, un consejo de ancianos intentó crear un gran consejo, pero ya era demasiado tarde, en las *coras* y las marcas habían nacidos reinos independientes, que se sentían vasallos de los distintos reinos cristianos, y el fin de Al-Ándalus había llegado.
Motivos de la disolución del Califato
- Particularismo de las provincias.
- Diferencia étnica de Al-Ándalus.
- Derrumbamiento del poder dictatorial.
- Los reinos cristianos del norte dejan de ser débiles Estados, y por influencia europea habían llegado a constituirse en auténticos reinos feudales.
Estructuras Socioeconómicas de Al-Ándalus
En la historia económica de Al-Ándalus hay dos etapas muy bien definidas: desde el 711 hasta el 830, una etapa de predominio de la economía rural fundamentada en la existencia de población hispano-goda, y una segunda etapa del 830 hasta el siglo XI, caracterizada por el auge de la economía urbana y los mercados, consiguiendo Al-Ándalus su pleno desarrollo económico fundamentado en los intercambios, teniendo lugar un éxodo progresivo del campo a la ciudad. Se ha calculado que a comienzos del siglo VIII, debía de haber en la PI no más de 3 millones de habitantes, siendo muy difícil cuantificarlo por medio de la arqueología. Es una cifra similar a la que se le da a la Galia. Asimismo, a comienzos del siglo XI, con la disolución del Califato, tenemos no más de cuatro millones, siendo uno de los territorios más poblados de Europa. Igualmente, debemos considerar notables epidemias que frenan el crecimiento vegetativo de la población en los siglos IX y X.
Diversidad Étnica
La población está compuesta por dos estructuras: la de corte oriental integrada por los árabes, fundamentalmente urbana que goza de propiedades rurales y tiene notables intereses mercantiles. No solamente debemos considerar los árabes que llegaron, sino los que nacieron ya en Al-Ándalus. En segundo lugar, tenemos los bereberes, siendo el grupo más numeroso, sobre todo hasta el siglo X, que no deja de crecer. Primero por las iniciativas de promoción social que encuentran en el funcionariado y los ejércitos. En cualquier caso, es un proletariado urbano y rural, siendo pequeños y medianos propietarios. Frente a estos dos grupos, tenemos la otra gran masa de tradición occidental, en primer lugar los muladíes, quienes son los hispanomusulmanes. Muchos de ellos se han vinculado a árabes o bereberes por vía matrimonial, formando familias de protegidos o *muwalas*, y en algunos casos, limitando o aumentando las características socioculturales. Esta mezcla entre muladíes y árabes y con bereberes, facilitó la occidentalización de los árabes y la orientalización de los muladíes. De hecho, a partir del IX el latín se extiende entre muladíes, árabes y bereberes. El otro grupo residual son los mozárabes, quienes acaban huyendo de la *yizia* convirtiéndose al islamismo, o bien exiliándose a las marcas de los reinos cristianos.
A mitad de camino entre ambos grandes grupos, orientales y occidentales, tenemos la comunidad hebrea, en continuo crecimiento desde el siglo VIII hasta la llegada de los almorávides. La comunidad hebrea tiene el apoyo de los emires y califas de Córdoba, siendo una comunidad urbana dedicándose al comercio y a las profesiones liberales, viviendo en barrios separados con sus sinagogas, tiendas y formas de vida características. Están muy influenciados por la cultura hispano-árabe, por lo que están muy orientalizados, aunque guardan características mediterráneas. Con respecto a los eslavos, que encontramos en el siglo IX, aunque su desarrollo en la PI tiene lugar en el X, quienes acaban como guardia personal de los emires, siendo previamente esclavos de guerra. Algunos llegan a ser grandes líderes militares, estando muy islamizados con un fuerte proceso de aculturación. Por su parte, sobre los esclavos, destacan los negros, sobre todo los sudaneses, al otro lado del Sahara, dedicándose a las tareas domésticas, aunque estaban muy orientalizados, hablaban árabe y podían ser liberados si definitivamente abrazaban el Islam, como muchos hicieron, aunque la manumisión no significaba la autonomía plena, atendiendo a ciertos aspectos del servicio doméstico.
Otro aspecto a tener en cuenta, son las migraciones, con una población en continuo movimiento. Tenemos migraciones exteriores, es decir, grupos que abandonan Al-Ándalus, sobre todo los mozárabes hacia los reinos cristianos del norte, y una migración interior, es decir, hacia Al-Ándalus, sobre todo los bereberes. Estos bereberes del siglo IX hasta el XI, no dejan de crecer, siendo unas migraciones que provocan protestas por los que ya están. Asimismo, debemos considerar los éxodos del campo a la ciudad, muy importante en el siglo X con el desarrollo de las grandes ciudades. A comienzos del XI notamos este éxodo, protagonizados sobre todo por muladíes y bereberes, de modo que las ciudades se rodearon de arrabales, sobre poblándose.
Las actividades rurales (propiedad de la tierra)
A pesar del peso decisivo de la economía urbana desde el siglo IX al XI, caracterizada por el auge de la economía, mercado y proyección urbana, el peso de estas actividades no deben de hacernos olvidar el desarrollo de la actividad rural en Al-Ándalus. La llegada de los musulmanes supone la introducción de nuevas técnicas, que incrementan la producción, sobre todo relacionado con los regadíos, contando con el tirón de la demanda alimenticia de las grandes ciudades. Esto explica ese interés por aumentar la producción mediante nuevas técnicas de irrigación, pero, asimismo, debemos considerar el desarrollo de determinadas infraestructuras del riego como los molinos hidráulicos, e incluso de viento, permitiendo una molienda de la harina más rápida y eficaz. Destacan los cereales, a pesar del mito de un Al-Ándalus floreciente, estaba situada en los meridianos, con unas condiciones edáficas y climáticas que provocaban unos cultivos de tradición mediterránea. No obstante, determinadas áreas se desarrollaron productos exóticos como la caña de azúcar, el algodón o los cítricos. Los musulmanes mejoran la producción del cereal por medio del trigo duro, un trigo que procedía de Siria y Palestina, más adaptado a los períodos de sequía, pero el cereal era la base de la alimentación, por lo que las tierras mejores se destinan a la siembra de cereales, caso de la campiña de Sevilla o los campos de Castilla-La Mancha. En segundo lugar, tenemos el olivar, donde se experimenta un crecimiento en relación a la época tardorromana o visigótica. El olivar nunca se cultivó solo, sino utilizando un sistema de explotación llamado promiscua. La variedad de aceites de oliva hizo del cultivo del olivo en el Aljarafe siendo monopolístico. Era frecuente que el olivar se cultivara con higuerales o los frutales, sobre todo, los almendros, con una técnica que intenta sacar el mayor rendimiento al suelo. Por último, tenemos la vid. Por supuesto, se aplica la ley que prohibía el consumo del vino en público, pero el cultivo de la vid se siguió practicando, sobre todo para el consumo de mesa y mezclados con higuerales y frutales. Todo el Occidente de Al-Ándalus era una sola de producción de vid. También podemos añadir las huertas y los frutales, orientados al regadío en torno a los núcleos urbanos, y es en estas huertas donde aparecen los agrios (limones y naranjas), junto con los granados, siendo cultivos nuevos que llegan con los musulmanes a la PI. Incluso, cuando el clima lo permite, en estas huertas se cultiva el algodón o la caña de azúcar. Asimismo, tenemos los cultivos industriales, siendo algo significativo de los musulmanes, como el lino, el algodón o los moreros (para gusanos de seda), sobre todo al sur del Tajo. Todo ello, al margen de otros cultivos industriales, como el esparto para la cordonería y la cestería.
Actividades económicas urbanas
El desarrollo cultural más importante del Islam en Al-Ándalus, gira en torno a la ciudad. Las ciudades hispanomusulmanas vienen definidas por unos elementos que aún se mantienen en las ciudades de tradición andalusí. En toda ciudad islámica, hay una serie de elementos que definen la estructura urbana y las actividades económicas. Empezamos por las mezquitas, que no eran solamente un lugar de culto, eran mucho más que la mera oración comunitaria de los viernes. En la mezquita hispanomusulmana había tribunales de justicia coránica, liderados por el *cadí*, como ejecutor de la justicia, y el *alfaquí*, encargado de interpretar la justicia por sus conocimientos en el mundo islámico. Estos funcionarios eran personas de prestigio, reconocidos por la comunidad que acudía a esa mezquita. También encontramos otras instituciones en la mezquita, como las *madrasas*, donde se enseñaban a los niños siguiendo las interpretaciones coránicas o aprender de memoria la recitación del Corán. Igualmente, había dependencias relacionadas con la tesorería de la comunidad, y además, los viernes había discusiones de ámbito político. Al lado de la mezquita, o próximo, aparecen los mercados, conocidos con el nombre de *zoco*. Estaba constituido por un entramado de callejuelas estrechas, donde los artesanos se agrupaban en barrios o calles llamados *suq*, donde exponían sus productos. De todas maneras, entorno a los diferentes *suq* o calles especializadas, aparecen las *alhóndigas* y las *alcaicerías*. Las *alcaicerías* era el lugar donde se vendían artículos de lujo, mientras que las *alhóndigas* eran tiendas donde se almacenaban artículos pesados de la supervivencia. Todo esto, junto con la mezquita, constituye la *Medina*. También debemos considerar las *alcazabas*, que eran edificios civiles y militares, para la residencia de los gobernadores. Otro elemento, son los *arrabales*, los barrios fuera de las murallas, que en Córdoba eran 21, algunos de condición étnica como los judíos o los mozárabes, o bien los artesanos de los oficios contaminantes como los alfareros, o los curtidores. Ejemplo lo tenemos en Sevilla, con Triana y la calle curtidores. Además, entorno a la ciudad hay un cinturón verde, de huertas y árboles, de grandes superficies, que los castellanos llamarían prados, que tenían de misión servir de cementerios o bien dedicarlos a actividades militares. En cualquier caso, la ciudad hispanomusulmana tenía tres funciones: centro de la vida religiosa y política, centro de la actividad económica, industrial y del comercio, y ser núcleo de la vida intelectual y artística.
Pasamos a las actividades económicas urbanas, conocido con el nombre de los comercios y los intercambios. La necesidad de abastecer de alimentos, habida cuenta el alto consumo de las ciudades hispanomusulmanas, justifican el gran comercio internacional y mercantiles. En primer lugar, en toda ciudad hispanomusulmana hay un *zoco* rural, al principio semanal y luego diario, situadas en las puertas (puerta de la carne, del carbón o el aceite), donde se venden productos especializados a cambio de dinero. Si algo caracteriza a la economía de Al-Ándalus es que es monetaria desde el siglo VIII. Cada uno de estos *zocos* rurales estaban vinculados *iquilns*, es decir, distritos. Esto significa que en torno a determinadas puertas de la ciudad tenían entrada productos que se cultivaban en los *iquilns*, por ejemplo en el postigo del aceite entraban los productos del aceite procedentes del Aljarafe o en la Macarena lo que entraba procedía de las huertas. El campesino que llegaba y vendía sus productos, entraba dentro de la ciudad en búsqueda del *zoco* urbano, que estaba dentro de la propia ciudad. En algunos casos, próximos a las *alcaicerías* y *alhóndigas*, y en cualquier caso, en la *Medina* (núcleo de la ciudad donde estaba la mezquita, los *zocos* y las *alcazabas*), estando especializados en determinados productos de la supervivencia diaria. En estos *zocos* urbanos, las *alcaicerías* y *alhóndigas* eran los elementos más destacados, pero había otros artesanos. El *zoco* no era una anarquía, sino que había una organización que pertenece al *almotacén*, el administrador de los *zocos*, siendo un cargo d designación califal. Fijaba los precios, prohibía el acaparamiento indebido para evitar carestías, condenaba el fraude, registraba las pesas y medidas, vigilaba las presas y cobraba una serie de derechos del mercado.
Los *zocos* era el lugar de excelencia donde llegaban los productos del exterior, con un comercio a larga distancia. Se fundamentaba en artículos de lujo. Al-Ándalus juega un papel importante en este comercio internacional, ya que la PI exportaba objetos de lujo, como esclavos, especias, armas, telas, oro y plata. Este comercio iba destinado a la aristocracia urbana, y exportaba textiles, aceites, alfombras, pero hay algo muy importante, las personas dedicadas al comercio exterior tenían un gran reconocimiento. Era un comercio que gozaba de la más absoluta libertad, nunca hubo leyes proteccionistas, siendo un comercio desarrollado con una moneda fuerte. Desde el año 926 se establece definitivamente el sistema monetario andalusí, con dos pilares, el patrón oro entorno a una moneda de oro, el *dinar*, con una alta aleación de oro, muy bajo en cobre, utilizada para el comercio con Oriente, especialmente el mundo bizantino y persa. Esta moneda de oro fue muy pronto acaparada, convertida en un auténtico tesoro, y luego, tenemos la moneda de plata, el *dirhem*, fundamentada en el comercio con Occidente, por allí no había oro, siendo también una moneda pura. No obstante, la disolución del califato, supuso la disminución de las acuñaciones de monedas de oro y plata, y comenzó a usarse el *fals* (1031), una moneda de cobre y pésima calidad, pero era una moneda de máxima calidad.
La sociedad
En primer lugar, hablaremos de la estructuración de la sociedad de Al-Ándalus, no a los niveles étnicos, sino al poder de la riqueza, es decir, grupos superiores (podríamos decir privilegiados), los que en Occidente conocemos como los señores, frente a los no privilegiados, que en la sociedad feudal llamaríamos campesinos. Entre los grupos dominantes o privilegiados, en primer lugar, tenemos la nobleza, que no es unificada, siendo compleja desde el punto de vista étnico, siempre hablando de una nobleza de sangre. No era un noble feudal, puesto que en Al-Ándalus el fundamento de la nobleza no radica exclusivamente en la propiedad de la tierra, sino también en las actividades económicas y mercantiles. Un aspecto importante de la nobleza es la aparición de grandes *muwalas*, que son muladíes pero en el término jurídico, son clientes o familiares algo parecidos a los parientes, pero vinculados por las dependencias personales. Son vinculaciones económicas o mercantiles, teniendo una cota de libertad superior a los vasallos del mundo feudal, pero todos se sienten vinculados a un apellido común, Bin o Ben. Ocupan los puestos de gobierno en la administración de las *coras* y los *iquilns*, pero también hay otra segunda nobleza, una de servicio, que se ha ennoblecido por apoyar a determinados emires o califas, siendo *muwalas* del emir o del califa. Muchos son muladíes, pero también hay bereberes, que acaban siendo grandes funcionarios, ejemplo de ello es Almanzor.
Estos son los grupos superiores, a partir de aquí tenemos los grupos medios, quienes eran urbanos, fundamentalmente, individuos dedicados a la pequeña industria, al comercio local o regional, a la medicina, la religión o la enseñanza. También encontramos los campesinos, propietarios medios y los usufructuarios de las grandes propiedades, es decir, los aparceros. Por último, tenemos los grupos inferiores. En primer lugar, hablamos de los mozárabes, cuya condición de inferioridad está relacionada con la práctica de una religión que no era dominante, aunque sí autorizada, sobre todo a partir del siglo IX. Al margen de los mozárabes, tenemos un conjuntos de individuos que no gozan de libertad, con una situación de semilibertad o libertos, y ahí tendríamos que considerar a los esclavos, algunos destinados al servicio doméstico o al ejército, en este sentido, habría que señalar el grupo de los esclavos, muy mediatizados por su condición cultural. Dentro de los esclavos, cada vez aumentan más los sudaneses y los cautivos de guerra, procedentes de los reinos cristianos del norte, utilizados fundamentalmente en el servicio doméstico.
La estructura social corresponde a dos principios básicos: jassa y la amma. La jassa se asocia a la estructura social integrada por una minoría de privilegiados, por tanto, los grupos superiores reciben el nombre de jassa, liderando la sociedad. Por su parte, la amma son los grupos medios e inferiores, siendo la gran parte de la población de Al-Andalus no privilegiada, pero sólo formaba parte de ella los que tenían propiedades, ya fueran urbanas o rurales. Sobre la organización tribal, en Al-Andalus conviven dos modelos sociales, los autóctonos y los foráneos. En los grupos extranjeros la base de la cohesión social fue siempre la línea patrilineal, todos se consideran descendientes de un antepasado común, practican la poligamia