Al-Ándalus: La Conquista Musulmana de la Península Ibérica, Emirato y Califato de Córdoba
En el año 711, tropas bereberes dirigidas por Tarik llegaron a la península, llamados por facciones visigodas como aliados en sus luchas internas por acceder al trono. Derrotaron al rey Rodrigo (último rey visigodo) en la batalla de Guadalete, lo que supuso el fin de la monarquía visigoda.
Los musulmanes iniciaron entonces la conquista de la península, un proceso que fue detenido en su expansión hacia el norte de Europa al ser derrotados en la batalla de Poitiers (732) por los francos. Fue una conquista rápida debido a varios factores: la debilidad interna del reino visigodo, el impulso de la guerra santa (yihad) y la firma de pactos sociopolíticos con parte de la aristocracia visigoda que prefirió someterse sin resistencia.
Evolución Política: Etapas de Al-Ándalus
711-756: Emirato Dependiente de Damasco
Durante este periodo, la península (Al-Ándalus) se configuró como una provincia o emirato dependiente del Califato Omeya de Damasco. Sin embargo, la inestabilidad política interna, con enfrentamientos entre árabes y bereberes, y los primeros focos de resistencia cristiana (como la batalla de Covadonga, ca. 722) marcaron esta etapa.
756-929: Emirato Independiente de Córdoba
Abd al-Rahman I, miembro de la dinastía Omeya que había sido depuesta en 750 por la dinastía Abasí en Oriente, llegó a la península y se proclamó emir independiente en Córdoba (756). Aunque rompió la dependencia política con el nuevo califato abasí de Bagdad, reconoció su supremacía religiosa. Logró la adhesión de importantes ciudades como Toledo y Sevilla, consolidando el poder musulmán omeya en Al-Ándalus y comenzando una época de islamización y organización estatal.
929-1031: Califato de Córdoba
En el año 929, Abd al-Rahman III se autoproclamó califa, asumiendo la máxima autoridad política y religiosa y rompiendo definitivamente cualquier lazo de dependencia con Bagdad. Le sucedió su hijo Al-Hakam II, cuyo reinado es considerado la época de mayor esplendor cultural de Al-Ándalus. Sin embargo, durante el califato de su sucesor, Hisham II, el poder efectivo recayó en el hachib Almanzor.
El poder acumulado por Almanzor convirtió el califato en una especie de dictadura militar. Tras su muerte (1002) y la de sus hijos, se desató una guerra civil (fitna) que llevó a la disolución del califato en 1031 y a la disgregación política de Al-Ándalus en numerosos reinos de Taifas.
Al-Ándalus: Reinos de Taifas e Imperio Almohade. Reino Nazarí
Los Reinos de Taifas y las Dinastías Norteafricanas
Tras la muerte de Almanzor en 1002 y la posterior caída del califato en 1031, la debilidad política condujo a la aparición de los reinos de Taifas. Estos eran pequeños estados independientes, gobernados por dirigentes de distintas etnias (árabes, bereberes, eslavos). Políticamente débiles y a menudo enfrentados entre sí, fueron presa fácil para los reinos cristianos del norte, que aprovecharon la situación para expandirse.
Los reinos cristianos les impusieron el pago de “parias” (tributos que pagaban las taifas musulmanas a cambio de protección militar o para evitar ser atacadas). El avance cristiano (culminando con la conquista de Toledo por Alfonso VI en 1085) llevó a algunas taifas a pedir ayuda a los Almorávides, bereberes ultraortodoxos procedentes del norte de África. Estos vencieron a Alfonso VI en la Batalla de Sagrajas (o Zalaca) en 1086 y procedieron a unificar Al-Ándalus bajo su dominio, anexionando las taifas.
Sin embargo, el rigorismo religioso almorávide y el continuo avance cristiano provocaron revueltas internas, llevando a una nueva disgregación de Al-Ándalus (segundas taifas). A mediados del siglo XII, estas nuevas taifas pidieron ayuda a otra dinastía norteafricana, los Almohades, que establecieron su capital en Sevilla. Los almohades fueron finalmente derrotados por una coalición de reinos cristianos liderada por Alfonso VIII de Castilla en la decisiva batalla de las Navas de Tolosa (1212). Esta derrota marcó el inicio del fin del poder almohade y una nueva y definitiva disgregación de Al-Ándalus (terceras taifas), que fueron cayendo rápidamente ante el avance cristiano.
El Reino Nazarí de Granada (1238-1492)
De la disgregación post-almohade, solo el Reino Nazarí de Granada logró pervivir durante más de dos siglos y medio. Su supervivencia se debió a una combinación de factores: una hábil gestión diplomática (incluyendo periodos de vasallaje a Castilla), las dificultades internas de los reinos cristianos, su favorable situación geográfica y la llegada de población musulmana refugiada de otros territorios conquistados, lo que potenció su economía y demografía.
La época de mayor esplendor del reino se dio bajo los reinados de Yusuf I y Muhammad V (siglo XIV), periodo en que se completó la Alhambra. Sin embargo, en el siglo XV, la inestabilidad política interna se acentuó, coincidiendo con la unión dinástica de Castilla y Aragón. Los cristianos fueron conquistando enclaves estratégicos del reino nazarí, como Ronda y Almería.
Finalmente, los Reyes Católicos pactaron con el último sultán, Boabdil, la rendición de Granada, que se hizo efectiva el 2 de enero de 1492, poniendo fin al último estado musulmán y a casi ocho siglos de presencia política islámica en la Península Ibérica.
Al-Ándalus: Economía, Sociedad y Cultura
La presencia musulmana en la Península se extendió desde 711 hasta 1492, dejando una profunda huella.
Economía
La base económica de Al-Ándalus fue la agricultura. Mantuvieron la tríada mediterránea (vid, cereal, olivo), pero introdujeron y perfeccionaron enormemente las técnicas de regadío (norias, acequias), desarrollando una próspera agricultura de huerta. Trajeron nuevos cultivos como el arroz, la caña de azúcar, el algodón, los cítricos y diversas hortalizas. La ganadería, especialmente la ovina, también fue relevante.
Destacaron también la minería (hierro, cobre, mercurio, plata), una rica artesanía diversificada (textiles de seda y lana, cuero, cerámica, vidrio, armas, trabajo del marfil) y un activo comercio, tanto interior (favorecido por la moneda –dinar de oro y dírham de plata– y una red de zocos) como exterior. Al-Ándalus se integró plenamente en el vasto circuito comercial musulmán que conectaba Oriente, el Mediterráneo y Occidente, a través de rutas marítimas y terrestres, como la ‘Ruta del Oro’ transahariana.
Sociedad
La sociedad andalusí era muy heterogénea y estaba estructurada principalmente según criterios religiosos y étnicos:
- Musulmanes:
- Árabes: Minoritarios, constituían la élite dirigente y los grandes propietarios de tierras.
- Bereberes: Más numerosos, originarios del norte de África, a menudo asentados en zonas montañosas y dedicados al pastoreo o al ejército.
- Muladíes: Descendientes de la población hispanovisigoda convertida al islam. Eran el grupo mayoritario de la población musulmana.
- No Musulmanes (Dhimmíes): Gozaban de libertad de culto y cierta autonomía jurídica a cambio del pago de un impuesto personal (yizia) y otro territorial (jarach).
- Mozárabes: Cristianos que vivían en territorio musulmán. Su número fue disminuyendo debido a las conversiones y la emigración a los reinos cristianos.
- Judíos: Minoría activa e influyente en la artesanía, el comercio, las finanzas (prestamistas) y profesiones liberales (médicos, traductores).
- Esclavos: Procedentes de diversas regiones (Europa oriental, Sudán), ocupaban el escalón social más bajo, dedicados a tareas domésticas, el ejército o la administración.
Cultura
Al-Ándalus fue un brillante centro cultural que actuó como puente entre Oriente y Occidente, integrando y desarrollando la herencia clásica grecolatina, persa e india. Introdujeron en Europa el sistema de numeración indio (incluyendo el cero) y realizaron importantes aportaciones en diversos campos:
- Filosofía: Figuras como Averroes (comentador de Aristóteles) y el judío Maimónides.
- Ciencia y Medicina: Destacaron astrónomos, matemáticos y médicos como Abulcasis.
- Literatura: Floreció la poesía (moaxajas, zéjeles) con autores como Ibn Hazm o Ibn Quzman. El califa Al-Hakam II fue un gran bibliófilo y mecenas.
Córdoba, durante el Califato, se convirtió en uno de los principales centros intelectuales y culturales del mundo medieval. El arte andalusí, profundamente marcado por la religiosidad islámica (tendencia al aniconismo, es decir, ausencia de representación de figuras humanas o animales en contextos religiosos), desarrolló un estilo propio caracterizado por:
- Uso de materiales pobres (ladrillo, yeso, madera) pero ricamente decorados.
- Exuberante decoración geométrica (lacería), vegetal estilizada (ataurique) y epigráfica (caligrafía cúfica y nasjí).
- Uso de arcos de herradura (califal y visigodo), polilobulados, de medio punto y apuntados.
- Construcción de edificios emblemáticos como la Mezquita de Córdoba, el palacio de Medina Azahara, la Aljafería de Zaragoza y el conjunto palaciego de la Alhambra de Granada.
Los Reinos Cristianos en la Edad Media: Organización Política, Régimen Señorial y Sociedad Estamental
Paralelamente a la evolución de Al-Ándalus, en el norte de la Península Ibérica se consolidaron diversos reinos cristianos (Astur-León, Castilla, Pamplona/Navarra, Aragón y los Condados Catalanes) que protagonizaron la llamada Reconquista.
Organización Política
En las monarquías hispánicas medievales (aproximadamente siglos XI-XV), el rey ostentaba la máxima autoridad teórica, considerada de origen divino. Sin embargo, su poder efectivo estaba limitado en la práctica por la fuerza de la nobleza y el clero (a través de los señoríos) y, con el tiempo, por el creciente poder de las ciudades.
Para auxiliar al rey en las tareas de gobierno, se desarrollaron diversas instituciones:
- Curia Regia / Consejo Real: Órgano consultivo formado inicialmente por nobles y clérigos cercanos al rey. Con el tiempo, se incorporaron juristas y letrados.
- Cortes: Asambleas convocadas por el rey, de carácter estamental. A la Curia Regia inicial se sumaron representantes de las ciudades (burguesía). Su función principal era debatir y aprobar subsidios económicos solicitados por la Corona (llamados ‘servicios’) y presentar peticiones al rey. Las primeras Cortes con representación documentada de ciudadanos tuvieron lugar en el Reino de León en 1188.
- Administración Territorial y Local: El territorio se dividía en circunscripciones administradas por delegados del rey (merinos, adelantados, justicias, vegueres, etc.). El gobierno de las ciudades recaía en los Concejos, inicialmente asambleas de vecinos que evolucionaron hacia un control por parte de una oligarquía urbana (patriciado).
Particularidades Institucionales:
- Corona de Castilla: Tendió hacia un mayor poder real y una administración más centralizada. Los Concejos urbanos evolucionaron hacia un gobierno más restringido (Regimiento, con Regidores). A partir del siglo XIV, se generalizó la figura del Corregidor como representante directo del rey en los principales municipios.
- Corona de Aragón: Se caracterizó por un modelo pactista, donde el poder del rey estaba más limitado por las Cortes de cada reino (Aragón, Cataluña, Valencia). Las Cortes tuvieron gran poder legislativo y fiscal. Surgieron instituciones como la Diputación del General o Generalitat (en Cataluña, Aragón y Valencia) para gestionar la recaudación de impuestos y vigilar el cumplimiento de las leyes pactadas en Cortes. El gobierno municipal también presentaba particularidades (ej. Consellers en Barcelona, Jurados en Valencia y Zaragoza).
Régimen Señorial y Feudalismo
Entre los siglos IX y XII, se consolidó en los reinos cristianos el régimen señorial, un sistema socioeconómico y de organización del poder basado en la gran propiedad territorial (el señorío) y las relaciones de dependencia personal entre señores y campesinos. Este proceso se vio favorecido por la debilidad inicial del poder monárquico y la necesidad de defensa y repoblación durante la Reconquista.
Los señoríos podían ser:
- Territoriales o solariegos: El señor poseía la propiedad de la tierra y los campesinos le pagaban rentas por su uso.
- Jurisdiccionales: El señor (noble o eclesiástico) ejercía funciones públicas (justicia, gobierno, cobro de impuestos) sobre los habitantes del señorío, fueran o no propietarios de la tierra.
Aunque a menudo se asocia con el feudalismo europeo (basado en el vasallaje y el feudo), en la Península Ibérica predominó el régimen señorial, si bien existieron relaciones feudo-vasalláticas, especialmente en Cataluña. A partir del siglo XIII, los monarcas comenzaron un proceso de fortalecimiento de su autoridad frente a los señores, buscando recuperar prerrogativas y centralizar el poder, un proceso que culminaría en la Edad Moderna.
Sociedad Estamental
La sociedad medieval en los reinos cristianos era estamental, es decir, dividida en grupos sociales cerrados (estamentos) definidos por la función que desempeñaban y por un estatuto jurídico propio (privilegios). La pertenencia a cada estamento se determinaba, en general, por nacimiento.
- Privilegiados: Gozaban de importantes ventajas legales y fiscales.
- Nobleza: Su función teórica era la defensa militar de la sociedad. Poseían grandes extensiones de tierra (señoríos), ejercían poder jurisdiccional, estaban exentos del pago de impuestos directos y tenían leyes y tribunales propios. Se dividía en alta nobleza (condes, duques, marqueses) y baja nobleza (hidalgos, caballeros). Su poder económico se consolidó con la institución del mayorazgo (vinculación de los bienes al primogénito) a partir del siglo XIV.
- Clero: Su función era la oración, el culto y la cura de almas, además de un importante papel cultural. También poseían señoríos, cobraban rentas (como el diezmo) y gozaban de exenciones fiscales y fuero propio. Se dividía en alto clero (obispos, abades, equiparables a la alta nobleza) y bajo clero (curas, monjes, de origen más humilde).
- No Privilegiados (Estado Llano o Tercer Estado): Constituían la inmensa mayoría de la población (en torno al 90-95%) y su función era trabajar para mantener al conjunto de la sociedad.
- Campesinos: El grupo más numeroso. Podían ser pequeños propietarios (minoritarios), arrendatarios o siervos (adscritos a la tierra del señorío). Estaban sujetos al pago de impuestos al rey y/o rentas y derechos al señor.
- Habitantes de las ciudades: Incluía a artesanos (organizados en gremios), comerciantes, profesiones liberales y una masa de población urbana pobre. La burguesía (grandes comerciantes y maestros artesanos) adquirió una creciente importancia económica y política.
Esta estructura social, aunque con transformaciones, pervivió durante toda la Edad Media y gran parte de la Edad Moderna.