El Reinado de Alfonso XIII: La Restauración Regeneracionista
En 1902, Alfonso XIII inició su reinado y con él una etapa marcada por el regeneracionismo, que buscaba reformar el sistema tras el desastre de 1898. Este movimiento impulsó algunas reformas:
Antonio Maura (1903-1909)
- Ley electoral (voto obligatorio masculino).
- Regulación del derecho a huelga y descanso dominical.
- Creación del Instituto Nacional de Previsión.
José Canalejas (1910-1912)
- Supresión de impuestos básicos.
- Servicio militar obligatorio.
- “Ley del candado” contra Órdenes religiosas.
Política Exterior y Marruecos
Tras la pérdida de las últimas colonias en 1898, España centró su política exterior en el norte de Marruecos, buscando explotar la región económica y militarmente. En 1909, el intento de asegurar el control de la zona resultó en la derrota española en el Barranco del Lobo, lo que generó descontento social, especialmente por el reclutamiento de soldados de las clases populares. Las protestas llevaron a la Semana Trágica en Barcelona, con cientos de muertos y severas represalias. En 1912, se estableció el protectorado español de Marruecos, consolidando la presencia en la región. Durante este periodo, también crecieron el movimiento obrero (CNT en 1910 y PCE en 1921) y los nacionalismos catalán, vasco y gallego, que demandaban mayor autonomía.
La Crisis de 1917
Durante la Primera Guerra Mundial, la neutralidad de España permitió que algunos sectores empresariales se enriquecieran gracias a las exportaciones, pero las clases populares no se beneficiaron. Los precios subieron mientras los salarios permanecían estancados. Tras la guerra, cesaron los beneficios económicos, lo que agravó la situación y provocó una crisis de subsistencia que el régimen de la Restauración no supo gestionar.
Crisis Social
En 1917, los sindicatos UGT y CNT convocaron una huelga general revolucionaria para derrocar el sistema de la Restauración. La represión militar dejó cientos de víctimas y agudizó la tensión social.
Crisis Militar
El Ejército, molesto por las críticas tras la guerra de Cuba y unido por un fuerte patriotismo, formó las Juntas de Defensa Militar para exigir mejoras salariales. El Gobierno, debilitado, cedió a su presión.
Crisis Política
El Gobierno suspendió las Cortes y las garantías constitucionales. Una asamblea de catalanismo, republicanismo y socialismo intentó proponer una reforma política, pero fue disuelta por el Gobierno.
Tras la crisis de 1917, la conflictividad social aumentó. La clase trabajadora, influenciada por la Revolución rusa, intensificó su lucha en el trienio bolchevique (1917-1920). En Cataluña, el sindicalismo respondió con violencia a los asesinatos de líderes sindicales. El general Severiano Martínez Anido reforzó la represión y el “pistolerismo”, usando la “ley de fugas” para justificar el asesinato de sindicalistas.
En Marruecos, el conflicto colonial se agravó con la derrota española en el desastre de Annual (1921). La Restauración no logró renovarse debido a la corrupción, la división política y el clima social violento.
La Dictadura de Primo de Rivera
En 1923, Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado y asumió el poder, suspendiendo la Constitución, disolviendo el Parlamento y prohibiendo partidos y sindicatos. Su régimen, apoyado por Alfonso XIII, prometió restaurar el orden, acabar con la guerra en Marruecos y combatir la corrupción.
La dictadura se dividió en dos fases:
- Directorio militar (1923-1925): Impuso su control sobre Marruecos con ayuda francesa.
- Directorio civil (1925-1930): Intentó institucionalizar el régimen con un partido único y sustituyó el Parlamento por una Asamblea Nacional Consultiva.
Primo de Rivera y la Unión Patriótica
Primo de Rivera concentraba todo el poder ejecutivo y gestionaba los asuntos del Gobierno junto al rey Alfonso XIII. En 1924 fundó la Unión Patriótica, un partido único que buscaba integrar a todas las capas sociales y servir como base política para su dictadura.
El Fin de la Dictadura de Primo de Rivera
Al principio, Primo de Rivera recibió apoyo de las clases altas, el Ejército, el empresariado y algunos sectores políticos. Sin embargo, el autoritarismo, los problemas económicos y la represión cultural impidieron la viabilidad del régimen.
Desde 1928, la oposición se reorganizó, uniendo a anarquistas, republicanos, socialistas y catalanistas. Sin apoyo militar ni del rey, Primo de Rivera dimitió en 1930. Tras varios intentos fallidos de restaurar el régimen, la oposición se unió en el Pacto de San Sebastián, y las elecciones municipales de 1931, ganadas por la oposición, llevaron a la abdicación de Alfonso XIII y la proclamación de la Segunda República.
Sociedad y Economía en la España de Alfonso XIII
En el primer tercio del siglo XX, España mantenía una lenta modernización industrial y agrícola, siendo un país principalmente agrario con grandes desigualdades sociales y un 65% de analfabetismo. La industria estaba concentrada en Cataluña, el País Vasco y Madrid. Mientras las clases medias mejoraban, casi la mitad de la población campesina vivía en pobreza y la clase obrera sufría malas condiciones de trabajo y escasa protección social.
Durante la dictadura de Primo de Rivera, se adoptó el modelo fascista italiano del nacionalismo económico, con proyectos de obras públicas, lo que mejoró infraestructuras y generó empleo. Sin embargo, el endeudamiento aumentó por la debilidad del sistema fiscal, y las inversiones se financiaron con créditos de EE. UU., que terminaron tras la crisis de 1929, empeorando la situación financiera.
En 1929, se celebraron la Exposición Universal de Barcelona y la Iberoamericana de Sevilla, eventos utilizados por la dictadura como propaganda para mostrar sus logros económicos.
La huelga era una estrategia reivindicativa del movimiento obrero, que frecuentemente era duramente reprimida por la Guardia Civil e incluso por el Ejército. Esta represión contribuyó a radicalizar la actividad contestataria del sector obrero y jornalero.
La Segunda República
Proclamación
El 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República tras las elecciones municipales del 12 de abril, donde las candidaturas republicanas ganaron en las ciudades, lo que provocó el exilio de Alfonso XIII. El Gobierno provisional emprendió reformas urgentes, como mejoras laborales, libertad de culto, secularización, un estatuto de autonomía para Cataluña y la modernización del Ejército. La Iglesia reaccionó con desconfianza por las medidas secularizadoras, y ataques anticlericales en Madrid, sin respuesta eficaz del Gobierno, llevaron a la quema de edificios religiosos, empeorando las relaciones entre la República y la Iglesia.
La Constitución de 1931
La Constitución de 1931, elaborada tras la elección de Cortes Constituyentes, fue la base de un régimen democrático moderno en la Segunda República española. Sus principales características fueron:
- Estado social de derecho: Definió a España como una “República democrática de trabajadores y trabajadoras de toda clase”.
- Sufragio universal: Reconoció el derecho al voto a partir de los 23 años, incluyendo a las mujeres, que votaron por primera vez en 1933.
- Derechos y libertades: Garantizó derechos como el divorcio, el matrimonio civil, la igualdad de los hijos legítimos e ilegítimos, y el acceso a la educación pública gratuita y laica.
- División de poderes: Las Cortes unicamerales ejercían el poder legislativo; el jefe de Estado tenía funciones representativas, y el jefe de Gobierno, poderes ejecutivos.
- Autonomía regional: Reconoció el derecho de las regiones a establecer estatutos de autonomía, algo inédito en España.
- Separación Iglesia-Estado: Se estableció una clara independencia entre ambos.
Clara Campoamor figura clave en la lucha por el voto femenino y una de las primeras diputadas de la Segunda República. Fue fundamental para los avances democráticos.
El Bienio Reformista (1931-1933)
Durante el gobierno de Azaña, republicanos y socialistas impulsaron reformas clave:
- Autonomías: Estatuto de Autonomía de Cataluña (1932) y avances en País Vasco, Galicia y otras regiones.
- Reforma militar: Juramento de fidelidad a la República y creación de la Guardia de Asalto.
- Reforma agraria: Redistribución de tierras para jornaleros y campesinos pobres.
- Educación: Construcción de 10.000 escuelas y mejora de condiciones para docentes.
- Cuestión religiosa: Separación Iglesia-Estado, legalización del matrimonio civil y divorcio, y expulsión de los jesuitas.
- Reformas sociales: Derecho a huelga, vacaciones pagadas, seguros y mejores condiciones laborales.
En 1932, el golpe fallido de José Sanjurjo mostró la resistencia conservadora (clero, Ejército y terratenientes) a las reformas republicanas.
El Bienio Radical Cedista o Bienio Negro (1933-1935)
El Bienio Radical Cedista o Bienio Negro (1933-1935) fue un periodo marcado por el rechazo a las reformas del gobierno de Azaña, lo que llevó a la creación en 1933 de la CEDA, un partido de derechas con simpatías fascistas. Además, las reivindicaciones anarquistas continuaron, lo que culminó en la matanza de Casas Viejas en enero de 1933, donde la Guardia Civil y la Guardia de Asalto reprimieron brutalmente un levantamiento anarquista, lo que provocó la caída del gobierno de Azaña y la convocatoria de elecciones.
En los comicios de 1933, los partidos de derechas triunfaron, y el Partido Radical de Alejandro Lerroux asumió el poder, aunque la CEDA, con José María Gil Robles como líder, fue el más votado y se convirtió en árbitro de la situación. Su principal objetivo fue deshacer las reformas anteriores, además de amnistiar a los golpistas de la Sanjurjada. Durante este periodo, José Antonio Primo de Rivera fundó Falange Española, un pequeño partido fascista que agredió a organizaciones obreras. La situación de polarización llevó a una huelga general revolucionaria en 1934, que estalló principalmente en Asturias, donde las fuerzas insurgentes controlaron las minas, y en Cataluña, donde se proclamó el Estado Catalán dentro de una República Federal. La huelga fracasó en el resto de España, y el ejército sofocó las revueltas con dureza, lo que resultó en la pérdida de la autonomía catalana y la represión de Asturias.
Manuel Azaña fue un líder republicano y presidente del Gobierno en dos ocasiones. Tras la Guerra Civil, se exilió en Francia, donde murió.
Más resumido: El Bienio Radical Cedista (1933-1935) fue un periodo marcado por la oposición de la derecha a las reformas de Azaña, lo que llevó a la creación de la CEDA en 1933. En enero de 1933, la represión de un levantamiento anarquista en Casas Viejas desestabilizó el gobierno de Azaña, quien dimitió tras la masacre. Las elecciones de 1933 dieron el poder a los partidos de derechas, con el Partido Radical de Lerroux al frente, aunque la CEDA de Gil Robles fue el más votado y buscó anular las reformas previas. Durante este tiempo, Falange Española fue fundada por José Antonio Primo de Rivera. La creciente polarización culminó en la Revolución de Octubre de 1934, donde la huelga general y los levantamientos en Asturias y Cataluña fueron sofocados con dureza, resultando en la pérdida de la autonomía catalana y una represión severa en Asturias.
La Victoria del Frente Popular (1936)
En febrero de 1936, tras la crisis de corrupción del Gobierno de la CEDA y el Partido Radical, se convocaron elecciones. La izquierda, temerosa del avance del fascismo, se unió en el Frente Popular, compuesto por partidos republicanos de izquierda, nacionalistas y comunistas. Este frente logró la victoria electoral, y Manuel Azaña fue nombrado presidente.
El programa del Frente Popular incluyó la amnistía de presos de las huelgas de 1934, la reanudación de la reforma agraria y la restauración de la autonomía catalana. Sin embargo, el desorden y la violencia aumentaron, con ocupaciones de tierras por parte de anarquistas y ataques de Falange a organizaciones obreras. Ante este caos, sectores militares y de derecha conspiraron, y el asesinato de figuras clave cómo Calvo Sotelo en julio de 1936 desató la sublevación militar que marcaría el inicio de la Guerra Civil.
Durante la Segunda República, las mujeres pudieron ser elegidas diputadas desde 1931, pero solo 9 lograron llegar a las Cortes: Clara Campoamor, Victoria Kent, Margarita Nelken, Francisca Bohigas, María Lejárraga, Matilde de la Torre, Veneranda García, Julia Álvarez Resano y Dolores Ibárruri. Margarita Nelken fue la única mujer que fue diputada en las tres elecciones (1931, 1933 y 1936).