Guerra Civil Española: Causas, Desarrollo y Consecuencias
Introducción: Fracasada la República ante la violencia política y el creciente descontento, tanto por sus enemigos tradicionales como por los mismos obreros, se había creado un clima de guerra civil, que se materializó el 17 de julio de 1936. Este conflicto es visto por algunos como el enfrentamiento entre las dos Españas, la tradicional o de derechas y la antitradicional o de izquierdas, con el consiguiente hundimiento del centro político. Además, otros la ven como el prólogo a la 2ª Guerra Mundial, apareciendo enfrentadas las democracias occidentales a los totalitarismos.
De acuerdo con las instrucciones de Emilio Mola, el golpe de estado militar se realizaría con extrema violencia. Primero se declararía el estado de guerra y después se detendría y eliminaría a los opositores. El pronunciamiento se inició de modo imprevisto en Melilla y de inmediato se expandió al resto del protectorado marroquí. Así, entre los días 18 y 20 de julio, los resultados fueron diversos. En Madrid, los rebeldes se atrincheraron en el cuartel de la Montaña, que fue asaltado por tropas fieles al gobierno y milicias obreras. En Barcelona y Valencia, buena parte del ejército y las fuerzas armadas se mantuvieron fieles a la República, por lo que el alzamiento fracasó.
Desarrollo del Conflicto
Desde el 20 de julio, las ciudades y zonas industriales quedaron en manos del gobierno, y las zonas agrarias en manos de los militares sublevados. A finales de julio, la sublevación derivó en Guerra Civil entre sublevados y republicanos. La Guerra Civil estalló en un momento crítico en las relaciones internacionales. Para los conservadores y la mayoría de los católicos, se percibió como una contienda entre la civilización occidental y el comunismo ateo. Mientras que para los sectores progresistas significaba la lucha por la libertad y contra el fascismo totalitario. El gobierno francés del Frente Popular y el conservador del Reino Unido adoptaron una actitud neutral y suscribieron el acuerdo de no intervención en España, prohibiendo la importación de armas en agosto del 36, el cual firmaron la URSS, Alemania e Italia.
Ambos bandos solicitaron ayuda exterior. La República contó con la URSS de Stalin y las Brigadas Internacionales, además de la financiación económica de las reservas del Banco de España. Hitler y Mussolini coordinaron la ayuda a los sublevados. Los alemanes enviaron aviación organizada en la Legión Cóndor, mientras los italianos constituyeron un cuerpo de tropas voluntarios y enviaron numeroso material de guerra (además financiaron a los sublevados, los capitalistas españoles y compañías multinacionales).
Dentro de España, los sublevados se apoyaron en la UME, la Falange, la JONS, los carlistas, las fuerzas de derechas, masa de apolítica movilizada y la Iglesia. Por el bando republicano, se encontraban la UMRA, partidos de izquierdas, partidos obreros, masas de izquierdas, nacionalistas catalanes y vascos.
Principales Fases de la Guerra
El objetivo de los militares rebeldes era la rápida conquista de Madrid. El avance quedó detenido en la sierra de Guadarrama, con lo que Franco liberó el Alcázar de Toledo, lo que supuso un importante triunfo propagandístico. En octubre, ordenó el ataque a Madrid, pero los esfuerzos en material de armas lograron detenerlo. Posteriormente, intentó ofensivas por los flancos, donde fracasó. Aunque las tropas de Queipo de Llano ocuparon Málaga.
Los fracasos en Madrid provocaron un cambio en su estrategia, instaló su gobierno en Burgos e inició una guerra de desgaste. Primero se dirigió a la cornisa cantábrica, bombardeando los alemanes Durango y Guernica. Bilbao cayó. Mientras los republicanos se lanzaban en Brunete a una ofensiva fracasada. Para salvar a Asturias, los republicanos se lanzaron a la ofensiva en Belchite, pero no impidió que los franquistas tomaran Gijón.
Para evitar el retorno de Franco sobre Madrid, el gobierno republicano atacó Teruel, donde sucedió una de las batallas más crueles de la guerra. A los pocos meses, las tropas sublevadas se lanzaron por la zona de Aragón, llegaron al Mediterráneo y aislaron Cataluña. El general Vicente Rojo preparó la batalla del Ebro, guerra de desgaste cuyo resultado fue la pérdida del mejor ejército republicano.
A finales de 1938, los franquistas se lanzaron sobre Cataluña, ocupando en enero Barcelona y en febrero Gerona. Gran Bretaña y Francia reconocieron al gobierno de Franco. En Madrid, el coronel Casado, jefe del ejército del centro, junto a dirigentes socialistas, anarquistas y republicanos, se sublevaron contra el gobierno de Negrín y los comunistas para negociar una paz sin represalias. A finales de marzo, los franquistas reanudaron su ofensiva, ocuparon Madrid y el resto del país, y el 1 de abril la guerra había terminado.
La República en Guerra
Nada más producirse la sublevación del 18 de julio, el presidente del gobierno, Casares Quiroga, ordenó disolver las guarniciones rebeldes y liberar a los soldados de la obediencia a sus jefes. Se formó un gobierno presidido por Diego Martínez Barrios, quien fracasó en el intento de mediación. Azaña encargó formar gobierno a José Giral, quien repartió armas militares a las organizaciones obreras. Lo cierto es que en los primeros meses de la guerra, el estado republicano se desplomó y cayó en manos de las milicias armadas.
Se desató un terror incontrolado a manos de los comités, de las milicias y los tribunales populares. Empezó con la eliminación de quienes habían participado en el pronunciamiento contra la República. En Madrid, se asaltó la cárcel Modelo y los presos fueron fusilados en Paracuellos y Torrejón, imágenes muy violentas para socialistas y anarquistas.
Los anarquistas y gran parte de la UGT emprendieron una profunda revolución social, cuya mejor expresión fueron las colectivizaciones agrarias de Aragón. A ello se opusieron republicanos, socialistas y anarquistas.
La España republicana se vio acosada, necesitaban un gobierno capaz de unir los experimentos revolucionarios del sindicalismo, la reconstrucción del estado y la centralización de los recursos para ganar una guerra. Así, en el gabinete de Largo Caballero entraron socialistas, republicanos, comunistas y nacionalistas catalanes y vascos, y en una remodelación ministerial, anarquistas como Federica Montseny. El nuevo gobierno se trasladó a Valencia ante la cercanía de las tropas de Franco, dejando la ciudad en manos de una junta de defensa. Crearon un verdadero ejército regular: el Ejército Popular de la República, con un mando centralizado, que militarizó las milicias y creó un nuevo estado mayor central. Sin embargo, se avanzó poco en la reconstrucción de un poder único, pues tras los enfrentamientos de mayo, los comunistas dejaron a Largo Caballero prácticamente aislado.
El nuevo gobierno del socialista Juan Negrín era un gabinete de concentración donde estaban representados todos los partidos del Frente Popular y tenían a Indalecio Prieto como ministro de guerra. El nuevo gobierno reforzó el ejército y unificó la organización de una industria de guerra, acabando con la etapa revolucionaria. Negrín expuso su programa en los 13 puntos, que se frustraron tras el pacto de Múnich y la batalla del Ebro. Buscó la mediación de las potencias democráticas y redujo a tres sus condiciones de paz. En estas circunstancias, se produjo en Madrid el golpe de estado del coronel Casado que aceleró el fin de la República y el triunfo de Franco.
El Bando Sublevado
Tras el fracaso de la sublevación contra la República, surgió la necesidad de crear un órgano provisional de gobierno, donde el ejército se convertiría en el pilar básico de la formación del nuevo estado. Después de la muerte de Sanjurjo, se constituyó en Burgos una junta de defensa nacional integrada exclusivamente por militares y presidida por Miguel Cabanellas, que proclamó el estado de guerra y dejó la justicia bajo el control militar.
Desde el primer momento, los sublevados practicaron una sistemática y selectiva represión para eliminar cualquier resistencia. En la retaguardia, la represión la dirigieron las autoridades militares, los requetés y los falangistas. Sin apenas oposición, se decidió elegir a Franco como generalísimo. La junta de defensa fue disuelta y Franco constituyó una junta técnica del estado, como órgano consultivo, formado por militares. A partir de este momento, adoptó el título de caudillo y poco después las potencias de Alemania e Italia reconocieron oficialmente el gobierno de Burgos.
Aunque todas las fuerzas políticas apoyaron la sublevación contra el Frente Popular, tenían que lograr la unificación política, tarea esencial de Ramón Serrano Súñer, quien convenció a Franco para crear un partido único similar a los estados fascistas, fusionando la Falange y la Comunión Tradicionalista. Fal Conde, líder de los carlistas, fue obligado a abandonar España bajo la amenaza de un consejo de guerra. Así, los falangistas, los monárquicos de Renovación Española y la CEDA aceptaron la unificación y se disolvieron. Franco dio a conocer el decreto de unificación por el que creaba un partido único.
Manuel Hedilla, antiguo falangista, se resistió al decreto de unificación y fue encarcelado. La Iglesia apoyó la sublevación militar ante la legislación laica republicana y la furia anticlerical de su represión. Tres obispos españoles calificaron la Guerra Civil de cruzada religiosa. Pero el estrechamiento de los lazos entre la jerarquía eclesiástica española y Franco llegó con la publicación pastoral colectiva del episcopado español a los obispos del mundo.
El nuevo gobierno promulgó la ley de administración central del estado con lo que Franco reunió en su persona los poderes. La política laboral quedó plasmada en el Fuero del Trabajo, declarado más adelante ley fundamental. En esta nueva estructura, empresarios y obreros se encuadraban por ramas de producción en los llamados sindicatos verticales. El régimen se preocupó del control ideológico suprimiendo las libertades de reunión y asociación y mediante la ley de prensa se implantó la censura previa de todos los medios de comunicación.
Consecuencias de la Guerra
Se han dado cifras muy diferentes y dispersas sobre las consecuencias demográficas que causó el conflicto. Otra consecuencia fue el exilio que evacuó a países extranjeros, sobre todo a Francia, pero pronto regresaron. Las destrucciones económicas fueron muy considerables en sectores como carreteras, ferrocarriles, etc. Muchas viviendas fueron destruidas. La producción industrial cayó y la hacienda pública estaba arruinada.
Como consecuencias internacionales, España quedó en una difícil situación durante la 2ª Guerra Mundial. Los alemanes querían que España participara, sin embargo, España pasaría de la no beligerancia a la neutralidad. Ello no evitó su aislamiento internacional tras la guerra y el comienzo de la normalización de sus relaciones hasta los años 50.
La vida política estaría influida por los regímenes fascistas y el poder supremo en manos de Franco. El Fuero de los Españoles configuraría dicho nuevo y largo régimen. La mayoría de los intelectuales se manifestaron en apoyo a la República y tuvieron que exiliarse, con lo que el país perdió gran parte de los escritores, artistas y profesionales. No murieron muchos intelectuales en la guerra.
Conclusión
Para concluir, diremos que la Guerra Civil concentraba muchos problemas que arrastraba la sociedad española, como las dificultades decimonónicas de modernización o las sucesivas crisis que derrumbarían el sistema canovista y traería la alternativa militar de Miguel Primo de Rivera. Su fracaso daría paso a la 2ª República y el colapso derivaría en la Guerra Civil. El resultado de la Guerra Civil provocó la larga dictadura del general Franco junto a la represión y al exilio de los republicanos. Todo ello lo habían posibilitado la unión política y militar del bando rebelde, frente a la desunión republicana, la calidad de la ayuda fascista, sus continuos éxitos parciales y la mejor administración de los recursos.
El franquismo traería una dura posguerra y el aislamiento internacional, la recuperación y el desarrollismo económico, pero también la petición de los demócratas de sus libertades.