Análisis del Régimen Franquista: De la Dictadura a la Transición

El artículo 1 comienza con una proclamación de respeto de los principios. No obstante, esta proclamación de respeto de lo que podríamos denominar derechos humanos, no era más que una ficción escrita que en nada se correspondía con la realidad del momento. Esta “defensa” de los derechos humanos contrastaba con la realidad de un régimen que, por aquellos años, mostraba su rostro más represor con miles de personas encarceladas o ejecutadas por sus ideas políticas de izquierdas o, sencillamente, por mostrarse críticos con el régimen.

El artículo 2 establece la obligación de guardar fidelidad a la Patria, que se identifica con el jefe del Estado, Francisco Franco, al que también se debe lealtad. Esta identificación entre la Patria y el jefe del Estado es propia de los regímenes autoritarios y establece el marco que limita el principio anterior de respeto por los derechos humanos, siempre que se cumpla dichos requisitos de fidelidad y lealtad.

El artículo 6 establece la confesionalidad del Estado de manera que la religión católica será la única permitida. Este artículo suponía un retroceso en el ejercicio de las libertades, en este caso concretamente de la libertad de culto, se tradujo con posterioridad en una serie de privilegios a la Iglesia católica que volvía a tener una posición social dominante

El artículo 10, se volvía a crear una ficción de “pseudo democracia”, denominada por el régimen “democracia orgánica” que garantizaba la participación política de los ciudadanos a través de lo que se denominaban “instituciones naturales” a nivel privado (la Familia), laboral (el Sindicato, entendido siguiendo la concepción fascista de “sindicato vertical” que englobaría tanto a representantes de los obreros como de la patronal, frente al sindicato “de clase”) y a nivel social (el Municipio). Dicho modelo de democracia contrastaba con la “democracia representativa”, propia de los regímenes occidentales

El artículo 22, que definía la familia, por supuesto el modelo tradicional de la misma, “como institución natural y fundamento de la sociedad” a la par que defendía una política pronatalista (“El Estado protegerá especialmente a las familias numerosas”) y declaraba la indisolubilidad del matrimonio lo que suponía la prohibición del divorcio.

La guerra civil y, sobre todo, la victoria del bando sublevado, supuso el triunfo del poder absoluto que había ido acaparando el general Francisco Franco a lo largo de la guerra. Así, tras la victoria de dicho bando, había que crear un régimen político que, por lo general, carecía de una idea propia definida, más allá de su anti-republicanismo y anti-izquierdismo. Dicho régimen se organizó en torno a la figura de Franco dando lugar a un régimen marcadamente personalista y que, en sus primeros momentos, se nutrió en su ideología y formas del partido falangista. Sin embargo, la Guerra Mundial, con la participación de España en la denominada “división azul” para luchar contra la URSS; la derrota de las potencias del Eje frente a los ejércitos aliados dejaba al régimen franquista en una situación especialmente difícil. Es en este contexto en el que surge el texto que, como ya hemos señalado anteriormente, pretendía crear una apariencia de cierta “normalidad democrática”, a la par que se alejaba de aquellas formas y discurso que recordase su herencia fascista. La situación de Guerra Fría que se desencadenaría tras la guerra, enfrentando a los antiguos aliados, jugaría en favor del franquismo, quien supo usar la baza “anticomunista” del régimen. Esta baza permitiría el reconocimiento del régimen franquista por los principales países occidentales, así como su incorporación a la ONU como miembro de pleno derecho. Esta integración en el bloque occidental del franquismo le supuso también la apertura al mercado internacional y la posibilidad de desarrollo económico gracias a las inversiones extranjeras, así como del turismo, que se convirtió en un motor fundamental para la economía española durante los años sesenta. No obstante, con los setenta llegarían los últimos años del franquismo, marcados por un aumento de la conflictividad social, el terrorismo y la lucha en el seno del franquismo entre los partidarios de continuar con el proceso de apertura y concesión de mayores libertades. Así mismo, la previsible muerte de Franco planteaba serias dudas sobre la continuidad del propio régimen. Esto último intentó ser controlado por Franco convirtiendo al príncipe Juan Carlos de Borbón en su heredero político a título de Rey. No obstante, la muerte del dictador, en noviembre de 1975, habría de poner punto y final al régimen dictatorial.

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