Argentina: El Empate Hegemónico y la Crisis de Gobernabilidad (1955-1973)

El Empate Argentino: Crisis de Gobernabilidad (1955-1973)

Existe la convicción de una carencia de un verdadero Orden Político en la Argentina, una incapacidad de las clases dominantes para construir alguna forma de dominación legítima sobre una sociedad. Hay una lógica de un «empate» entre fuerzas capaces de vetar proyectos de las otras, sin recursos para imponer los propios. El «empate hegemónico» ha dado lugar a un Estado aislado de la Sociedad, hay inestabilidad crónica con una sociedad «ingobernable». En 1955, quedaba atrás, agotado, un modelo de acumulación iniciado con la crisis del 30 y reforzado en la década del 40, que el peronismo modificó socialmente introduciéndole un patrón ampliado de distribución. Perón fue derrocado por una conjura dirigida por oficiales retirados del Ejército, apoyada por la Marina de guerra. Faltó una ecuación política capaz de articular a la sociedad con el Estado. Con Frondizi se fundan las bases para modificaciones profundas en el modelo de acumulación y consecuentemente se abre un proceso de complejización de las contradicciones entre clases y también entre fracciones de clases. Esto es, recuperarse se manifestó la incapacidad de un sector que deviene predominante en la economía para proyectar sobre la sociedad un Orden Político que lo expresase legítimamente y lo reproduzca. Según cual sea el momento del ciclo económico, se posicionará alguna de las alianzas. Periódicamente había intentos de ruptura del empate que pretendían modernizar la estructura del capitalismo. Pero esos intentos fueron quebrados. Los preludios del cambio Entre 1962 y 1963 Argentina estaba pasando por una recesión.


En el plano político, la crisis económica arrastró a una crisis institucional y las FFAA derrocaron a Frondizi e instalaron un profundo anti-peronismo. Su propuesta no iba más allá de la resurrección de la Revolución Libertadora que había desalojado a Perón del poder. Para ese entonces, se intensificaron las inversiones de capital extranjero en industrias y servicios. Este capital logró la sumisión de la burguesía industrial local, debía amoldarse a sus decisiones. 1958 con Frondizi se promulga la ley de inversiones extranjeras. 1962 hay una crisis con Frondizi por recesión, el programa desarrollista necesitaba aumentar importaciones, de materias primas, maquinaria, tecnología, pero para eso necesitaba aumentar las exportaciones agropecuarias y eso no se dio. Se derroca a Frondizi y Federico Pinedo entra al Ministerio de economía, dando lugar a planes antirrecesivos de liberalismo económico. en 1963 asume Illia Burguesía internacionalizada en detrimento del viejo capitalismo urbano y rural. Durante el gobierno de Guido surgió una capa tecnoburocrática directamente ligada a los nuevos proceso de acumulación capitalista. En 1961 Frondizi devolvió a los sindicatos el control de la CGT, intervenida por el Estado desde hacía 6 años. Comenzó a gestarse la corriente llamada «vandorista» Participación de empresas de ramas vegetativas y de las medianas empresas Descenso del nivel de desocupación Si bien el gobierno de Illia no frena esas tendencias, manifestó una incapacidad para responder a las exigencias del sistema económico, lo que provocó su caída en 1966. «Estamos viviendo la finalización del período de transición del país agrícola-ganadero, de estructura armónica dependiente, hacia el país industrializado». Reconocía a la Argentina como país en vías de desarrollo. Onganía tampoco pudo reconstruir su hegemonía. Carecía de fuerte organización burocrática dotada de estabilidad y de gestión eficaz de empresa económica.


Ideólogos de la Revolución argentina intentan esquematizar sus objetivos por los «3 tiempos»: tiempo económico, social y político. Puede ser visto en 2 etapas: 1º Acumulación de riqueza y poder, y una segunda de Distribución. Se fragmenta en: 1) 66-70: estabilizar una modificación en el modelo de acumulación, en relación de fuerzas sociales básicas y en el modelo político. 2) 70-71: formulación de un modelo con mayor participación del capitalismo nacional, bajo moldes autoritarios. 3) 71-73: intento de «salida» para la situación de la iniciativa estatal sobre la economía y la pretensión de controlar el futuro modelo político. El capital monopolista industrial se convierte en hegemonía dentro del bloque dominante y el capital nacional y la burguesía agraria se someten a él. Se sacrifica a los partidos políticos. Pero en el momento de ofensiva del gran capital, al iniciarse la «Revolución argentina» no tenían otra opción que el repliegue. Se dan tensiones sociales, solo un Estado fuerte en relación con la sociedad podía garantizar demandas y que no se vuelvan incontrolables. Los perjudicados eran la burguesía agraria. Hay enfrentamiento en FFAA, se desorganizó la adhesión de sus cuadros al proyecto que asociaba las instituciones armadas al «establishment». Crecen los poderes de la sociedad civil reabriendo la crisis de representación. Problemas con la burocracia sindical que ya no apoya al gobierno. K Vasena liquida por 2 años las convenciones colectivas de trabajo, establece que el Estado fijará los ingresos de los asalariados. 2º, hay un alzamiento de bases de direcciones sindicales, el clasismo, con influencia marxista llevada por pequeños grupos políticos de izquierda. Los comandantes de las FFAA le quitaron su confianza y le obligaron a presentar la renuncia.


Asume Levingston, pero el verdadero poder lo tenía la figura de comandante del ejército, Lanusse. Para ese entonces, se hacía visible nuevamente una crisis externa, inflación y recesión. Se venía del Cordobazo y desobediencia política generalizada. El ascenso de Levingston y de Ferrer como ministro de economía implicó un intento de transformar el modelo de desarrollo y el acuerdo de fuerzas sociales que estaban en la base. Su objetivo era poner en marcha un programa reformista que aspiraba a asociar el capital nacional con el estado. Se trataba de una argentinización de la economía. Este es el sentido del «Gran Acuerdo Nacional», proyectado en nombre de la Seguridad por altos mandos de las FFAA. Para lograr ese consenso era necesario un acuerdo entre las FFAA, los partidos políticos y la burocracia sindical. Sin embargo, la profundidad de la crisis y la activación general de la sociedad indicaban que era imposible que la revolución argentina se legitimara. Solo Perón estaba en condiciones de capturar la totalidad de los elementos que confluían en la definición de la crisis general. Perón logró sepultar la maniobra transformista de Lanusse arrollándola en las urnas electorales. El recambio político, pese a los entusiasmos despertados, no resolvía la crisis orgánica. Perón no pudo romper las bases sociales y políticas del empate.

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