Contexto Histórico: El Declive de la Restauración
Durante el reinado de Alfonso XIII se vivió, en 1921, en el marco de la Guerra de Marruecos, el llamado desastre de Annual. Este suceso dejó sin resolver el problema en África y generó una gran agitación social, con huelgas y asesinatos, reivindicaciones nacionalistas y críticas republicanas y socialistas a la política regeneracionista aplicada hasta el momento.
En consecuencia, surgieron conspiraciones para acabar con la Restauración desde dos focos: en Barcelona, donde Primo de Rivera llevó a cabo una ocupación militar del poder político; y en Madrid, donde un grupo de generales buscaba una mayor presencia militar en un gobierno que mantuviera la Constitución y la monarquía. El Gobierno llamó a Primo de Rivera a Madrid, jefe de la sublevación.
El ambiente que se vivía en España se vio influenciado por la quiebra de las democracias en Europa tras la pésima situación dejada por la I Guerra Mundial, en una radicalización política de la izquierda y la derecha, y un sistema parlamentario que no solucionaba la situación económica y social. El ascenso de Mussolini al poder en Italia en 1922 fue el ejemplo a seguir en España por los sectores más alejados del parlamentarismo.
El Golpe de Estado y la Instauración de la Dictadura
En septiembre de 1923, Primo de Rivera dio un golpe de Estado en Barcelona, sin derramamiento de sangre, con la idea de crear una transición que impusiera orden y sin interés en establecer un régimen definitivo. Dos días después, Alfonso XIII, convencido de este planteamiento, le mandó formar gobierno, siendo así corresponsable de la instauración de un régimen autoritario que hizo desaparecer definitivamente la Restauración. Inicialmente hubo una escasa oposición. El nuevo régimen fue bien acogido en general, puesto que iba a solucionar todos los problemas del país: los políticos de la Restauración le dejaron hacer, la burguesía estuvo de su lado (ya que frenaría a la clase obrera), el PSOE y la UGT denunciaron el golpe, pero no organizaron ninguna respuesta en contra; sólo la CNT y el PCE vieron a la dictadura como una amenaza real.
El Directorio Militar (1923-1925)
Entre 1923 y 1925, se formó un Directorio Militar formado por ocho generales y un contralmirante, como órgano asesor de Primo, siendo éste el único que podía despachar con el rey. Toda la Administración quedó en manos del Ejército. En su programa de gobierno prevaleció dar solución a los problemas en Marruecos, el castigo para los corruptos (caciques y terratenientes) y la creación de un somatén a modo de cuerpo auxiliar de orden público en cada provincia. La imagen que se pretendió mostrar fue la de un regeneracionismo: situación transitoria a modo de “paréntesis de cura”, una relación paternalista con el pueblo, alejamiento de la política de turno, unas relaciones tensas con la Iglesia y el apoyo a la UGT en detrimento de sindicatos católicos.
Medidas Adoptadas por el Directorio Militar
- No ilegalizó ni el Partido Conservador, ni el Partido Liberal, ni el PSOE, pero restringió libertades políticas.
- Suspendió la Constitución de 1876, disolvió las Cortes y sustituyó a los gobernadores civiles por militares en las provincias.
- Suspendió en sus funciones a todos los concejales y creó un Estatuto Municipal para regular los Ayuntamientos.
- Hizo una reforma fiscal con la creación de impuestos de renta y directos, aumentó el gasto en infraestructuras y obras públicas.
- Limitó la libertad de prensa y puso censura sobre las publicaciones.
- Clausuró el Ateneo y desterró a Unamuno creando así conflictos con los estudiantes.
- Prohibió las manifestaciones del 1 de mayo.
En 1924, Primo de Rivera fundó la Unión Patriótica, partido de rasgos fascistas cuyo lema era “Patria, Religión, Monarquía”, y que significó el apoyo político del Gobierno, los Ayuntamientos y las Diputaciones. Entre sus afiliados se encontraban carlistas, mauristas, burgueses industriales y grandes terratenientes. Su dependencia del poder hizo que se disolviera una vez desaparecida la dictadura.
El mayor logro de Primo de Rivera fue en la Guerra de Marruecos. Aceptó los resultados de la investigación sobre Annual condenando a los culpables, y ante un nuevo empuje de los cabilas, se nombró alto comisario en Marruecos, logrando avances importantes con militares africanistas como Sanjurjo, Kindelán y el jefe de los Tercios, el teniente coronel Francisco Franco. Ante el avance en la zona francesa del caudillo Abd-el-Krim, que intentó tomar Tánger, se creó un frente franco-español que, tras el desembarco en Alhucemas en 1925, derrotó a los marroquíes y puso fin a esta guerra en 1926.
El Directorio Civil (1925-1930)
Entre 1925 y 1930, el Directorio Civil sustituyó al militar. Este gobierno optó por el corporativismo, que buscaba un mejor funcionamiento social al existir agrupaciones o cuerpos intermedios que regulaban las relaciones sociales: frente a la diversidad de partidos, uno único (Unión Patriótica); frente a la elección directa, elección indirecta de representantes corporativistas; frente a una política movida por los intereses de los partidos, una gestión confiada a técnicos… todo ello para lograr un Estado más intervencionista.
Con estas premisas corporativistas se creó la Asamblea Nacional Consultiva en 1927, cámara de representación política, totalmente corporativa, formada por capitanes generales y obispos, y representantes de corporaciones locales, de la administración provincial y de miembros de la Unión Patriótica. Solo era consultiva, el Gobierno elegía a sus miembros y ésta no podía controlar a aquél. Su principal obra fue el proyecto de Constitución de la Monarquía Española, de 1929, que no llegó a promulgarse al no contar con el apoyo de la corona, ya que eliminaba la capacidad del rey para sancionar a los ministros.
Política Económica y Laboral
Respecto a la política económica, primó la intervención del Estado con la creación de grandes monopolios (CAMPSA y la Compañía Telefónica Nacional de España), las grandes subvenciones a compañías navieras como Transmediterránea (Juan March), la realización de grandes obras públicas tras la fundación de la Confederación Hidráulica, el Plan de Extensión de Regadíos y un nuevo plan de carreteras, el Plan de Firmes. Llevó a cabo la concentración bancaria, con la desaparición de la pequeña banca catalana y la aparición de los grandes bancos (Central, Hispano Americano, Bilbao, Vizcaya, Urquijo…). Calvo Sotelo fracasó en su intento de llevar a cabo una política fiscal progresiva.
En política laboral, Aunós contó con el apoyo de gran parte del socialismo. Se reguló la emigración con la fundación de la Dirección General de Emigración; se crearon un seguro de maternidad, ayudas a las familias numerosas y se reglamentó el descanso dominical. Se fundó la Organización Corporativa del Trabajo con la participación de patronos y trabajadores que regulaba las condiciones laborales y salariales y se sometían al arbitraje del Gobierno. Incluso participó la UGT siguiendo la orientación de Largo Caballero, que llegó a ser Consejero de Estado, provocando una división interna en el socialismo español.
La Caída de la Dictadura y el Camino a la República
Entre 1926 y 1928 la Dictadura fue contando con una oposición progresiva que se vio en estudiantes y profesores universitarios (Ortega y Gasset, Sánchez Albornoz), movilizados ante la desigualdad en la expedición de títulos respecto a las universidades religiosas, sobre los que el Gobierno aplicó una dura represión; en fuerzas republicanas y socialistas; en los nacionalismos, y en el malestar del ejército por la modificación de los criterios de ascenso en el cuerpo de artillería, que suprimió a todos sus oficiales (“Sanjuanada”), sin que el rey interviniera para impedirlo.
La influencia de la crisis de 1929 supuso el déficit de la balanza comercial, por lo que se produjo una devaluación de la peseta, que supuso la crítica de políticos y financieros.
Una imagen quebrantada por todos los problemas no resueltos, la pérdida de apoyos de la izquierda y la derecha, el PSOE y la UGT a favor de una república… pusieron a Primo de Rivera en la cuerda floja. La Corona temió ser arrastrada por la oposición, por lo que aceptó la dimisión de Primo de Rivera en 1930, que se exilió posteriormente a Francia.
Alfonso XIII decidió restablecer el viejo sistema parlamentario, pero los dos gobiernos que se sucedieron en menos de un año – el del general Berenguer y el del almirante Aznar – ni restablecieron la Constitución de 1876 ni convocaron nuevas elecciones. Incluso algunos monárquicos rechazaron la conducta del propio rey.
Entre tanto y al margen del sistema, los partidos de la oposición establecieron el Pacto de San Sebastián (17 de agosto de 1930), integrado por republicanos y autonomistas gallegos y catalanes, a los que se incorporaron después socialistas y anarquistas. Sus objetivos eran instaurar la República, mediante un alzamiento militar apoyado por civiles.