La Segunda República Española (1931-1936): Un Periodo de Reformas y Tensiones
La Segunda República se proclamó el 14 de abril de 1931 tras el triunfo de las candidaturas republicanas en las elecciones municipales en las grandes ciudades y capitales de provincia. Alfonso XIII se exilió y el poder fue tomado por un Gobierno Provisional que convocó elecciones a Cortes Constituyentes. Estas Cortes elaboraron una Constitución democrática, reformista y de izquierdas.
Etapas de la Segunda República
La República estuvo marcada por dos periodos muy distintos:
- Bienio Reformista (abril 1931 – noviembre 1933)
- Bienio Conservador (noviembre 1933 – febrero 1936)
Estos periodos se diferencian principalmente por la orientación ideológica de los gobiernos y las políticas que implementaron. Una tercera etapa comienza en febrero de 1936 con el Gobierno del Frente Popular.
El Bienio Reformista (1931-1933): Un Proyecto de Modernización
El primer período se conoce como Bienio Reformista debido a las importantes reformas (algunas ya iniciadas en el Gobierno Provisional) que se realizaron. También se le llama Bienio republicano-socialista o Bienio de izquierdas por las fuerzas políticas que gobernaron tras las elecciones de junio de 1931. Niceto Alcalá Zamora era el Presidente de la República y Manuel Azaña jefe de Gobierno, con el apoyo de la coalición de republicanos de izquierda y socialistas. Esta etapa se caracterizó por una política general de reformas que tenía como propósito la modernización y democratización del país.
El Bienio Conservador (1933-1936): La Reacción
El Bienio Conservador, o de Derechas, surge a raíz de los resultados de las elecciones de noviembre de 1933, que significaron la victoria de los partidos de derechas: la CEDA de José María Gil Robles y el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux. Alcalá Zamora siguió siendo el Presidente de la República, pero Lerroux fue el jefe de Gobierno con el apoyo parlamentario de la CEDA. Este segundo período también se llama Bienio Negro, o Rectificador, ya que la ocupación principal del nuevo gobierno consistió en desmontar las reformas del período anterior.
Las Reformas del Bienio Reformista
Reforma Militar
Una de las primeras reformas fue la reforma militar. Azaña emprendió la reforma del ejército (iniciada en el Gobierno Provisional, donde era ministro de Guerra) con el objetivo de eliminar el poder político de los militares, reducir el número de oficiales, cuerpos y unidades, y aumentar su eficacia. Estas medidas formaron la Ley Azaña, que establecía el juramento de fidelidad a la República, el sistema de retiros, la supresión de la Ley de Jurisdicciones y la supresión de la Academia Militar de Zaragoza, entre otras. También se creó la Guardia de Asalto, una policía nacional leal a la República, para asegurar el orden público en las ciudades. Durante el Bienio Conservador, esta reforma no se modificó, limitándose a colocar en puestos clave a militares conservadores y africanistas.
Reforma Educativa y Religiosa
En el Bienio Reformista también se llevó a cabo la reforma educativa y la reforma religiosa (o del clero), impulsadas por el carácter laico del estado español establecido por la Constitución, que decretó la separación de la Iglesia y el Estado. Dicha reforma condujo a la extinción del Concordato de 1851, lo que supuso afirmar la no confesionalidad del Estado y aprobar la libertad de cultos, el divorcio y el matrimonio civil. En el plano educativo, se prohibió la enseñanza a las órdenes religiosas y se hizo obligatorio el enseñanza primaria. Se apostó por modernizar los métodos pedagógicos, invertir en la formación de profesores laicos y construir escuelas públicas primarias para alfabetizar a la población (destaca la creación de las Misiones Pedagógicas para difundir la cultura). El clero se crispó y aumentó el enfrentamiento entre el Estado republicano y la Iglesia. Con respecto a estas reformas, en el Bienio Conservador los créditos para las escuelas disminuyeron y se modificó la política religiosa: se paralizó la legislación laicista y volvió el apoyo a la Iglesia.
Reforma Agraria
El gobierno reformista también planteó la necesidad de llevar a cabo una reforma agraria para tratar de resolver los graves problemas del campo español. En este momento, el sur de España presentaba una estructura latifundista, caracterizada por la abundancia y la miseria de los jornaleros. La Ley de Reforma Agraria planteaba la expropiación con indemnización de las tierras no productivas de los terratenientes. Para llevarla a la práctica se creó el Instituto de Reforma Agraria (IRA). Esta reforma agraria se paralizó en el Bienio Conservador, con la anulación de expropiaciones y decretos favorables a los jornaleros, provocando el empeoramiento de sus condiciones de vida. Los propietarios aprovecharon para incumplir las leyes laborales y bajar los salarios.
Reforma Territorial
La reforma de la estructura territorial del Estado, hecha por el gobierno de Azaña, pretendía conceder estatutos de autonomía a las denominadas «nacionalidades históricas», descentralizando la administración del Estado. Los catalanes lograron obtener su estatuto en 1932, que fue suspendido en 1934 durante el Bienio Contrarreformista, que paralizó el sistema de las autonomías.
Reforma Laboral
El gobierno de derechas también rectificó la reforma laboral hecha en el Bienio Reformista, modificando los jurados mixtos y dando más poder a los empresarios.
Oposición y Conflictividad
Tanto la política reformista como la contrarreformista generaron oposición y conflictividad. Las reformas contaron con la oposición de los grupos oligárquicos y de un sector de los militares, que intentaron paralizarlas mediante un Golpe de Estado (Sanjurjada), así como de los jornaleros que, ante la lentitud de la reforma agraria e influenciados por los anarquistas, intentaron llevar a cabo la revolución social (Casas Viejas). Después de estos hechos, se convocaron elecciones para noviembre de 1933. Por su parte, la política contrarreformista de las derechas también provocó una fuerte conflictividad social y una radicalización en la izquierda, destacando la revolución de octubre de 1934. También se convocaron elecciones para febrero de 1936, con una nueva victoria de las izquierdas.
Conclusión
El primer bienio republicano se caracterizó por el elevado número de reformas con las que republicanos y socialistas confiaban en modernizar España y procurar su mejora social, económica y cultural. Medidas que, unas por demasiado radicales y otras por la tardanza en ponerse en práctica, hicieron que se multiplicasen las protestas de todo tipo y signo. Por el contrario, el Bienio Conservador se caracterizó por sus connotaciones reaccionarias y conservadoras, por paralizar o anular las reformas iniciadas en el bienio anterior, aumentando de este modo la polarización política y las tensiones sociales que desembocarían en la Guerra Civil española.