Carlos IV, Revolución Francesa y Guerra de Independencia: El Camino hacia el Liberalismo en España

Introducción: El Fin del Antiguo Régimen y el Ascenso del Liberalismo

En 1788, Carlos IV accedió al trono de España, heredando un sistema de Antiguo Régimen que, aunque matizado por el despotismo ilustrado, se mantenía esencialmente intacto. Sin embargo, la Revolución Francesa de 1789 desencadenó un proceso que, en poco más de cuatro décadas, desmantelaría el Antiguo Régimen en Europa Occidental, dando paso al liberalismo político, al capitalismo y a la sociedad de clases. Las ideas revolucionarias y los principios liberales fueron difundidos por Europa gracias a los ejércitos de Napoleón Bonaparte, quien tomó el poder en Francia en 1799.

En 1808, España fue invadida por las tropas napoleónicas. Esta ocupación exacerbó la crisis del absolutismo borbónico, agravó las dificultades económicas y condujo a una guerra contra el invasor. En este conflicto se entrelazaron la defensa de la monarquía tradicional y las ideas de libertad inspiradas por la Revolución Francesa, culminando con la promulgación de la Constitución de 1812, conocida como «La Pepa», el 19 de marzo. La derrota de Napoleón en 1815 por las potencias absolutistas europeas significó un retorno al viejo orden, con Fernando VII reinando entre 1814 y 1833. España, al igual que el resto de Europa, se debatió entre el absolutismo y el liberalismo.

Crisis de la Monarquía Borbónica: El Reinado de Carlos IV

La Revolución Francesa de 1789 llevó a los ministros de Carlos IV (1788-1808) a establecer un «cordón sanitario», cerrando las fronteras para impedir la propagación de las ideas revolucionarias en España. La ejecución de Luis XVI en enero de 1793 provocó que España declarara la guerra al gobierno de la Convención francesa. Esta guerra, conocida como la Guerra del Rosellón, duró dos años y culminó con la Paz de Basilea en 1795, que convirtió a la España absolutista de Carlos IV en aliada de la Francia revolucionaria.

Manuel Godoy, con el apoyo de la reina María Luisa de Parma, se convirtió en el todopoderoso valido de la monarquía. La Paz de Basilea marcó el inicio de la subordinación de España a Francia, especialmente tras la llegada al poder de Napoleón Bonaparte. Esta situación condujo a la guerra contra Gran Bretaña, cuyo episodio más significativo fue la derrota naval de Trafalgar en 1805.

Características Clave del Reinado de Carlos IV

  • El Gobierno de un Valido: Carlos IV, tras un breve período en el que mantuvo la estructura política de su padre, confiando en Floridablanca y Aranda, se inclinó por la figura de un valido, Manuel Godoy. Godoy dirigió la política de la monarquía entre 1792 y 1808. Este sistema de gobierno, ya obsoleto, debilitó el poder y la imagen tanto de los gobernantes como de los reyes.
  • Influencia de la Revolución Francesa: La Revolución Francesa dividió a los ilustrados españoles. Algunos, como Floridablanca, moderaron sus ideas y buscaron evitar la entrada de cualquier publicación procedente de Francia, otorgando incluso nuevos poderes a la Inquisición. Muchos ilustrados fueron encarcelados. Los revolucionarios franceses, por su parte, declararon la guerra a las monarquías europeas, incluida la española (1793-1795).
  • Creciente Dependencia de Francia: La monarquía española retomó la tradicional alianza con Francia frente al Reino Unido. Godoy promovió este acercamiento, que resultó en una serie de tratados que aislaron a España del resto de Europa. Los Tratados de San Ildefonso (1796 y 1800) y el Tratado de Fontainebleau (1807) convirtieron a España en un satélite de Francia, poniendo a su disposición recursos económicos y su flota naval. Las consecuencias fueron desastrosas: bloqueo marítimo británico (1796) que perjudicó el comercio con América y la aniquilación de la armada hispanofrancesa en Trafalgar (1805). Estos fracasos aumentaron la impopularidad de Godoy. Napoleón, en 1807, decidió utilizar España como puente para invadir Portugal, introduciendo tropas en puntos estratégicos de la Península.
  • Oposición Política Creciente: La política de Godoy generó una oposición cada vez más organizada. A su izquierda se encontraban los enemigos del absolutismo, partidarios de una constitución que limitara el poder del rey o incluso de una república. A su derecha, los defensores de una mayor participación de la aristocracia en el poder, de la moderación de los ataques contra el clero y de la destitución de Godoy. Este último grupo, mucho más numeroso y liderado por el príncipe heredero Fernando (futuro Fernando VII), incluía a aristócratas, clérigos e ilustrados. Fernando difundió rumores contra los reyes y su valido, e incluso organizó varias conspiraciones.

El Motín de Aranjuez (1808)

La conspiración de marzo de 1808 marcó el fin del reinado de Carlos IV. Godoy planeó trasladar a los reyes a Andalucía y, posteriormente, a América. Al difundirse este plan, estalló un motín en Aranjuez. Godoy fue encarcelado y Carlos IV fue obligado a abdicar en favor de su hijo, Fernando, cuyos partidarios habían financiado y organizado la revuelta. El motín se extendió a Madrid, donde las casas de los simpatizantes de Godoy fueron asaltadas. Fernando VII, el nuevo rey, ratificó la presencia de las tropas napoleónicas. Napoleón decidió entonces instaurar una monarquía satélite en España, lo que desencadenó la Guerra de la Independencia (1808-1814).

La Guerra de Independencia (1808-1814)

Las Abdicaciones de Bayona y las Actitudes ante la Ocupación

Tras los sucesos de Aranjuez, Napoleón se negó a reconocer a Fernando VII y envió una escolta para proteger a Carlos IV. El plan de Napoleón consistía en atraer a Carlos y a Fernando a la localidad francesa de Bayona para obligarlos a renunciar a sus derechos al trono. El emperador francés forzó la renuncia de ambos, quienes cedieron sus derechos a Napoleón. Este proclamó rey de España y de las Américas a su hermano José I Bonaparte.

El Levantamiento Popular Antifrancés

Napoleón subestimó la capacidad de resistencia española. El 2 de mayo de 1808, comenzaron en Madrid los levantamientos populares contra el ejército invasor. Los franceses se disponían a trasladar a Francia al infante Francisco de Paula, de 12 años, para evitar que se convirtiera en un símbolo de la resistencia. Una multitud se congregó frente al Palacio Real e intentó impedirlo, dando inicio a los enfrentamientos. Los soldados napoleónicos fueron atacados y los combates callejeros fueron violentos. El mariscal Murat, comandante de las tropas francesas, concentró unos 30.000 soldados en Madrid e inició una brutal represión, fusilando a cientos de civiles.

Actitudes ante la Ocupación

Los españoles reaccionaron de diversas maneras ante la invasión y las renuncias de Bayona. La mayoría de la población se opuso a la ocupación y participó en la lucha contra el ejército napoleónico. José I solo recibió el apoyo de un reducido grupo de españoles, los «afrancesados», pertenecientes a los sectores sociales más altos e ilustrados, que veían en la ocupación una oportunidad para realizar reformas.

Características de la Guerra

La Guerra de Independencia fue más que un simple enfrentamiento entre España y Francia. Presentó diversas vertientes:

  • Conflicto Internacional: Involucró a Portugal, invadido por las tropas francesas, y al Reino Unido, enemigo de Francia y, hasta 1808, de España. Los británicos utilizaron Portugal como base de operaciones, destacando la actuación del Duque de Wellington.
  • Guerra Civil: Al igual que en otros países ocupados por los franceses, se produjo una guerra civil. Muchos españoles, tanto ilustrados como clases populares, se opusieron a la ocupación, organizando tropas y encontrando el apoyo de nobles y eclesiásticos defensores de la legitimidad de los Borbones y de la Iglesia Católica.
  • Crisis Política: La ausencia del monarca legítimo provocó un vacío de poder y una grave crisis. Se improvisó un poder político alternativo que actuaba en nombre del rey, pero que en realidad era ejercido por sus súbditos. Surgieron las Cortes de Cádiz y se aprobó la Constitución de 1812.
  • Carácter Nacional y Patriótico: La guerra fomentó un sentimiento de identidad nacional y patriotismo entre los españoles.

Etapas de la Guerra

Se distinguen tres fases principales:

  1. Primera Fase (mayo-finales de 1808): Las tropas francesas, dirigidas por Murat, no lograron ocupar rápidamente el país y fracasaron en sus intentos de conquistar Gerona, Zaragoza y Valencia. Los españoles vencieron en la batalla de Bailén y obligaron al ejército invasor a evacuar Madrid. Las tropas británicas expulsaron a los franceses de Portugal y desembarcaron en Galicia.
  2. Segunda Fase (finales de 1808-finales de 1811): Napoleón se trasladó a España al frente de 250.000 soldados. Esta contraofensiva culminó con varias victorias y la recuperación de Madrid. El emperador regresó a Francia en enero de 1809. Durante los años siguientes, el ejército francés impuso su superioridad militar, conquistando territorios con un alto coste en vidas humanas. En 1810, los franceses ocupaban Aragón, Cataluña y casi toda Andalucía. El ejército inglés impidió la recuperación de Portugal.
  3. Fase Final (1812-1813): Los efectivos del ejército napoleónico se redujeron. Las tropas francesas retrocedieron hacia la frontera pirenaica, empujadas por los españoles y el ejército anglo-portugués dirigido por Wellington. Los últimos soldados franceses abandonaron la Península a finales de 1813.

Consecuencias de la Invasión y la Guerra

  • Elevadas pérdidas humanas y económicas. La guerra fue catastrófica para la economía nacional.
  • España quedó relegada a una potencia de segundo orden en Europa.
  • Desmoronamiento del Imperio español en América: se perdieron los territorios americanos.
  • Transición de la monarquía absoluta al Estado liberal en el ámbito político.
  • El desgaste sufrido por los franceses en España contribuyó a su derrota final en Europa.

Los Comienzos de la Revolución Liberal: Las Cortes de Cádiz

Durante la guerra, se enfrentaron dos modelos políticos: el reformista francés, representado por José Bonaparte, y el liberal español, gestado durante la guerra y culminado en las Cortes de Cádiz.

El Modelo Político de José Bonaparte

El régimen establecido por el hermano de Napoleón se caracterizó por:

  • Rodearse de ilustrados y afrancesados españoles para legitimar su reinado.
  • Convocar una asamblea de notables españoles en Bayona para aprobar el Estatuto de Bayona (julio de 1808), una carta otorgada de reformismo moderado que no llegó a aplicarse en su totalidad debido a la guerra.
  • Crear un régimen autoritario basado en el poder absoluto del rey, aunque reconociendo algunos derechos individuales y libertades económicas.
  • Proclamar el catolicismo como religión única y oficial del reino.
  • Establecer unas Cortes con representación de los tres estamentos.

El Liberalismo Español y las Cortes de Cádiz

Durante la guerra, se produjo un proceso revolucionario que rompió con el absolutismo y el sistema político-institucional del Antiguo Régimen en España. El pueblo español asumió el poder, pasando de la soberanía monárquica por derecho divino a un nuevo sistema basado en la participación ciudadana.

Las Juntas Provinciales

Las Juntas, cuyos miembros actuaban en representación del pueblo, fueron los nuevos órganos de gobierno en la España ocupada. Estaban integradas por hombres prestigiosos de los grupos sociales ricos y poderosos: nobles, oficiales del ejército, altos funcionarios y jueces. En septiembre de 1808, se creó la Junta Central, presidida por el Conde de Floridablanca e integrada, entre otros, por Jovellanos y Lorenzo Calvo de Rozas. La Junta Central asumió el gobierno del país hasta 1810, dirigió la resistencia contra los franceses, firmó un tratado de alianza con el gobierno británico y convocó a los representantes de la nación a las Cortes de Cádiz. A finales de enero de 1810, la Junta Central se autodisolvió y traspasó sus poderes a una Regencia de cinco miembros.

Las Cortes de Cádiz

Durante los primeros meses de 1810, los diputados, elegidos en representación de las distintas Juntas Provinciales o como suplentes, llegaron a Cádiz a pesar de las dificultades de la guerra. Las Cortes se celebraron en la iglesia de San Pedro y San Pablo de la Isla de León (actual San Fernando). Predominaban los individuos de clase media, con escasa presencia de nobles y alto clero. Surgieron tres tendencias ideológicas:

  • Liberales: Jóvenes partidarios de reformas revolucionarias, convencidos de que la libertad era esencial para la felicidad. Dominaron los debates e influyeron decisivamente en la labor de las Cortes.
  • Jovellanistas: Pretendían reformar y mejorar el sistema político español limitando parcialmente el poder del rey e introduciendo innovaciones graduales. Se oponían a la revolución y a la soberanía nacional.
  • Absolutistas (o «serviles»): Defendían el viejo absolutismo monárquico. Incluían a numerosos eclesiásticos.

Las Cortes iniciaron sus sesiones en septiembre de 1810. Aprobaron una declaración que proclamaba a Fernando VII como rey legítimo, pero rechazaba el absolutismo y el origen divino del poder del monarca.

La Constitución de 1812

Las Cortes de Cádiz redactaron una Constitución de carácter liberal, promulgada el 19 de marzo de 1812 («La Pepa»). Entre los diputados más destacados en su elaboración figuran Agustín Argüelles, Evaristo Pérez de Castro y Diego Muñoz Torrero. El texto constaba de 384 artículos.

Características principales:

  • Definición de la soberanía nacional y la monarquía constitucional como forma de Estado.
  • Separación de poderes:
    • Ejecutivo: en manos del monarca, con potestad para expedir decretos.
    • Legislativo: compartido entre las Cortes y el Rey. El monarca conservaba el poder ejecutivo, pero con la autorización de las Cortes.
  • Igualdad ante la ley, poniendo fin a los privilegios estamentales.
  • Derechos individuales: libertad de imprenta (excepto para libros religiosos), sufragio censitario para varones mayores de 25 años.
  • Confesionalidad del Estado: catolicismo como religión oficial. Los absolutistas fueron intransigentes en este punto.
  • División del territorio en provincias, con diputaciones provinciales para su gobierno.
  • Creación de ayuntamientos con cargos electivos.
  • Establecimiento de la Milicia Nacional, a nivel local y provincial.

Conclusión: El Trienio Liberal, la Década Absolutista y el Legado de la Guerra

Tras la Guerra de Independencia, las Cortes y la Regencia se trasladaron a Madrid, esperando el retorno del monarca. Fernando VII, en Valencia, recibió el «Manifiesto de los Persas» de diputados absolutistas. Acto seguido, disolvió las Cortes, anuló la Constitución de 1812 y restableció el absolutismo.

El Sexenio Absolutista (1814-1820) supuso el retorno de la Inquisición, los privilegios de la nobleza y el clero, y la supresión de las libertades individuales. Fernando VII perdió popularidad, ya que se deseaba una Constitución y una monarquía (la de los Borbones), pero constitucional.

Durante el Trienio Liberal (1820-1823), el coronel Riego proclamó la Constitución de 1812 en Las Cabezas de San Juan. Fernando VII aceptó la Constitución en marzo. Se suprimió nuevamente la Inquisición y los privilegios, y se pusieron en marcha medidas desamortizadoras. En 1823, las potencias absolutistas de la Santa Alianza intervinieron militarmente en España. El ejército francés de los «Cien Mil Hijos de San Luis», al mando del Duque de Angulema, restauró a Fernando VII como rey absoluto.

La Década Absolutista (1823-1833) vio a Fernando VII, restaurado como monarca absoluto por la Santa Alianza, derogar todos los actos del gobierno liberal, abolir la Constitución y perseguir a los liberales. Se cerraron universidades y centros de enseñanza.

La muerte del rey en 1833 abrió un conflicto sucesorio que derivó en las Guerras Carlistas, un enfrentamiento civil entre los liberales, partidarios de Isabel II, y los absolutistas, defensores de Carlos María Isidro. En este contexto, se dieron los primeros pasos hacia el nacimiento de un Estado Liberal en España.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *