Causas de los Conflictos Bélicos y el Subdesarrollo: Un Análisis Detallado

Causas de los Conflictos Bélicos: Factores Materiales e Ideológicos

Las guerras pueden desencadenarse por razones materiales, por razones ideológicas o por ambas circunstancias, y en tal caso la ideología refuerza o enmascara los motivos materiales.

Razones Materiales

Se dividen en dos categorías de intereses: por un lado, el espacio donde vivir y moverse, la tierra que cultivar, las riquezas del subsuelo, y por otro, los bienes mobiliarios o inmobiliarios generados por la actividad humana, que son objeto de codicia y de tentativas de depredación, mediante el pillaje o la conquista.

La Tierra y el Subsuelo

Antiguamente, la tierra lo era todo. Esa lógica que los países altamente desarrollados han abandonado, perdura en la parte más extensa del mundo, las más pobladas. Donde la presión demográfica sobre el espacio crea un fenómeno de escasez, el uso de la violencia armada constituye una vía de resolución de la situación de enfrentamiento. La lucha por la tierra genera dos tipos de conflictos: civil y entre países.

  • Conflictos civiles: Enfrentan a dos categorías sociales, dos modos de vida, dos grupos de trabajadores. Al ganadero y al campesino les cuesta convivir al igual que al nómada y al sedentario. Estos contrastes en la apropiación del espacio terrestre explican innumerables contiendas en el Próximo Oriente, Asia y África. La presión demográfica es muy fuerte en las escasas tierras de Bangladés.
  • Conflictos territoriales: A menudo son la consecuencia de una estimación del valor del subsuelo, especialmente cuando se desconoce la cantidad real de reservas de una zona. Una vez realizada la prospección y medida la reserva, se puede negociar, pero mientras se computa existe el enfrentamiento. Hoy en día, cualquier zona es una fuente potencial de ingresos, aunque sólo sea por el turismo. Así, por ejemplo, los vietnamitas están empezando a explotar, en perjuicio de los chinos y de los filipinos, las islas Spratley, famosas por sus recursos en pesca, petróleo, gas… El enclave angoleño de Cabinda, con su gran riqueza en yacimientos petrolíferos, constituye un territorio aislado en un extremo del Congo vigilado por las compañías directamente interesadas.

A todos los conflictos territoriales clásicos se han sumado los litigios relacionados con la gestión equitativa del medio ambiente. Hay que prever ecoguerras destinadas a la obtención de los recursos naturales, como el agua, la calidad del aire, o el rechazo por las fuerzas de actividades que degraden el entorno. Si se demostrara que la emanación del CO2 de un país puede alterar los monzones en detrimento de otro país, esto contribuiría a falta de arbitraje internacional, un casus belli. El control de agua en Jordán representa el principal elemento de disputa en el enfrentamiento entre israelíes, palestinos y jordanos. Sucede lo mismo con las fuentes del Éufrates que Turquía pretende controlar mediante un gigantesco sistema de presas que le permitirá ejercer poder sobre toda la región meridional de Mesopotamia.

Economía

En la época del mercantilismo imperante, las guerras de “monopolio” tenían como objetivo evitar que la competencia explotara un producto. Estas guerras semiprivadas revivían indirectamente el apoyo de los estados hasta que los gobiernos decidían intervenir abiertamente. Se inscriben en esta lógica la guerra llamada «de Oporto”, que libró Inglaterra a principios del S. XVIII, o las guerras del opio, que Londres provocó de 1839 a 1842 para imponer la comercialización del opio en China. Desde entonces, las empresas modernas no han dejado de desarrollar estas actividades mediante la “inteligencia económica”, una combinación de búsqueda de información, de protección de datos secretos sobre técnicas industriales y de una competencia desleal para conquistar mercados y ganar las licitaciones.

Razones Psicológicas e Ideológicas

Ideologías

Las ideologías políticas y religiosas forman sistemas de creencia organizados a los que se adhieren individuos a priori con toda libertad. Estas concepciones se transmiten a través de todas las formas de enseñanza y de cultura. El ejército de una coerción puede llevar a la adhesión, pero se trataría de un caso extremo y relativamente frágil. El valor de un motivo psicológico se basa en su capacidad para provocar la adhesión sobre la base de una convicción.

Existen 2 clases de peligros ideológicos: desviaciones sectarias violentas e ideologías que, para empezar, se muestran exclusivas y excluyentes, intolerantes y agresivas. La fe religiosa a menudo ha constituido un poderoso motivo de guerra, como lo ilustran las cruzadas o el hecho de que, durante casi dos siglos, Europa sufriera luchas intestinas entre bandos católicos y protestantes. Hoy en día, Bin Laden invoca la guerra santa contra los “cruzados” occidentales que ocupan la tierra del Islam.

El racismo constituye la forma más extrema de razón psicológica agresiva, como lo demuestran las corrientes residuales del nazismo en Europa, algunas sectas norteamericanas, así como numerosos grupúsculos islamistas que fomentan con gran violencia el odio hacia los judíos o hacia los cristianos. La correlación entre ambas clases de razones, materiales y espirituales, constituye el verdadero motor del conflicto.

Nacionalismo

Renació el nacionalismo en Europa al finalizar la Guerra Fría. El internacionalismo proletario había pretendido superar los antagonismos nacionales. La bipolarización había favorecido una lógica imperialista en la esfera de influencia soviética y las tensiones interétnicas habían quedado congeladas, aunque no resueltas. El derrumbamiento del sistema comunista reavivó en Yugoslavia los reflejos nacionalistas. Desde entonces, la UE ha asumido la tarea de abordar el problema de los Balcanes. En el resto del mundo no ha dejado de demostrar la persistencia y la virulencia de la reivindicación nacionalista insatisfecha.

A comienzos del siglo XXI, el hecho nacional se divide en 4 categorías:

  1. Permanencia de un sentimiento nacional fuerte que sirve de fundamento político. Algunos estados muy extensos han adoptado un sistema federal que concede a las regiones una importante autonomía interna. Para ejercer la autoridad sin recurrir a la fuerza es importante desarrollar una ideología nacionalista que una, mediante un fuerte sentimiento identitario, grupos alejados por la distancia y por la tradición cultural.
  2. Continuidad de las luchas de primera generación para alcanzar el reconocimiento de una identidad nacional que permita el acceso a la soberanía en el marco de unas fronteras seguras y garantizadas: Kurdistán, Palestina, regiones de África negra…
  3. Resurgimiento de identidades nacionales poco protegidas y mal definidas. Estas tienden a practicar un irredentismo a ultranza, esgrimiendo sus pretensiones fundadas en una historia muy antigua, reinterpretada míticamente: la “gran” Serbia… Pero estos mitos pueden ser poderosos. Así, “Erets Israel” constituye un elemento central del programa político de la derecha israelí. En estos casos, un nacionalismo puede oprimir a otro nacionalismo. De este modo se plantea el problema de la soberanía del estado respecto a sus minorías nacionales, lo que conduce al último caso.
  4. Emergencia o resurgimiento de particularismos regionales. Estos movimientos sacan provecho de la desaparición de las fronteras en la parte occidental de Europa y de la relajación de la tutela del estado. Estos particularismos adquieren un valor diferente según el tipo de relación que han mantenido históricamente con el estado. En España, en el País Vasco, ETA utiliza el terrorismo para independizarse del territorio español. Los particularismos culturales europeos encuentran, en el nuevo contexto político y económico creado por la Unión Europea, la oportunidad de afirmar una identidad y una solidaridad transfronterizas sin recurrir a la violencia (a excepción de ETA).

El Tercer Mundo y el Subdesarrollo

El Tercer Mundo ofrece, por su parte, unos perfiles nítidos: pobreza crónica y generalizada, sistemas educativos y sanitarios anticuados e inapropiados, índices de desempleo y subempleo muy elevados y en continuo crecimiento, distribución de la renta cada vez más desigualitaria, primacía de sistemas de gobierno caracterizados por la ausencia de libertades formales, nivel de productividad agrícola muy reducido y sin perspectivas de mejora, entre otros.

Los citados elementos constituyen, según algunos discursos interpretativos, los obstáculos que frenan el dinamismo del Tercer Mundo. Otras corrientes teóricas, por el contrario, ven en estas deficiencias simples manifestaciones, pero no las causas, del bloqueo a que está sometido el desarrollo del Tercer Mundo por el propio modelo de crecimiento del Primer Mundo. El diverso grado de desarrollo no se agota en simples problemas cuantitativos sino que responde, sobre todo, a una diferencia cualitativa de estructuras. En este caso, la inserción de los países del Tercer Mundo en la economía mundial de la posguerra habría agravado la dependencia (productiva, comercial, financiera, tecnológica y cultural) de las economías subdesarrolladas.

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