Revolución Francesa: Orígenes y Transformación de una Nación
A pesar de los signos de prosperidad, en la década de 1780 Francia experimentaba un profundo descontento y agitación social. Las instituciones del país se percibían obsoletas, ineficientes e injustas, controladas por la nobleza y un sistema de puestos hereditarios. Las ideas de la Ilustración, que promovían la razón y la justicia, chocaban con esta realidad, y las desigualdades sociales y legales generaban un gran resentimiento, especialmente en las clases medias.
Crisis del Antiguo Régimen
Un sistema fiscal ineficaz e injusto no lograba generar ingresos suficientes para el Estado, frenando el desarrollo económico y sumiendo a gran parte de la población en la pobreza. En vísperas de la Revolución, Francia se enfrentaba a una triple crisis:
- Dificultades agrícolas y hambrunas.
- Caos financiero y endeudamiento del Estado.
- Reacción de la aristocracia, aferrada a sus privilegios.
La presión de la aristocracia sobre los campesinos agravó la miseria rural, y su resistencia a la reforma fiscal obstaculizó los intentos del gobierno por sanear las finanzas. Estas dos facetas de la reacción aristocrática fueron detonantes directos de la Revolución.
La indecisión de Luis XVI y la intransigencia de la nobleza exacerbaron el descontento popular. La demanda de igualdad ante la ley y el fin de los privilegios se convirtieron en las fuerzas motrices de la Revolución. La monarquía y la aristocracia, pilares del Antiguo Régimen, se convirtieron en el blanco de las críticas y la movilización social.
Los intentos de Luis XVI por mediar y las reformas parciales no fueron suficientes para contener la crisis. La Revolución se transformó en una lucha entre quienes buscaban una sociedad más equitativa y quienes defendían los privilegios existentes.
De la Revuelta a la Caída de la Bastilla
En el verano de 1789, una serie de disturbios populares y revueltas unieron a la burguesía y al pueblo contra la aristocracia. La pobreza urbana, exacerbada por la crisis económica, y el temor a la represión real llevaron a los ciudadanos a armarse.
La toma de la Bastilla, el 14 de julio de 1789, aunque de escasa importancia estratégica, tuvo un enorme impacto simbólico. Representó un golpe contra el despotismo real y marcó el inicio de la participación activa del pueblo en la Revolución.
Tras la caída de la Bastilla, el Antiguo Régimen fue desmantelado. Se abolieron los privilegios de la aristocracia, las franquicias y los puestos hereditarios.
Etapas de la Revolución Francesa
1. Asamblea Nacional Constituyente (1789-1791)
Formada por miembros de la burguesía en el seno de los Estados Generales, la Asamblea Nacional Constituyente abolió los privilegios, sometió al clero al poder civil, secularizó sus bienes y redactó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Estableció la Constitución de 1791, que instauró una monarquía constitucional.
Ante la oposición de la nobleza y el clero, y la amenaza de disturbios, Luis XVI cedió y ordenó a los estamentos privilegiados unirse a la Asamblea. Sin embargo, la presión de la reina María Antonieta y el conde de Artois (futuro Carlos X) lo llevaron a concentrar tropas en París y Versalles, destituyendo a Necker, un ministro popular.
La Asamblea, en medio de desórdenes en las provincias (el «Gran Miedo»), abolió el régimen feudal y señorial, el diezmo y la venta de cargos públicos. Se creó la Guardia Nacional, una milicia popular, y se adoptó la escarapela tricolor (azul, blanca y roja) como símbolo de la Revolución. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano sintetizó los ideales de la Revolución: «Libertad, Igualdad, Fraternidad».
En octubre de 1789, una marcha de mujeres parisinas hacia Versalles obligó a Luis XVI a trasladarse a París, lo que debilitó aún más su posición.
2. Asamblea Legislativa (1791-1792)
Elegida por sufragio censitario, la Asamblea Legislativa estuvo dominada por los republicanos moderados (girondinos) y los radicales (jacobinos). Se creó el ejército nacional para defender la Revolución de las potencias europeas, que temían la propagación de las ideas revolucionarias y apoyaban a los nobles emigrados.
La radicalización se intensificó con la masacre del Campo de Marte (julio de 1791), donde la Guardia Nacional reprimió a los sans-culottes, que exigían la deposición del rey. A pesar de jurar la Constitución, Luis XVI fue perdiendo poder y credibilidad.
La Asamblea Legislativa declaró la guerra a Austria y Prusia en abril de 1792, lo que radicalizó aún más la situación y llevó a la caída de la monarquía.
3. La Convención (1792-1795)
La Convención proclamó la República, ejecutó a Luis XVI e instauró un régimen de terror bajo el liderazgo de Robespierre. Se persiguió a los enemigos de la Revolución, y figuras como Marat y Danton fueron ejecutados. Se intentó borrar el pasado, cambiando el calendario e introduciendo el culto a la diosa Razón.
La radicalización y la violencia del Terror llevaron a la caída de Robespierre y sus seguidores, ejecutados en 1794.
Durante la Convención, se impusieron restricciones al poder de la Iglesia Católica a través de la Constitución Civil del Clero:
- Confiscación de los bienes eclesiásticos.
- Emisión de asignados, un nuevo papel moneda garantizado por las tierras confiscadas.
- Elección de sacerdotes y obispos por los votantes.
- Remuneración estatal del clero.
- Juramento de lealtad al Estado por parte del clero.
- Disolución de las órdenes monásticas.
4. El Directorio (1795-1799)
El Directorio fue un gobierno moderado que, ante el peligro de un retorno de la reacción monárquica o un rebrote del terror, acabó cediendo el poder a Napoleón Bonaparte, un joven general que se había destacado por sus victorias en Italia.