La Europa Dominante y la Segunda Revolución Industrial
En el último tercio del siglo XIX, la Segunda Revolución Industrial transformó la economía de las principales potencias europeas (Gran Bretaña, Francia, Holanda, Bélgica, Alemania, etc.). Las innovaciones técnicas, las nuevas formas de organización del trabajo y el crecimiento de la banca permitieron un espectacular aumento de la producción y del comercio, así como una mejora de los transportes. Aprovechando su superioridad técnica, financiera y militar, Europa se lanzó al dominio del resto del mundo. Los países más avanzados ocuparon territorios en África y Asia, principalmente, creando imperios coloniales. Se trataba de tierras, en su mayoría, sin estados organizados, con estructuras económicas y políticas muy débiles. La colonización significó la explotación económica de los recursos de esas tierras y su dominio político.
Causas del Colonialismo
El colonialismo tuvo fundamentalmente una motivación económica, a la que se añadieron otros factores de carácter político y social:
- Económicas: Los países de Europa necesitaban, por una parte, vender el excedente de su producción, es decir, buscaban nuevos mercados. Por otra, debían comprar materias primas (carbón, hierro, algodón, caucho…) al mejor precio posible. También querían invertir sus excedentes de capital en otros lugares donde la mano de obra, más barata, les permitiera obtener mayores beneficios.
- Demográficas: El crecimiento europeo en el siglo XIX dio lugar a un exceso de población, lo cual provocó dificultades para encontrar trabajo y tensiones sociales (huelgas, manifestaciones obreras). La política colonial significaba la posibilidad, para millones de europeos, de emigrar hacia otras tierras y mejorar sus condiciones de vida y de trabajo.
- Políticas: Las fronteras de Europa se habían estabilizado a finales del siglo XIX y la expansión territorial debía hacerse sobre regiones extraeuropeas. Por ello, las grandes potencias entraron en una competencia política y militar para controlar áreas geográficas de interés económico o estratégico (puertos, estrechos, etc.).
- Ideológicas: El nacionalismo conservador defendía la superioridad de algunas naciones y el derecho de estas a imponerse sobre otros pueblos. Se hablaba así de la misión civilizadora de Europa, la cual, creyéndose superior cultural y tecnológicamente, se veía obligada a llevar a cabo una obra de educación, sanidad, paz social, etc. Todo ello, sin embargo, desembocaba en el racismo, al considerar al hombre blanco superior a otras etnias y al defender que su inteligencia y laboriosidad le legitimaban para imponerse sobre el resto de la humanidad.
Solo algunos intelectuales, sindicalistas y líderes políticos, sobre todo socialistas, se mostraron contrarios al colonialismo, denunciaron la brutal e inhumana explotación de las colonias y defendieron el derecho de esos pueblos a decidir sobre sus destinos.
Exploración, Conquista y Organización Colonial
Exploración y Conquista
A mediados del siglo XIX, gran parte del interior de África, de Asia y de los océanos era prácticamente desconocida. La búsqueda por los europeos de territorios en los que expandirse propició una serie de viajes científicos y exploraciones geográficas. Británicos y franceses realizaron las primeras expediciones, y entre los exploradores más prestigiosos destacaron los ingleses Livingstone y Stanley, que recorrieron y cartografiaron África central.
Una vez conocido el territorio, la conquista fue relativamente rápida y fácil. La superioridad militar y técnica europea era tan grande que la resistencia indígena resultó bastante débil. Los europeos utilizaron las rivalidades internas entre las tribus y etnias de los territorios ocupados para enfrentarlos entre sí y también para reclutar tropas a su servicio.
La Organización Colonial
Sometido el territorio, la colonia era organizada para ser controlada y administrada por la metrópoli. Podemos distinguir, en líneas generales, tres clases de colonias:
- Colonias de Explotación: Eran las colonias propiamente dichas, en las que la metrópoli se dedicó especialmente a la explotación económica. No tenían gobierno propio y los europeos ejercían en ellas una verdadera política de ocupación: un gobernador, mandos militares y numerosos funcionarios mantenían la administración y el orden; el resto, pequeños funcionarios y soldados, solían ser indígenas. Los colonizadores se apropiaban de las tierras para crear grandes plantaciones (café, azúcar, cacao, té, etc.) o para explotar yacimientos de cobre, oro, carbón y diamantes. Sus propietarios eran colonos blancos o grandes compañías con sede en Europa, y empleaban mano de obra indígena que cobraba salarios muy bajos. Además, se impedía a estas colonias comerciar con otros países, ya que la metrópoli poseía en exclusiva la explotación.
- Colonias de Poblamiento: Eran colonias que, por sus condiciones climáticas, el escaso número de indígenas o sus especiales riquezas, recibían población blanca que emigraba para establecerse de forma permanente. Estas colonias de poblamiento tenían una dependencia especial con la metrópoli, que les reconocía cierta autonomía en el gobierno interior. Dentro del Imperio Británico recibieron el nombre de dominios. Ejemplos de este tipo de colonias fueron Canadá (que alcanzó el rango de dominio en 1867), Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica. Francia llegó a considerar a Argelia como territorio nacional, es decir, como una provincia de ultramar.
- Protectorados: Eran territorios que, tras la ocupación europea, mantenían la organización estatal, el gobierno indígena y un aparato administrativo propio. Pero la metrópoli creó e impuso en ellos un gobierno paralelo que, en la práctica, dominaba al gobierno local y se reservaba las funciones de defensa y política exterior. En África, Marruecos fue el ejemplo más claro: era un reino repartido entre Francia y España. Gran Bretaña, por su parte, estableció un protectorado en Egipto, donde participó en la construcción del Canal de Suez (1869), un paso estratégico entre el Mediterráneo y el Mar Rojo, que permitía el acceso a la India sin necesidad de bordear África.
Impacto del Colonialismo: Transformaciones y Consecuencias
Avances Europeos en las Colonias
Las potencias colonizadoras introdujeron algunos de sus avances en los territorios coloniales. Allí construyeron puertos, carreteras, ferrocarriles, puentes, líneas telefónicas, etc., que permitieron la mejora de las infraestructuras. También pusieron nuevas tierras en cultivo y crearon industrias, aunque todo ello lo hicieron básicamente en beneficio propio.
Asimismo, la introducción de medidas higiénicas y la construcción de nuevos hospitales en los cuales se vacunaba a los indígenas permitieron la reducción de las epidemias. Como consecuencia, la mortalidad descendió notablemente y la población aumentó. Pero en muchas colonias, especialmente del continente africano, el aumento de habitantes rompió el equilibrio entre población y recursos y empezó a producirse una situación de subalimentación crónica.
Los europeos también levantaron escuelas, que comportaron un descenso del analfabetismo. Pero en estas escuelas se enseñaba sobre todo la lengua, la cultura y las costumbres de la metrópoli, en un intento de aculturización, es decir, de imponer las formas de vida de los colonizadores por encima de las tradiciones indígenas. Por último, las misiones y los misioneros socorrían y ayudaban a los indígenas, pero, a cambio, intentaban imponerles el cristianismo y las creencias y valores occidentales.
Transformaciones Económicas
En las colonias se impusieron los intereses económicos de los colonizadores, que contaban con la ayuda de los grupos aristocráticos y de la burguesía locales, quienes mantuvieron una situación de privilegio. Por el contrario, la mayoría de la población indígena quedó sometida y sus condiciones de vida empeoraron.
Muchas tierras pasaron a manos de los colonizadores y se abandonaron determinados cultivos tradicionales, que aseguraban la subsistencia de las familias indígenas. En cambio, se potenciaron las grandes plantaciones de productos que beneficiaban a la metrópoli: cacao, café, algodón, frutas, caucho, etc. Los nativos debían trabajar en las plantaciones para subsistir, y además tenían que comprar los alimentos, porque se impuso una economía monetaria y de mercado, desconocida hasta entonces. Asimismo, la artesanía local se arruinó debido a la competencia de los productos industriales importados desde la metrópoli, a precios baratos y en grandes cantidades.
Cambios Sociales y Culturales
La estructura social también cambió como resultado de la imposición de los nuevos modelos coloniales. Los intensos ritmos de trabajo, la vida urbana, los nuevos valores aportados por la cultura y la religión de los colonizadores trastocaron las formas de vida tribal y las jerarquías sociales tradicionales (papel de los ancianos, estructura familiar, etc.).
Las sociedades coloniales eran, además, reflejo de una profunda segregación. Los funcionarios y colonos de la metrópoli solían vivir en lujosas residencias, que contrastaban con la miseria de los poblados indígenas. Comían, se vestían y se divertían como en sus estados de origen y raramente se relacionaban socialmente con los indígenas. En algunos países, como Sudáfrica, se aplicaba la separación legal de los miembros de las distintas etnias.
El impacto de la cultura occidental hizo perder la identidad a las culturas indígenas. Estas eran de tradición oral y no habían realizado elaboraciones teóricas a nivel político, jurídico, etc.; en cambio, los colonizadores contaban con la fuerza y los medios para imponerse. Este fenómeno de aculturización se dio más en África que en Asia, donde potentes culturas como la china o la india resistieron mejor la colonización cultural.