Modelo 14. La dictadura de Primo de Rivera
(Golpe de Estado y etapas: delimitación temporal y carácterísticas principales).
En Septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, dio un pronunciamiento militar que recoge el documento 1 y que logró contar con el apoyo del rey Alfonso XIII. La crisis social (“…Indisciplina social, que hace el trabajo ineficaz y nulo, precaria y ruinosa la producción agrícola e industrial” líneas 10-11), la crisis económica (“...Depreciación de moneda; francachela de millones de gastos reservados…”línea
8), el miedo revolucionario (…”impune propaganda comunista” líneas 11-12), la amenaza separatista(“descarada propaganda separatista” líneas 12-13) , la violencia política y los repetidos fracasos en Marruecos a los que se une el profundo malestar del ejército por las críticas recibidas tras el desastre del Annual son descritas en este documento con frases como: “liberarla (a España) de los profesionales de la política, de los hombres que … Ofrecen el cuadro de desdichas e inmoralidades que empezaron el año 98 y amenazan a España con un próximo fin trágico y deshonroso” (líneas 3-5), “Asesinatos (…); audaces e impunes atracos” (líneas 7-8), “rastreras intrigas políticas tomando como pretexto la tragedia de Marruecos” (línea 9); todas ellas ilustran esa percepción de crisis y anarquía con que se intenta justificar el pronunciamiento. La indecisión del Gobierno y la falta de confianza del rey Alfonso XIII en el sistema constitucional de la Restauración, desprestigiado y sumido en una profunda crisis, facilitaron que el golpe militar no hallase prácticamente oposición. Además, contó con el apoyo de la burguésía y de la Iglesia mientras la opinión pública lo acogíó favorablemente o se mostró pasiva. Primo de Rivera, imbuido de regeneracionismo, presentó la dictadura como un régimen transitorio en el que se supónía que, una vez extirpados los males del país, se retornaría a la normalidad constitucional, “Para ello (…) se constituirá en Madrid un directorio inspector militar con carácter provisional” (líneas 15-16). Resulta importante incidir en la pretensión regeneracionista de la dictadura que remonta el origen de la actual crisis al año 98 como se recoge en una frase ya reproducida más arriba.
La dictadura de Primo de Rivera tuvo dos etapas: el Directorio Militar (1923-1925) y el Directorio Civil (1925-1930). En la primera etapa, el Directorio Militar (1923-1925) sus objetivos principales fueron el restablecimiento del orden público, la regeneración de la vida política, así como encontrar una solución al problema de Marruecos.
Para restablecer el orden público, Primo de Rivera, decretó el estado de guerra durante dos años, disolvíó las Cortes, suspendíó la Constitución y las actividades de los partidos y sindicatos y restablecíó el orden público con duras medidas represivas sobre todo contra la CNT, el PCE, así como contra el catalanismo. Extendíó el somatén, una milicia originaria de Cataluña, a todo el país para ayudar en el mantenimiento del orden. Sustituyó a los gobernadores civiles por militares, disolvíó los ayuntamientos y los reemplazó por unas juntas formadas por los mayores contribuyentes de cada localidad.
Con las medidas anteriormente expuestas, la violencia sociopolítica que había caracterizado el periodo final de la Restauración se diluyó, lo cual otorgó al Dictador una fuerte simpatía entre las clases medias y altas.
Para regenerar la vida pública, acometíó uno de sus grandes proyectos «regeneracionistas»: la liquidación del caciquismo, mediante la reforma de la Administración. Sin embargo, la aprobación del Estatuto Municipal (1924) dio paso a una nueva administración municipal controlada desde arriba y centralizada que perpetuó otro caciquismo ahora adicto a la dictadura. En Cataluña, con el Estatuto Provincial (1925) desaparecíó la Mancomunidad, lo cual potenció el nacionalismo radical e incluso separatista agravado por la prohibición del uso del catalán.
Su éxito más notable en esta etapa fue la solución al problema de Marruecos. La cooperación hispano – francesa, materializada en el desembarco de Alhucemas 1925 y la derrota de Abd el-Krim, permitieron someter todo el Protectorado tras dominar los últimos focos de resistencia; la guerra terminó en Julio de 1927 convirtiéndose en el logro más destacable de la
dictadura y contribuyendo a la popularidad del dictador.
Resuelto el problema del orden público y la cuestión marroquí, Primo de Rivera sustituyó
el Directorio Militar por un Directorio Civil (1925-1930), como señala el documento 2, “lo que propongo a V. M. Es la sustitución de una dictadura militar por otra civil y de organización más adecuada pero no menos vigorosa” (líneas 1-3) con la intención de permanecer en el poder y para ello intentó sustituir el régimen de la Restauración por un régimen corporativo inspirado especialmente en la Italia fascista. Para lograrlo, el dictador impulsó desde el poder un partido único, la Uníón Patriótica que resultó más un movimiento de colaboración y de propaganda que un partido y la Asamblea Nacional Consultiva del año 1926 de carácter corporativo y función consultiva encargada de elaborar una nueva constitución, la cual, ante la falta de apoyo, fue retirada.
Pero si algo caracterizó la segunda etapa de la dictadura fue su activa y exitosa política económica y social que ilustra el documento 3 y que se caracteriza por el intervencionismo y el nacionalismo económico a fin de impulsar la industria mediante políticas proteccionistas ,así como por el fomento de las obras públicas (construcción de carreteras, pantanos y tendidos eléctricos) que dinamizaron y dieron un gran impulso a la economía como demuestra el análisis de los datos del documento 3 ; en esta tabla de datos se compara el crecimiento de la industria a nivel global junto al de algunos sectores concretos como la electricidad, el cemento y el acero entre 1922 y 1930 y en ella observamos que se duplican (producción de energía eléctrica y cemento) e incluso se triplican (producción de acero) sus resultados indicando este crecimiento de sectores básicos el impulso de la economía a nivel global.
Además, la dictadura constituyó grandes monopolios estatales, como la Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos S. A. (CAMPSA) y la Compañía Telefónica Nacional de España, que permitieron el desarrollo de sectores nuevos, carácterísticos de la segunda Revolución Industrial, como el petróleo y la telefonía, en España.
El éxito de esta política económica se vio favorecida por la coyuntura expansiva internacional de los años veinte e igualmente por una escasa conflictividad social que se explica no solo en base a la represión, sino también por la política social (construcción de viviendas baratas, creación de escuelas) y por las reformas laborales basadas en la intervención del Estado y en la integración y colaboración con la dictadura de las organizaciones obreras moderadas y reformistas. Este crecimiento presentó contradicciones, así el incremento del gasto público no se vio acompañado de una necesaria reforma fiscal, lo cual obligó a una emisión constante de deuda pública que lastró a la economía y a la dictadura una vez iniciada la crisis de 1929.
A partir de 1926, la dictadura empezó a perder apoyos y arreciaron la crítica y la oposición, de las que no se libró tampoco el propio monarca Alfonso XIII. Por un lado, estaban los problemas con militares descontentos, que cristalizaron en el pronunciamiento de la «Sanjuanada» y en la disolución del cuerpo de artillería con lo que una parte del ejército se distanció de la dictadura y del propio rey; por otra parte, crecíó la oposición entre los intelectuales, entre los que se contaron Unamuno, Ortega y Gasset y Blasco Ibáñez; además, se evidenció la recuperación de la influencia social de los republicanos, nacionalistas y anarquistas. De todo lo anterior, unido a la crisis económica de 1929, se siguió que, a principios de 1930 Primo de Rivera, en un contexto de crisis económica y social, falto de apoyos, ni tan siquiera tenía el de los militares, y de la confianza del propio Alfonso XIII, dimitiera.
Su dimisión no salvó al Rey ya que con el gobierno del general Berenguer (dictablanda) fracasó el intento de volver a la legalidad constitucional, en tanto que con el gobierno del almirante Aznar se convocan las elecciones municipales de 2 de Abril de 1931 en las que el triunfo de las candidaturas republicanas en las principales ciudades del país significó el exilio del Rey y la proclamación, el 14 de Abril de 1931, de la II República española.