Clara Campoamor y Manuel Azaña en la II República Española

CONTEXTO HISTÓRICO Clara Campoamor

Proclamada la II República en abril de 1931 se constituye un Gobierno Provisional formado por los líderes de aquellos partidos que habían firmado el ‘Pacto de San Sebastián’. Su principal labor será convocar elecciones para Cortes Constituyentes (junio de 1931). De ellas salió triunfadora una coalición formada por republicanos y socialistas cuya primera tarea será la redacción de una nueva Constitución. Para su discusión se aprobó el anteproyecto presentado por una comisión parlamentaria presidida por el abogado socialista Luis Jiménez de Asúa.

Esta nueva constitución republicana pretenderá articular el nuevo régimen republicano para dar satisfacción a los sectores políticos y sociales que la apoyan, lo que provocará grandes discusiones parlamentarias; fueron muy intensas, especialmente en lo referente a la ‘cuestión religiosa’, la educativa, y las correspondientes a la reforma agraria. Mención especial, dada la naturaleza del texto que comentamos, tiene el tema de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres y, en consecuencia, el referente al sufragio. En las Cortes únicamente había dos mujeres de un total de 465 diputados: Clara Campoamor (Partido Republicano Radical) y Victoria Kent (Partido Radical Republicano Socialista). En las elecciones parciales de octubre de 1931 ingresó Margarita Nelken (PSOE). De las tres, Clara Campoamor, abogada, fue la que más se implicó en la defensa de los derechos de la mujer y desempeñó un papel importante en el debate acerca del sufragio femenino. Gracias a su intervención se logró que el artículo 25 dijese ‘No podrán ser fundamento de privilegio jurídico: la naturaleza, la filiación, el sexo, la clase social, la riqueza, las ideas políticas, ni las creencias religiosas’.

Las primeras elecciones en las que participaron las mujeres fueron las de 1933, e inevitablemente se les echó la culpa de la victoria de la derecha. Era, sin embargo, una conclusión superficial. Aun aceptando que una parte del electorado femenino hubiera podido influir en el resultado favorable a las derechas de los comicios del 33, si se sumaban todos los votos de izquierda emitidos en esas elecciones todavía superaban a los de los conservadores.

Se trataba sobre todo de un problema de estrategia y unidad, como se encargaría de demostrar las elecciones de febrero de 1936 con el triunfo del Frente Popular. Sometida a votación el artículo 34 que establecía la equiparación de derechos electorales a hombres y mujeres mayores de veintitrés años, quedó aprobado el 1 de octubre de 1931 por votación nominal, de los 470 escaños que componían la cámara se recogieron 161 votos a favor, 121 en contra y 188 abstenciones (40% votos). Votaron a favor el PSOE con la destacada excepción de Indalecio Prieto y sus seguidores, pequeños núcleos republicanos catalanes, federales, progresistas, galleguistas y la derecha. En contra lo hicieron Acción Republicana, el Partido Republicano Radical y el Partido Republicano Radical Socialista, (con la excepción de Clara Campoamor y otros cuatro diputados).

La idea principal que desarrolla Clara Campoamor en el documento es argumentar los motivos por los cuales no se podía negar el voto a la mujer, los fragmentos escogidos hacen referencia a las respuestas que Clara Campoamor hace ante intervenciones anteriores de diputados que estaban en contra; Victoria Kent se opuso ‘no por la capacidad de la mujer sino por oportunidad de la República, dado que un sector importante de la izquierda consideraba la negativa influencia que la Iglesia Católica ejercería sobre las mujeres y en contra, por tanto, del ideal de progreso de la República; era más una cuestión de táctica política, por el mismo motivo que la derecha republicana apoyó el sufragio femenino más táctica política que convencimiento ideológico.

Ante ello Clara Campoamor defiende que precisamente salvar a la República consiste en atraerse a la mitad del posible electorado. Ante la cuestión de la poca presencia política de la mujer en la vida pública, la autora argumenta que la realidad es la contraria explicando cómo en los momentos de crisis: guerra de Cuba (protestas de 1896 en Zaragoza), petición de responsabilidades por el desastre de Annual, han sido las mujeres las que han estado en primera de línea de las protestas.

CLASIFICACIÓN DEL TEXTO Azaña

El texto propuesto para comentar es el discurso de Manuel Azaña pronunciado en la Universidad de Valencia el 18 de julio de 1937. Se trata de una fuente primaria (coetánea a los hechos narrados), de naturaleza circunstancial-histórica y de contenido político. El autor es Manuel Azaña, fundador de los partidos Acción Republicana e Izquierda Republicana,

que fue presidente del Gobierno (1931-1933 y 1936) y presidente de la República (1936-939). Además tiene una finalidad pública y es de ámbito nacional. El texto se enmarca durante la Guerra Civil (1936-1939), en concreto, en el primer aniversario del golpe de estado que desencadenó la guerra.

CONTEXTO HISTÓRICO

La Guerra Civil Española se inscribe en el contexto de la Europa de los años 30, marcada por los efectos de la crisis económica de 1929 y la progresiva radicalización de las posturas políticas, con la irrupción de los partidos de masas, el auge de las dictaduras y el triunfo de los totalitarismos en Italia, Alemania y la URSS. En 1936, las tensiones eran cada vez mayores y Europa se acercaba hacia una nueva guerra mundial. Así pues, en julio de 1936 estalló una rebelión contra la II República y España quedó dividida por dos bandos. Ante esta situación, en agosto de 1936, por iniciativa de Francia, todos los países europeos firmaron un Acuerdo de No Intervención en España

que prohibía la venta de armas, municiones y material de guerra a cualquiera de los bandos, así como cualquier injerencia directa o indirecta en los asuntos internos del país. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de Francia y Reino Unido por hacer efectivo dicho acuerdo, tanto republicanos como sublevados recibieron ayuda exterior durante la guerra.

En el BANDO SUBLEVADO, la ayuda prestada por la Alemania nazi y la Italia fascista fue muy importante con el envío de armamento y sus propias tropas (19.000 soldados de la Legión Cóndor alemana y 79.000 del Cuerpo de Tropas Voluntarias italiano). La aviación alemana destacó por su papel en los bombardeos de ciudades y en el puente aéreo que permitió el paso de los legionarios y regulares de Marruecos a Sevilla. Así como el de las tropas italianas en la toma de Málaga y en las ofensivas de Madrid.

Cabe mencionar el apoyo por parte de la dictadura de Salazar en Portugal, que dejó pasar por su territorio suministros al bando sublevado, entregó a Franco cientos de refugiados republicanos y envió a España un cuerpo de voluntarios de 10 000 ‘viriatos’.

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