Colonizaciones, Taifas y Núcleos Cristianos: Historia de la Península Ibérica

Colonizaciones Históricas: Fenicios, Griegos y Cartagineses

A lo largo del primer milenio a.C. llegan en oleadas sucesivas pueblos comerciantes provenientes del Mediterráneo oriental: fenicios, griegos y cartagineses. Estos trajeron a la Península nuevas técnicas agrarias, el uso del hierro, técnicas mineras, el torno de alfarería, la moneda, la salazón de pescado y, sobre todo, la cultura urbana.

Fenicios

Provenientes de Tiro, en Oriente Próximo, desembarcan en el sur de la Península alrededor del año 1100 a.C., año de fundación de la colonia fenicia más importante, Gadir (actual Cádiz). Posteriormente, se unieron otras en el litoral sur andaluz y levantino, como Malaca (Málaga) y Sexi (Almuñécar). Los fenicios comerciaban con Tartessos, intercambiando sus productos exóticos (especias, perfumes, sedas…) por cobre y estaño que transportaban a su lugar de origen.

Griegos

Llegan procedentes de Focea en torno al 800 a.C. y, al igual que los fenicios, fundaron colonias comerciales en el sur y este de la Península, como centros desde donde articular el comercio con Tartessos. Destacan Mainake (cerca de Málaga) y Emporión (en Gerona). Esta última destaca por ser una ciudad bien estructurada con un plano regular en cuadrícula, con templos, mercado porticado y ágora (plaza mayor).

Cartagineses

La presencia cartaginesa se debe en un principio a un interés comercial, aunque se tornará en una ocupación militar. Antigua colonia fenicia del norte de África, se libró del control de la metrópoli e inició su propio dominio colonial con base en Ebussos (actual Ibiza). Hicieron propias las colonias fenicias y destruyeron Tartessos. A partir del siglo III a.C. comienza el gran dominio militar con capital en Cartago Nova (Cartagena) y su enfrentamiento con Roma por el control del Mediterráneo occidental.

La Crisis del Siglo XI: Reinos de Taifas (1031-1090)

Durante este periodo, Al-Ándalus quedó dividido en una serie de reinos independientes gobernados por las aristocracias locales. Dichas taifas estaban agrupadas en etnias: árabe, bereber y eslava, repartiéndose todo el territorio de la antigua Al-Ándalus.

La mayoría de estos reinos fueron desapareciendo tras ser absorbidos por los más poderosos. Así, a finales del siglo XI casi todas las taifas eslavas y bereberes habían sido conquistadas por los árabes o por los reinos cristianos, que aprovecharon el menor potencial militar de estos pequeños reinos.

Hasta su caída, los reinos de taifas tuvieron cierta prosperidad económica, lo cual se plasmó en la construcción de suntuosas obras de arte, palacios y mezquitas. Sin embargo, la debilidad militar antes señalada les obligó, en la mayoría de los casos, a convertirse en tributarios de los reinos cristianos si no querían ser conquistados. Pese a estas treguas, el avance cristiano continuó y así, en el año 1085, Castilla conquista Toledo, lo cual significa que los musulmanes comenzaban a verse encerrados en la mitad meridional de la Península. Los reyes musulmanes de Sevilla y del sur de Portugal (Algarve) se vieron obligados a pedir auxilio al reino Almorávide del norte de África.

La Península Ibérica en la Edad Media: Los Primeros Núcleos Cristianos

Ante el avance rápido de los musulmanes, gran parte de la población hispano-visigoda, con los nobles al frente, se refugian en la zona montañosa de la Cornisa Cantábrica, donde rápidamente se van a formar grupos de resistencia cristiana:

  1. El núcleo asturiano: Pelayo derrota a los musulmanes en la Batalla de Covadonga (722). Sus sucesores forman el reino de Asturias, que tras expandirse y fijar la capital en León pasa a llamarse reino Astur-Leonés. Dentro de este reino se van a formar varios condados, entre ellos el de Castilla (Fernán González), que acabaría formando el reino de Castilla (siglo XI).
  2. El núcleo navarro-aragonés: (parte occidental y central de los Pirineos). El rey de los francos, con la finalidad de protegerse ante una posible invasión árabe, estableció una franja territorial muy fortificada al sur de los Pirineos denominada Marca Hispánica. Esta zona quedó dividida en condados con un Conde al frente de cada uno, que dependían del rey franco. Sin embargo, a principios del siglo IX, navarros y aragoneses se independizan de los francos, creando el condado de Aragón y el reino de Pamplona, que finalmente darían lugar al reino de Aragón (1035) y el de Navarra (XI).
  3. El núcleo catalán: (Pirineos orientales). A finales del siglo X, el Conde de Barcelona (Ramón Berenguer) se negó a renovar el juramento de fidelidad a los francos, dando lugar al nacimiento de los Condados Catalanes. De la unión de estos últimos con el reino de Aragón y el de Navarra, surge la Corona de Aragón.

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