Conflicto Español de 1936-1939: Causas, Fases y Repercusiones Globales

Los inicios del conflicto: De la sublevación militar a la guerra civil

Desde la proclamación de la República y la victoria de la coalición de izquierdas del Frente Popular en febrero de 1936, se había iniciado en España un proceso de revolución democrática que ponía en peligro los intereses y los privilegios de las fuerzas tradicionalmente dominantes: la oligarquía agraria y financiera, la Iglesia y el ejército.

El 18 de julio de 1936, un golpe militar fracasó debido a la movilización popular, transformándose en una guerra civil que dividió España en dos zonas que se enfrentaron trágicamente hasta 1939.

La revuelta militar

La conspiración contra la República fue instigada por diferentes sectores conservadores: los monárquicos, los falangistas y los carlistas (requetés), algunos sectores de la CEDA, incluyendo a su líder, Gil-Robles, y los militares. La jerarquía eclesiástica consideraba a la República una enemiga de la religión católica.

Agrupados en la Unión Militar Española y dirigidos por el general Emilio Mola, fueron los organizadores de la insurrección contra el poder republicano.

La fecha elegida era el 19 de julio, aunque el asesinato de Calvo Sotelo el día 13 dio una excusa perfecta a los conspiradores. El golpe militar, con el apoyo de las milicias carlistas y falangistas, se precipitó al 17 de julio por la tarde. Franco voló de Canarias hacia Marruecos y tomó el mando del ejército de África.

Sanjurjo murió en un accidente aéreo cuando regresaba a España desde Portugal, por lo que el general Mola, desde su puesto de mando en Pamplona, planificó y coordinó las acciones que se habían de llevar a cabo, contando con el apoyo de grupos financieros, monárquicos y católicos.

El presidente del Gobierno, Santiago Casares Quiroga, que había ignorado las advertencias sobre la preparación de la revuelta, dimitió la misma noche del día 18. Azaña encargó entonces a Diego Martínez Barrio la formación de un gobierno con representantes de todas las fuerzas políticas para intentar acabar con la revuelta. Azaña nombró a José Giral, que el día 19 entregó armas a las organizaciones políticas y sindicales fieles a la República, que las habían estado reclamando desde que se conoció la sublevación militar, pero en muchos lugares llegaron cuando la rebelión ya se había consolidado.

La revuelta triunfó con relativa facilidad en Canarias, Marruecos y parte de Andalucía, en Navarra, Castilla y León, Galicia, Aragón, La Rioja y Baleares, salvo Menorca. En cambio, fracasó en Cataluña, Comunidad Valenciana, Madrid, Castilla-La Mancha, Extremadura, País Vasco, Asturias, Cantabria y el resto de Andalucía.

El fracaso de la revuelta en Cataluña

En Barcelona, la madrugada del 19 de julio, las tropas de los cuarteles se unieron al golpe y salieron a la calle para ocupar los puntos más importantes de la ciudad. Las organizaciones obreras se movilizaron inmediatamente para oponerse a los militares golpistas. Las autoridades de la Generalitat contaban con un gran apoyo, lo que decidió el fracaso del golpe en Barcelona.

La noche del mismo día, el general Goded ordenó la rendición. En el resto de Cataluña el golpe también fracasó.

La derrota de las fuerzas sublevadas dio paso a una situación bastante compleja.

Para coordinar el esfuerzo contra la revuelta, se constituyó el Comité Central de Milicias Antifascistas, en el que participaban miembros de sectores obreristas, como CNT-FAI, UGT, el POUM o el PSCU, de sectores campesinos como la Unión de Rabassaires, y de sectores burgueses, como ERC y Acción Catalana. Además de las colectivizaciones económicas, construyeron columnas de milicianos que fueron hacia el frente de Aragón. En la calle se produjeron una serie de altercados y el gobierno quería controlar la situación, pero no lo consiguió hasta 1937.

La dimensión internacional del conflicto

El estallido de la Guerra Civil Española contribuyó a agudizar la tensión y la inestabilidad existentes en el contexto europeo, dominado por la confrontación ideológica y política entre el eje Berlín-Roma, que agrupaba a la Alemania nazi y la Italia fascista, las democracias parlamentarias, representadas por el Reino Unido y Francia, y el comunismo soviético, que pretendía una alianza con las democracias para contener el avance fascista.

El Comité de No Intervención

Aunque el gobierno de Frente Popular presidido por el socialista Léon Blum quería colaborar con el gobierno legítimo de la República, la presión de la derecha francesa y los conservadores británicos les condujo a la adopción de una política de neutralidad. Propugnaron la no intervención en la guerra de España para no romper el débil equilibrio existente entre los regímenes democráticos y los fascistas, y alejar de esta manera el peligro de una guerra en Europa ante el crecimiento del militarismo expansionista de Hitler. Francia permitió el paso de armas a través de sus fronteras.

En agosto de 1936 se creó en Londres el Comité de No Intervención, al que se adhirieron hasta 27 países, que se comprometieron a no vender ni permitir el paso de armas y suministros bélicos a España. Pero la realidad fue que Italia, Alemania y Portugal continuaron ayudando a los rebeldes, mientras que la República se vio sometida al cierre de fronteras y embargo de armas. El Comité de No Intervención impidió que la Sociedad de Naciones hiciera de mediadora en el conflicto.

Los Estados Unidos, que no suscribieron el pacto, aprobaron una ley de embargo que impidió la exportación de material bélico a la España republicana, pero permitieron los suministros de las empresas estadounidenses a la España sublevada, como el petróleo que les proporcionó la Texaco Oil Company o los vehículos de Ford y General Motors.

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