El Auge del Fundamentalismo Islámico y los Conflictos Internacionales
El panorama político internacional ha experimentado en las últimas décadas la emergencia de un nuevo protagonista: el fundamentalismo islámico. En algunos países árabes, el fracaso de las expectativas de crecimiento económico y desarrollo social, inspiradas en modelos occidentales (tanto capitalistas como socialistas), ha alimentado el florecimiento de movimientos de resistencia a la uniformización y aculturación de las sociedades.
Las nuevas generaciones, formadas tras la descolonización y desengañadas, han vuelto su mirada hacia las tradiciones autóctonas, manifestando una clara oposición a los valores de la cultura occidental.
Características del Fundamentalismo Islámico
- Los integristas islámicos se basan en el Corán y en la Tradición.
- A menudo recurren a la violencia armada, utilizando la creencia de la guerra santa (yihad) para movilizar a la población con la finalidad de instaurar un Estado basado en la sharia o ley musulmana.
- Defienden los valores tradicionales y denuncian la laicización de la sociedad, la emancipación de las mujeres, la liberación de las costumbres y el triunfo del dinero y la corrupción en las esferas próximas al poder político.
- Presentan la reislamización de la sociedad como una defensa de la propia identidad.
La expansión de los movimientos islamistas radicales, opuestos a la política mundializadora de EE. UU., ha sido una realidad, destacando la República Islámica de Irán, movimientos fundamentalistas en la guerra del Líbano y en Palestina, y en regiones del Magreb (Argelia, Egipto, etc.).
Es importante destacar el nacimiento de nuevos movimientos terroristas de carácter islamista radical contra intereses occidentales, especialmente israelíes o estadounidenses. En el centro de esta tensión se halla el conflicto de Israel. Ejemplos de esto son los atentados contra intereses israelíes, contra turistas en Egipto, Sudán e Indonesia, y contra las embajadas de Nairobi y Tanzania.
La Intervención en Afganistán
Tras los atentados del 11-S, EE. UU. recibió la solidaridad de la mayor parte de países. Su respuesta se concretó en un ataque a Afganistán, país gobernado por el régimen islamista de los talibanes, que escondía y acogía campos de entrenamiento de los grupos vinculados a Bin Laden. EE. UU. buscó la cooperación de sus aliados y el beneplácito de la ONU.
Tropas estadounidenses y de otros países aliados invadieron Afganistán con el objetivo de derribar el gobierno de los talibanes, destruir Al-Qaeda y apresar a Bin Laden. Los bombardeos en Afganistán se prolongaron hasta la caída del régimen talibán y su sustitución por un gobierno integrado por fuerzas de la oposición, que se comprometieron a iniciar un proceso de democratización. Sin embargo, Bin Laden no pudo ser capturado.
La Guerra de Irak
El presidente George Bush situó a Irak dentro de lo que denominó el «eje del mal», y acusó al gobierno iraquí de contar con armas de destrucción masiva y colaborar con organizaciones terroristas. Anunció su intención de derribar el régimen de Saddam Hussein. Esta vez, el gobierno estadounidense no consiguió un consenso internacional y solo contó con el apoyo de Reino Unido, Australia, Polonia, España y Dinamarca, chocando con la oposición de miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, en especial Francia, Rusia, Alemania y China.
El 20 de marzo de 2003 se iniciaron las hostilidades militares. Ante la desproporción de fuerzas y la escasa resistencia militar iraquí, el régimen de Hussein cayó en pocas semanas. El 1 de mayo, Bush declaró la victoria estadounidense y el fin de la campaña militar.
Las tropas angloamericanas permanecieron en Irak para garantizar la consolidación de un nuevo gobierno democrático. EE. UU. tuteló un proceso de cambio político que debía concluir con la democratización del régimen. En septiembre de 2003 se formó el primer gobierno de posguerra. Saddam Hussein fue hecho prisionero, juzgado por un tribunal internacional, condenado a muerte y ejecutado. Sin embargo, pronto se hizo evidente la falta de confianza de la población iraquí en los nuevos administradores extranjeros.
La guerra de Irak no consiguió ninguno de sus objetivos: las armas de destrucción masiva nunca fueron halladas, la democratización no se ha conseguido y el país se halla sumido en una terrible ola de violencia. Además, los ataques a Irak estimularon una nueva oleada de atentados terroristas. El 11 de marzo de 2004 (11-M), un atentado terrorista reivindicado por Al-Qaeda hizo estallar varios trenes de cercanías en la estación de Atocha de Madrid, causando la muerte de 191 personas. En julio de 2005, se atentó contra el metro y la línea de autobuses de Londres, causando la muerte de 56 personas.
La Guerra de Bosnia
La existencia en Bosnia-Herzegovina de grandes contingentes de población croata y serbia, y el hecho de que una parte importante de la población fuese de religión musulmana, provocó una guerra con graves enfrentamientos étnicos y religiosos. Con el apoyo del ejército desplegado por el presidente yugoslavo Slobodan Milosevic, los serbios de Bosnia emprendieron una lucha encaminada a destruir el Estado bosnio. Procedieron al bombardeo de poblaciones desarmadas y a una política sistemática de limpieza étnica, con campos de concentración y exterminio.
La opinión pública mundial contempló horrorizada las matanzas y se promovió un plan de paz con el envío de los cascos azules de la ONU, que no consiguieron detener el conflicto. La intervención de tropas bajo los auspicios de la OTAN logró un alto el fuego y el inicio de conversaciones de paz en Dayton en 1995. Bosnia quedó dividida en dos entidades políticas autónomas: una federación croata-musulmana y una república serbia de Bosnia.
Los Enfrentamientos en el Cáucaso
En el área del Cáucaso, las fronteras se habían trazado sin tener en cuenta las diversas etnias y pueblos. Durante décadas, la URSS había impedido cualquier reivindicación nacionalista en la zona, pero tras su disolución surgieron enfrentamientos entre diferentes repúblicas del Cáucaso.
La constitución de las nuevas repúblicas caucásicas fue un proceso complejo. Armenia reivindica territorios en Azerbaiyán, mientras Georgia está enfrentada a las minorías de Osetia. El conflicto de mayor trascendencia se ha desarrollado en Chechenia, que declaró su independencia en 1991.
La primera guerra de Chechenia (1994-1996) resultó en la derrota del ejército ruso. En 1999, Rusia reanudó la ofensiva tras varios atentados en Moscú. En marzo de 2003, el Kremlin convocó un referéndum para aprobar una constitución que otorga una mayor autonomía a Chechenia, pero que la mantiene como parte de Rusia. La inestabilidad y los enfrentamientos continúan.
Otro foco de tensión es el del pueblo kurdo, con una clara unidad étnica, cultural e histórica. Los tratados que pusieron fin a la Primera Guerra Mundial habían previsto la creación del estado de Kurdistán, pero este nunca se materializó. Los enfrentamientos del pueblo kurdo con los gobiernos de Turquía e Irak han sido constantes, con una represión cruenta y sistemática por parte de ambos países.