Consecuencias de la Guerra Civil Española
La Guerra Civil tuvo un balance trágico para España: muertes, desapariciones, el exilio de numerosos españoles, la represión y pérdidas económicas. Sin embargo, algunos grupos sociales se beneficiaron de la nueva situación.
Muertos y desaparecidos
Las **pérdidas demográficas** ascendieron a **un millón**, aunque sólo unas 300.000 personas murieron en los campos de batalla. A estos hay que añadir los cerca de 200.000 fusilados y asesinados, en total, sumados ambos bandos. El franquismo, además, prolongó las ejecuciones directamente relacionadas con la guerra alrededor de una década. Durante los primeros años del gobierno de Franco, los presos superaron, según las cifras oficiales, los 300.000; muchos murieron a causa de las malas condiciones de su reclusión. Si se suman las pérdidas por enfermedades y desnutrición derivadas de la Guerra Civil, la cifra de un millón de personas se superaría con facilidad. Asimismo, el crecimiento demográfico se vio muy afectado por el descenso de la natalidad.
Los exiliados
Las pérdidas como consecuencia del **exilio** no sólo tuvieron relevancia cuantitativa, sino sobre todo cualitativa. Muchas personas huyeron de España temporal o definitivamente, debido en gran parte al temor a la cruel represión franquista. Los exiliados se encaminaron a Francia y México y, en menor grado, a África del Norte, a la Unión Soviética y a otros países iberoamericanos. Para todas estas personas, las peripecias del exilio fueron trágicas, y para los que emigraron a África o a Europa, el estallido de la Segunda Guerra Mundial y el avance nazi complicó aún más su situación; numerosos españoles acabaron en campos de concentración alemanes, como el situado en Mauthausen. El fenómeno del exilio afectó a una importantísima población activa, desde el punto de vista económico, y a numerosos españoles con inquietudes políticas y sociales. El exilio fue demoledor, sobre todo, para la vida cultural española, ya que muchos escritores, artistas, catedráticos, científicos y profesionales abandonaron el país. En sus lugares de residencia, especialmente en América y Francia, desarrollaron sus carreras y fundaron numerosas editoriales e instituciones que fueron muy relevantes para la vida cultural de los españoles.
La represión
Además de los fusilados, hay que contar con los presos internados en campos de concentración franquistas, los condenados a trabajos forzados en obras faraónicas (como la del Valle de los Caídos) y las personas que permanecieron escondidas, conocidos como «topos». También estaban los que padecieron el «exilio interior» por sus propias convicciones o a causa del rechazo de sus vecinos tras haber estado en la cárcel o en un campo de concentración. Otro capítulo lo constituyeron los «depurados», es decir, aquellos que fueron expulsados de la administración y de determinadas profesiones (en especial los profesores de la enseñanza básica, a la que se hacía responsable del surgimiento del «anti-España»). Algunos antifranquistas, para evitar la represión, constituyeron, al finalizar la Guerra Civil, una guerrilla que se refugió en los montes. Sus miembros bajaban a los pueblos a ver a la familia y a por provisiones.
Las pérdidas económicas
Se produjeron innumerables **pérdidas económicas**. Al descenso de la población activa hay que sumar el envío a la Unión Soviética de más de 500 toneladas de oro procedente del Banco de España, los gastos ocasionados por la guerra y la destrucción de edificios públicos y privados y de las redes ferroviaria y viaria. Se registraron, además, descensos en los índices de producción de todos los sectores económicos. De cualquier forma, la política franquista posterior agravó la situación, y España retrasó su recuperación en mayor medida que los estados europeos que sufrieron la Segunda Guerra Mundial. En nuestro país, el nivel de producción y bienestar anterior a la Guerra Civil no se alcanzaría hasta dos décadas después de su finalización.
Los grupos beneficiados
Hubo grupos que se beneficiaron de la nueva situación: los **terratenientes**, el **ejército** y la **Iglesia**, que se convirtieron en elementos hegemónicos en la sociedad franquista. También se restableció la autoridad de las empresas; en 1939 se crearon muchas de ellas en las regiones ocupadas por el ejército republicano. Algunos negocios se reabrieron; otros surgieron a causa de las inversiones de burgueses avispados que colonizaban la zona republicana recién conquistada. A estos grupos se añadió una pequeña burguesía urbana y rural, especialmente beneficiada en las zonas donde triunfó la sublevación. Entre los individuos favorecidos surgió una nueva figura, la del **excombatiente**, que, como premio a su colaboración en la guerra, fue compensado con puestos en la administración y concesiones a sus negocios.