Las Consecuencias de la Guerra
El Fin de la Guerra y la Represión
El final de la guerra no trajo la paz, sino la eliminación de los vencidos. El resto de los países europeos comenzaron a recuperarse de las secuelas de la II Guerra Mundial en la década de 1950. Pero España, excluida por su régimen (que tanto debía a la ayuda fascista) de la ayuda económica -plan Marshall- y de los beneficios del proceso de formación de la Comunidad Europea iniciado en esos años, no pudo incorporarse al proceso general de desarrollo europeo occidental hasta la década siguiente.
El final de la guerra no supuso la paz porque el estado de guerra, y con él la actuación de los durísimos tribunales militares, se mantuvo hasta abril de 1948; y si no hubo paz (las guerrillas antifranquistas, los maquis, continuaron, además, hasta la década de los cincuenta), mucho menos hubo piedad y perdón.
Poco antes de finalizar la guerra, Franco dictó, en febrero de 1939, la Ley de Responsabilidades Políticas, que con efectos retroactivos estaba destinada a perseguir a quienes desde octubre de 1934 habían colaborado “con actos u omisiones graves a forjar la subversión roja”. Para ello, además de los tribunales militares que juzgarían todo lo que según su propio criterio estaba relacionado con el ámbito castrense, se habrían de constituir tribunales especiales formados por el Ejército, la Judicatura y el Partido. Las penas de muerte fueron frecuentes, así como las de largos años de prisión. También se promulgó la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo.
Consecuencias Demográficas
Durante un tiempo, en ambos bandos se redondeó hablando de un millón de muertos; incluso se escribió una gran novela con ese título. Hoy se habla de 243,000, sumando a estos los fallecidos por enfermedad, malnutrición y exiliados.
Consecuencias Económicas
La producción de la economía española descendió en todos los sectores de forma casi dramática. La agricultura se redujo en un 20%, lo que sometió a la población española de la posguerra al hambre y el racionamiento de los alimentos. La producción industrial se redujo en un 30%; su recuperación fue lenta y difícil, tanto por impedirlo la II Guerra Mundial como por el aislamiento al que fue sometido el régimen al finalizar esta. Las comunicaciones fueron gravemente dañadas por los adversarios de uno y otro signo y quedaron muy maltrechas. Con respecto a la destrucción de viviendas, Oviedo fue la que sufrió más daños.
Los gastos de guerra de ambos ejércitos se estimaron en 6 billones de pesetas, incluyendo las deudas de ambos bandos. La carencia de oro en el Banco de España dificultó (unido a otros factores: guerra mundial, autarquía del régimen, deuda exterior, etc.) la reconstrucción del país.
Consecuencias Sociales
La carencia de alimentos obligó al racionamiento de estos; la dieta se redujo a un tercio; el pueblo sufrió hambre; se desarrolló el mercado negro de productos esenciales, lo que enriqueció a unos cuantos: los nuevos ricos.
Se generalizó la expulsión del empleo de aquellos funcionarios públicos que hubiesen permanecido fieles a la República. Cientos de miles de empleados públicos fueron separados del servicio. En cuerpos administrativos como en correos o la enseñanza se aplicaron múltiples sanciones. En las oposiciones se reservaron plazas para quienes habían combatido en el ejército franquista y a todos se les exigió una declaración expresa de lealtad al nuevo régimen. Por otra parte, el exilio privó al país de un grupo muy importante de profesionales bien cualificados: médicos, ingenieros, abogados, profesores… que fueron difíciles de sustituir.
Efectos sobre la Cultura y la Educación Española: El Exilio
Durante la Guerra Civil, los intelectuales estuvieron sometidos al miedo, destacando intelectuales de la talla de Ortega y Gasset o el propio Lorca. A pesar del miedo, las manifestaciones culturales fueron sorprendentes. En el bando republicano, con menos limitaciones a la libertad de expresión, fue notable el conjunto de iniciativas, frecuentemente anónimas o colectivas, encaminadas a movilizar al pueblo contra el fascismo; en el sublevado hubo menos originalidad; en ambos, el cartelismo alcanzó elevadas cotas de belleza. En el bando republicano destacó Josep Renau.
Pero la mayor y mejor manifestación cultural de la Guerra Civil tuvo lugar en el pabellón de la República en la Exposición Internacional de Artes y Técnicas que se llevó a cabo en París en 1937. El edificio albergaba en su interior el gran cuadro “Guernica” de Picasso, la serie escultórica “Montserrat” de Julio González y un gran mural, hoy desaparecido, “El Pagès català y la revolució” de Joan Miró.
En el aspecto educativo, la enseñanza se vio adoctrinada. Se hizo obligatorio en todos los ámbitos educativos el estudio de la Religión Católica y el de la Formación del Espíritu Nacional. Por otra parte, el primer gobierno civil de Franco suprimió en la enseñanza el laicismo y la coeducación, así como el empleo de las lenguas vernáculas en los centros escolares (también en la calle); por ello, cientos de carteles en toda España ordenaban “Hablad el idioma del Imperio”; el castellano.
Ese mismo gobierno realizó en 1938 una reforma del Bachillerato al que se le dio una orientación esencialmente humanística, que tendía a exaltar el pasado identificando el catolicismo como la médula del ser español; esa identificación entre la Historia española y el catolicismo se reflejó en el lema “Por el Imperio hacia Dios”. El resultado de ello fue la creación de un agobiante nacionalcatolicismo.
Los libros de texto fueron sometidos a una férrea censura. Los miles de exiliados como consecuencia de la Guerra Civil supusieron una importante pérdida demográfica; pero tanto o más que ella, el exilio supuso que miles de españoles, muchos de ellos jóvenes y otros muchos altamente cualificados, dejaban de prestar sus servicios al país; por este otro aspecto, el exilio fue una importantísima pérdida económica para España. Los principales países de acogida fueron Francia, México y Rusia.
Al comenzar la II Guerra Mundial volvieron unos 20,000 exiliados. Después de la capitulación francesa ante las tropas del III Reich, bastantes fueron entregados a Franco y algunos fueron ejecutados, como Companys, el presidente de la Generalitat de Cataluña; otros fueron encarcelados y unos 13,000 fueron a parar al terrible campo de concentración de Mathausen, como Largo Caballero, de los cuales únicamente sobrevivieron 2,000. Otros 10,000 colaboraron con el maquis francés frente a los alemanes, colaborando tiempo después en la toma de París por los aliados.
Los acogidos en Rusia fueron unos 8,000; unos 5,000 eran los niños evacuados hacia allí durante la Guerra Civil, a quienes les acompañaron 300 maestros; el resto estaba formado por dirigentes del Partido Comunista Español.
En México, el presidente Lázaro Cárdenas acogió unos 22,000 exiliados, lo que contribuyó al desarrollo intelectual del país.