Consecuencias de la Primera Guerra Mundial en España: Crisis de 1917 y Agitación Social

El Impacto de la Primera Guerra Mundial en España

La posición de neutralidad de España durante la Primera Guerra Mundial favoreció la actividad económica. La demanda de materias primas y productos elaborados por parte de los países en conflicto permitió la cancelación de deudas, la acumulación de capital y cierta modernización tecnológica en sectores como el transporte y la electricidad.

Se puede hablar de un capitalismo español anterior y otro posterior a la guerra. En este último, tuvo un papel primordial el desarrollo de la banca, favorecido por la concesión de préstamos del Banco de España a bajo interés y por la adopción de criterios más racionales y selectivos a la hora de conceder préstamos a terceros.

Sin embargo, la guerra provocó cierto desabastecimiento de productos básicos, como el trigo, en el mercado interior, y la consecuente subida de precios, que no se vio compensada con un alza de los salarios.

La Crisis Constitucional de 1917

Varios factores contribuyeron a la crisis:

  • El desarrollo económico derivado de la Primera Guerra Mundial no fue acompañado de una redistribución de los beneficios.
  • El sistema político no asumió la nueva realidad marcada por el crecimiento de las organizaciones obreras y nacionalistas.
  • Había una situación de descontento en el ejército.
  • Faltaba estabilidad y liderazgo en los dos grandes partidos.

Las fuerzas que intervinieron en la crisis fueron la burguesía industrial, los militares y los obreros, que coincidían en sus objetivos: derrocar al gobierno y reformar la Constitución.

Las Juntas Militares

Desde 1916 existía un profundo malestar entre los oficiales de infantería, caballería y artillería. La causa del descontento provenía de unos exámenes programados para el ascenso a mandos en el escalafón, que chocaban con las aspiraciones, ya conseguidas en otras armas, de promocionar por antigüedad.

Como consecuencia, se organizó una Junta de Defensa Militar. Las juntas redactaron un reglamento y empezaron a ser consideradas por parte de la opinión pública y de algunos intelectuales, como Ortega y Gasset, como fuerzas regeneradoras del sistema.

La actitud del Gobierno de Romanones fue condescendiente, pero más tarde ordenó la disolución de las Juntas. La insistente presión de estas forzó a Alfonso XIII a nombrar a Dato presidente del Gobierno, el cual suspendió las garantías constitucionales, pero aceptó el reglamento de las Juntas, que se mantuvieron organizadas hasta 1922.

La Asamblea de Parlamentarios

El 5 de julio de 1917 se reunió en Barcelona una asamblea que agrupaba al conjunto de diputados y senadores catalanes, que reivindicaban la apertura de un proceso constituyente que reorganizase el Estado sobre una base autonómica.

El 19 de julio se reunieron en Barcelona 68 parlamentarios, entre diputados y senadores, pertenecientes a los sectores catalanista, republicano y socialista. Sin embargo, la Asamblea de Parlamentarios apenas pudo llevar adelante sus trabajos ante la respuesta del Gobierno, que la disolvió mediante el empleo de la fuerza.

La Huelga de 1917

La carestía de la vida, producida por la subida de los precios, fue el origen de un amplio movimiento huelguístico que aceleró la unidad de acción sindical entre la UGT y la CNT.

El enfrentamiento con el ejército fue un hecho. El gobierno, ante el inicio de la huelga el 13 de agosto, declaró el estado de guerra, y se produjeron choques violentos en Madrid, Barcelona, Zaragoza y Bilbao.

El comité de huelga fue detenido el 14 de agosto, con lo que la movilización decayó.

Inestabilidad Política

Como consecuencia de la presión de las Juntas, el gobierno de Dato cayó en noviembre de 1917. El rey, siguiendo el esquema turnista, nombró al liberal García Prieto para presidir el Ejecutivo. Se trató de integrar a las fuerzas vivas de la crisis, como Juan de la Cierva, representante del juntismo, y el catalanista Ventosa, en lo que constituyó el primer Gobierno de concentración nacional.

En marzo de 1918 se reabrió la crisis ministerial y la presión del monarca dio paso al segundo Gobierno de concentración, llamado de unidad nacional, presidido por Antonio Maura y en el que figuraban los principales dirigentes de la clase política: Romanones, Cambó, Dato, García Prieto y Alba.

El conde de Romanones se hizo cargo de la presidencia en diciembre de 1918. Durante su gestión, el autonomismo catalán fue el eje del debate político, pues se originó un enfrentamiento entre las opciones del Gobierno para tratar la autonomía catalana y la amenaza de Cambó de poner en marcha un amplio movimiento civil a favor de un estatuto de autonomía. El centro de interés de la vida política cambió al producirse en Barcelona una amplia agitación social, vertebrada por los sindicatos.

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