Efectos Demográficos y Económicos
Las pérdidas de vidas humanas como resultado de la guerra fueron muy elevadas: murieron casi ocho millones de personas, en especial alemanes, franceses y rusos. Además, hay que añadir seis millones de inválidos y un elevado número de mutilados y heridos. Del mismo modo, debe tenerse en cuenta la mortalidad por la falta de alimentos, las pésimas condiciones de higiene y la epidemia de gripe del año 1918. La elevada mortandad afectó especialmente a los hombres movilizados entre los 20 y los 40 años, lo que comportó una disminución de la natalidad a lo largo de diversas generaciones, que se han llamado generaciones vacías.
La Primera Guerra Mundial significó la pérdida definitiva de la hegemonía europea en la economía mundial. El conflicto empobreció a los países beligerantes. Francia perdió el 30% de su riqueza y Alemania el 22%, mientras que el potencial industrial general europeo se reducía en un 40%, y el agrícola en un 30%. En el año 1918, la situación financiera de Europa era gravísima. Todos los países estaban endeudados tanto en el interior (con empréstitos de guerra) como en el exterior (a través de préstamos, sobre todo con Estados Unidos).
Fue precisamente Estados Unidos el gran beneficiario de la guerra: la economía americana se convirtió en líder de las finanzas mundiales. Su producto nacional bruto se dobló en los años de la contienda y sus reservas pasaron de 1800 millones de dólares a 4500. Además, la flota de Estados Unidos sustituyó a la de Gran Bretaña como redistribuidora del comercio mundial, mientras el dólar sustituía a la libra esterlina como moneda base en las transacciones internacionales.
La guerra benefició también a Japón, que aumentó de forma considerable su producción al hacer frente a los pedidos europeos, sobre todo de armamento. Fue la ocasión que aprovechó para diversificar su producción industrial, modernizar sus infraestructuras, ampliar sus mercados y aumentar las exportaciones. Gracias al desarrollo de su flota, Japón pudo poner en marcha una expansión comercial y marítima en el área del Pacífico, el sudeste asiático y China, rivalizando con los intereses occidentales en la zona.
Consecuencias Políticas y Territoriales
La paz de París dio lugar a una profunda reestructuración territorial de Europa. Se produjo, en primer lugar, un desmembramiento de los grandes imperios, con la aparición de nuevos Estados:
- Polonia
- Finlandia
- Estonia
- Letonia
- Lituania
- Yugoslavia (que integraba Croacia, Eslovenia, Bosnia-Hercegovina, Serbia y Montenegro)
- Checoslovaquia
- Hungría
Además de los cambios territoriales, se produjeron también importantes transformaciones políticas. Las dinastías tradicionales de los grandes imperios fueron destronadas: los Romanov en Rusia en 1917; a finales de 1918 cayeron los Habsburgo en Austria y los Hohenzollern en Alemania, mientras que en Turquía se abolía el sultanato. La democracia fue ganando terreno: Alemania y Austria, así como algunos de los nuevos Estados (Checoslovaquia, Polonia y Hungría) proclamaron repúblicas constitucionales y democráticas. El sufragio universal masculino se implantó en casi toda Europa, pero lo más relevante fue el reconocimiento del voto femenino en un buen número de países.
Cambios Sociales
La guerra trastocó profundamente la estructura social de muchos países. Surgieron familias de nuevos ricos que se habían beneficiado de los negocios de la guerra (banqueros, comerciantes, industriales, exportadores agrícolas…), y que al acabar el conflicto hacían ostentación de su poder económico ante la población necesitada. La pobreza afectó sobre todo a los poseedores de rentas fijas y a los asalariados, que vieron como la subida de los precios reducía, día tras día, su capacidad adquisitiva.
Por otro lado, la hegemonía colonial europea empezó a ser contestada. Al final del conflicto, muchos pueblos colonizados, conscientes de su contribución a los esfuerzos bélicos y animados por los principios «wilsionianos», esperaban una mejora de la situación. Las manifestaciones nacionalistas se extendieron por las colonias y abrieron el camino a unas nuevas relaciones entre colonizados y colonizadores.
Por último, la guerra otorgó a las mujeres un nuevo papel en la sociedad. Al final del conflicto, constituían el 35% del personal industrial de Alemania y de Gran Bretaña, y algunos signos externos mostraron su apertura: los vestidos se hicieron más cortos y cómodos, se puso de moda el cabello corto, la costumbre de conducir coches, de frecuentar los cafés o de expresar libremente sus opiniones políticas o sociales. Así, la emancipación femenina se convirtió en una de las grandes cuestiones del mundo de entreguerras.