Tratado de París de 1898: Fin del Imperio Colonial Español
Naturaleza y Contexto del Documento
El documento que nos ocupa es una fuente primaria de naturaleza político-jurídica. Se trata del Tratado de París, un acuerdo de paz firmado entre España y Estados Unidos el 10 de diciembre de 1898. El autor es colectivo, ya que son los representantes plenipotenciarios de ambas naciones quienes, tras la capitulación española, ponen fin a la Guerra Hispano-Estadounidense. La firma se lleva a cabo en un territorio neutral, la capital francesa, de ahí su denominación: «Paz de París».
El destinatario del tratado es público, dirigido principalmente a las naciones firmantes, a los territorios mencionados en el acuerdo y al resto de las naciones soberanas del mundo. Su finalidad es informar sobre la modificación de la soberanía de una serie de territorios tras el acuerdo de paz.
El contexto histórico se sitúa en la España de finales del siglo XIX, durante la época de la Restauración. En este periodo, España se encontraba aislada internacionalmente, sin haber logrado integrarse en los sistemas de alianzas bismarckianos ni en el reparto de África. Las principales potencias europeas estaban inmersas en una política expansionista y colonizadora, mientras que España perdía los últimos vestigios de su antiguo imperio colonial. Esta pérdida impulsará a España a emprender la aventura africana, que le acarreará numerosos problemas.
Condiciones del Tratado de Paz
Los cuatro artículos que se reproducen en el texto detallan las principales condiciones del Tratado de Paz entre España y Estados Unidos:
- Artículo 1: España renuncia a su soberanía sobre la isla de Cuba, evacua a sus tropas y autoridades coloniales y cede, presumiblemente de forma temporal y en condición de protectorado, dicho territorio a los Estados Unidos de América.
- Artículo 2: España cede Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam a los Estados Unidos.
- Artículo 3: España vende el archipiélago filipino a Estados Unidos por un valor de veinte millones de dólares.
- Artículo 6: Se establece la libertad de los soldados prisioneros, no solo de las dos potencias enfrentadas en la guerra, sino también de las fuerzas y políticos independentistas cubanos y filipinos.
Antecedentes del Conflicto
El Tratado de París de 1898 puso fin a un conflicto que se había gestado durante años y en el que se entremezclaban diversos intereses políticos y económicos:
- Los intereses de los grandes propietarios españoles (los «negreros») y los comerciantes españoles, que buscaban mantener el control sobre la isla de Cuba.
- Los intereses del propio gobierno español, que también pretendía mantener su dominio sobre la isla.
- Los intereses de los criollos cubanos, que aspiraban a un mayor grado de autogobierno y a la supresión de los aranceles a los productos no españoles.
- Los intereses de Estados Unidos, especialmente bajo la presidencia de McKinley, que inició una política imperialista con el objetivo de extender su dominio por el Caribe y el Pacífico.
El conflicto se inició en 1868 con el «Grito de Yara», que dio lugar a la Guerra Larga (1868-1878). Esta finalizó con la Paz de Zanjón (1878), que no cumplió las promesas de autonomía y abolición de la esclavitud (1888). En 1879 se reavivó el conflicto con la «Guerra Chiquita», que fue rápidamente sofocada. Los problemas persistieron y, en 1895, tras el «Grito de Baire», se inició la gran insurrección liderada por el cubano José Martí, fundador del Partido Revolucionario Cubano. Martí, partidario de la independencia, unió a todos los sectores de la isla y buscó el apoyo financiero de Estados Unidos, que estaba descontento con la política arancelaria de España.
Desarrollo del Conflicto y la Intervención de Estados Unidos
Las hostilidades comenzaron en 1895. Cánovas envió al mando de las tropas a Martínez Campos, pero al no tener éxito en las negociaciones, lo sustituyó por el general Weyler, quien impuso una línea dura y represiva. José Martí murió en los primeros meses del conflicto. Tras su muerte, la balanza parecía inclinarse a favor de España. Sin embargo, la intervención y el apoyo de Estados Unidos a los insurrectos cambiaron el rumbo de la guerra.
La intervención estadounidense fue consecuencia del incidente del Maine en abril de 1898, cuando un acorazado estadounidense estalló en la bahía de La Habana. Aunque nunca se probó, se acusó a España de provocar la explosión. Este suceso fue el detonante que llevó a Estados Unidos a declarar la guerra a España, marcando un punto de inflexión en el conflicto y en la historia de ambas naciones.