Constitución de 1812: Selección de Artículos Clave
La Constitución de 1812, promulgada por las Cortes de Cádiz el 19 de marzo de 1812, es considerada la primera constitución española propiamente dicha, ya que el Estatuto de Bayona fue en realidad una carta otorgada. Este texto jurídico, compuesto por 384 artículos, refleja la influencia de los diputados eclesiásticos y el peso de la religión en la tradición española, afirmando la confesionalidad del Estado y prohibiendo cualquier otra religión.
Principios Fundamentales de la Constitución de 1812
Los siguientes artículos abordan ideas clave:
- Soberanía Nacional: La soberanía reside en la nación y es indivisible (artículos 1, 2 y 3).
- Derechos y Libertades: Defensa de los derechos y libertades básicas (artículos 4 y 13).
- Igualdad y Contribución: Igualdad ante la ley y contribución a las cargas del Estado (artículo 8).
- Monarquía Constitucional: Establecimiento de una monarquía constitucional moderada (artículo 14).
- Separación de Poderes: División de poderes en legislativo, ejecutivo y judicial (artículos 15, 16 y 17).
- Religión Católica: Se establece la religión católica como la única aceptada.
El Título I se refería a la nación española y los españoles, proclamando la soberanía nacional, la división de poderes y los derechos políticos fundamentales como la libertad civil, de prensa y el derecho de propiedad, extensibles a los españoles de ambos hemisferios, en referencia a los americanos. También señalaba que la monarquía era hereditaria pero no absoluta; el monarca estaba obligado a jurar y acatar la Constitución. Otro aspecto importante es que la representatividad era en proporción a la población de cada provincia y no por estamentos, estableciendo el sufragio universal. Además, creaba la división provincial y las diputaciones provinciales.
Contexto Histórico: Guerra de Independencia y Cortes de Cádiz
Tras el inicio de la Guerra de Independencia en mayo de 1808, comenzaron a originarse juntas locales y provinciales. Aunque nacidas para organizar la resistencia contra los franceses, pronto se convirtieron en auténticos núcleos de poder y gestores de los asuntos públicos. Las juntas provinciales enviaron representantes para constituir la Junta Central Suprema, que coordinaría las acciones defensivas de las diversas juntas y gobernaría el país. Esta Junta decidió convocar unas Cortes en las que los representantes de la nación decidieran su destino.
Las Cortes se abrieron en septiembre de 1810, comenzando la crisis del Antiguo Régimen. Aunque en dos ocasiones Fernando VII intentó frenar la revolución iniciada en Cádiz, tras su muerte en 1833 se consolidó el programa de reformas anunciado en Cádiz.
Invasión Napoleónica y Abdicaciones de Bayona
Los problemas por los que atravesaba la monarquía de Carlos IV, así como su inestabilidad interna, llevaron a Napoleón a invadir el país, ocupar el trono y anexionar España al Imperio Francés, continuando así su expansión por Europa. Napoleón llamó a Carlos IV y a Fernando VII a Bayona, donde ambos abdicaron en el emperador francés, quien nombró a su hermano José rey de España. Miles de soldados franceses ocuparon el territorio español.
Tras las abdicaciones de Bayona, empezaron a producirse alzamientos contra la presencia francesa. Ante la incapacidad de las clases privilegiadas para organizar el país tras el vacío de poder, las clases populares organizaron la insurrección. Por primera vez, los asuntos públicos estaban en manos del pueblo, llevando a cabo la soberanía nacional declarada por las Cortes en su primer decreto. El proceso de construcción de las nuevas instituciones que gobernaron España durante la ocupación francesa fue decisivo para la evolución política del país. Las juntas, primero locales y luego provinciales, recaudaron impuestos, acuñaron moneda y gestionaron asuntos cotidianos en tiempos de la Guerra de Independencia, actuando con plena soberanía y siendo conscientes de su poder para con la nación.
Influencia en la Independencia de América
Los precedentes más cercanos fueron la independencia de los Estados Unidos (1776-1783) y la influencia de la Revolución Francesa de 1789. Este pensamiento revolucionario sería defendido por los criollos americanos, descendientes de españoles. Desde finales del siglo XVIII, había un descontento por las reformas fiscales y la marginación de los criollos de los cargos públicos.
Aunque solo una minoría criolla conocía las ideas liberales, los sucesos de 1808 en España animaron al movimiento revolucionario, carente de unidad, que se extendió por América. Los cabildos de Caracas y Buenos Aires fueron los primeros en declarar la independencia. México hizo una revolución social, pronto reprimida, y las Antillas se mantuvieron fieles a la Corona española. El resto de América se unió en una lucha contra la metrópoli hasta 1824. Algunos autores consideran esta guerra como una revolución frustrada, ya que la desigualdad social y el dominio de la minoría criolla no cambiaron con los nuevos gobernantes. La lucha de los criollos perseguía la independencia política, un régimen republicano y la libertad de comercio, y esto se alcanzó, pues la revolución se consumó de forma satisfactoria.