Construcción y consolidación del Estado franquista: de la sublevación a la victoria militar

La zona sublevada: la creación de un estado totalitario

Francisco Franco, Generalísimo

La muerte accidental en Lisboa, el 20 de julio de 1936, del general Sanjurjo, el principal jefe del movimiento golpista, y el hecho de que la insurrección no triunfase y diera origen a una guerra, plantearon el problema del liderazgo en la dirección militar y en el gobierno del territorio “nacional”. El 24 de julio se creó en Burgos la Junta de Defensa Nacional, presidida por Miguel Cabanellas. La misión de la Junta era gobernar el territorio ocupado y sus primeras medidas fueron prohibir la actividad de todos los partidos políticos, suspender la Constitución y decretar la paralización de la reforma agraria.

Para dirigir la guerra fue ganando peso Francisco Franco. Su liderazgo se impuso después de liberar el Alcázar de Toledo y de conseguir que Hitler y Mussolini lo reconocieran como único interlocutor válido para negociar su apoyo a la sublevación. Finalmente, el día 30 de septiembre, lo eligieron jefe del Alzamiento. El 1 de octubre de 1936 se publicó el decreto que lo nombraba Jefe del gobierno del Estado y Generalísimo de los Ejércitos. Desapareció la Junta de Defensa Nacional y se estableció la Junta Técnica del Estado, el cuartel general del Generalísimo se trasladó a Salamanca.

La creación del partido único. El gobierno de Burgos

A partir de octubre de 1936 existía un mando militar único e incontestado, pero ninguna cohesión política. Los sublevados habían prohibido, en el territorio que controlaban, todos los partidos políticos que formaban parte del Frente Popular y todos los sindicatos de clase. Solamente actuaban la Falange Española y de las JONS, cuyo jefe fundador fue José Antonio Primo de Rivera. Se toleraban a la CEDA y los grupos monárquicos, que estaban prácticamente desmantelados.

Franco desplegó una estrategia de alargamiento de la guerra con la cual consolidó su liderazgo militar. Inspirándose en el modelo de Estado fascista italiano y alemán, de partido único y con un jefe con plenos poderes, en abril de 1937, Franco dio a conocer el Decreto de Unificación por el cual se creó el partido único, Falange Española Tradicionalista y de las JONS, unificando a falangistas y carlistas, y en el que se integrarían todas las demás. Franco sería el presidente de este partido único. El nuevo partido adoptó el uniforme con la camisa azul de la Falange y la boina roja de los carlistas y el saludo fascista con el brazo derecho en alto. Las resistencias de algunos carlistas o falangistas a la unificación fueron acalladas con el destierro o la prisión, como pasó con Manuel Hedilla y Manuel Fal Conde.

El proceso de institucionalización del nuevo Estado franquista culminó en enero de 1938 con la desaparición de la Junta Técnica y la formación del primer gobierno de Franco. Se concentraba la jefatura del Estado y la presidencia del gobierno, pasando a ser llamado Caudillo de España. El nuevo Estado se inspiraba en el fascismo y defendía un modelo social basado en el conservadurismo y en la preeminencia del catolicismo.

El Estado abolió la legislación republicana en materia económica, social y laboral. Se suprimieron las libertades religiosa, política, sindical y de prensa, y se restableció la pena de muerte. En marzo de 1938 se aprobó la primera de sus Leyes Fundamentales, el Fuero del Trabajo, con un único sindicato que agrupaba a empresarios y trabajadores, y se prohibieron las huelgas y las reivindicaciones obreras.

El nuevo Estado era claramente confesional y derogó las leyes del matrimonio civil y del divorcio, estableció el culto religioso en la enseñanza y en el ejército, e instituyó una retribución estatal al clero.

Una represión institucionalizada

La construcción del Estado franquista fue acompañada de una violencia extrema. En ocasiones, personas relevantes fueron asesinadas, más que por su acción política, por lo que significaban como símbolos de la República, como fue el caso de Federico García Lorca. El gobierno de Franco hizo ejecutar a cuantos políticos del bando republicano cayeron en sus manos, así como a los militares contrarios al alzamiento.

La represión tuvo siempre un carácter sistemático, planificado y fue ejercida por el ejército, la Falange o las autoridades políticas contra cualquier sospechoso de simpatizar con las izquierdas. Su intención era imponer un clima de “terror”. Una parte de los miles de ejecutados durante la guerra fueron enterrados en fosas comunes sin constancia de su desaparición.


Desarrollo de la Guerra Civil: avances, batallas y ocupación

El avance hacia Madrid (julio-noviembre 1936)

En julio de 1936, las tropas de África, legionarios y regulares, al mando de Yagüe tenían como objetivo el avance hacia Madrid, símbolo del poder republicano. En agosto, las tropas desde el sur tomaron Badajoz y enlazaron en una estrecha franja con la zona sublevada del Norte. En septiembre se decidió desviar fuerzas para ocupar Toledo y poner fin al cerco del Alcázar, donde resistían unos centenares de militares sublevados con sus familias, y a finales de octubre se hallaban ya a las puertas de Madrid.

El 29 de octubre se decretó la movilización general para salvar Madrid. Miles de personas fortificaron los accesos y el interior de la ciudad. Se cavaban zanjas, y se coreaban consignas como “No pasarán” y “Madrid, tumba del fascismo”.

El 6 de noviembre, el gobierno republicano se trasladó a Valencia, dejando el mando en manos del general Miaja, mientras que la defensa de la capital quedaba en manos del comandante Rojo. Madrid resistió al ataque frontal, gracias a las Brigadas Internacionales, los carros de combate rusos, una columna anarcosindicalista de Barcelona y al mando de Buenaventura Durruti.

La resistencia de la ciudad de Madrid concluyó la fase denominada “guerra de columnas”, en la que las tropas republicanas estaban principalmente compuestas por columnas de milicias integradas por voluntarios de partidos y sindicatos.

Las batallas en torno a Madrid (diciembre 1936-marzo 1937)

Los sublevados emprendieron dos maniobras para aislar Madrid, cortando sus comunicaciones con Valencia. Una primera produjo la batalla del Jarama, en febrero de 1937, en la que los sublevados cruzaron el río, pero fueron detenidos por los republicanos y no consiguieron su objetivo de aislar la ciudad. En la batalla de Guadalajara, marzo de 1937, las tropas fascistas italianas sufrieron una espectacular derrota a manos del Ejército Popular de la República. Fue la primera victoria de la República de gran resonancia.

Ocupación del norte (abril-octubre 1937)

Franco decidió abandonar el frente de Madrid y concentrar los esfuerzos en la zona norte. Una estrecha franja que abarcaba Asturias, Cantabria y el País Vasco había quedado en manos de los republicanos. Territorios fundamentales por sus recursos mineros, siderúrgicos e industriales.

Los sublevados, al mando del general Mola, desencadenaron un ataque hacia Vizcaya. El 26 de abril, Guernica fue arrasada por la aviación nazi, en el primer bombardeo aéreo de la historia sobre la población civil. Bilbao fue ocupada el 19 de junio gracias a la superioridad en medios, armamentos y aviación de los sublevados.

La República, para aliviar la presión militar en el Norte, desencadenó en julio el ataque a Brunete, Madrid, y más tarde Belchite y Zaragoza, pero no consiguió evitar que las tropas de Franco entrasen en agosto en Santander y Asturias. Estas derrotas supusieron que una zona de primera importancia económica pasase a manos de los sublevados. Miles de personas huyeron, iniciando un éxodo hacia otras zonas todavía en manos de la República.

El avance hacia el Mediterráneo (noviembre 1937- junio 1938)

Los mandos republicanos todavía confiaban en la posibilidad de ganar la guerra. Intentaron una serie de reformas en el ejército: se colocó a su frente a un destacado general, Vicente Rojo, el defensor de Madrid. Desencadenó ofensivas, la más importante en Teruel, gran batalla durante el invierno de 1937-1938, que llevó a la ocupación republicana de la ciudad.

En febrero de 1938, ejército de Franco volvió a ocupar Teruel. Desencadenó la campaña de Aragón, atravesando el Maestrazgo y llegando al Mediterráneo. El territorio republicano quedó dividido en dos zonas, Cataluña, aislada del resto. Franco continuó la ofensiva hacia el Sur, manteniendo fuertes combates en Castellón y Valencia, y extendiéndose, poco a poco, hacia Lérida y el sur de Tarragona.

  • La batalla del Ebro y la ocupación de Cataluña (julio 1938-febrero 1939)

El avance de las tropas sublevadas quedó detenido cuando el ejército republicano desencadenó un poderoso ataque sobre el río Ebro.

La batalla del Ebro fue uno de los mayores episodios militares de la guerra. Empezó el día 25 de julio de 1938 con un ataque republicano que cruzó el rio Ebro. Avanzaron hacia el interior y se hicieron fuertes, lograron resistir durante unos meses.

Franco envió grandes refuerzos, incluida la aviación alemana e italiana, y consiguió detener el ataque. Luego contraatacó, Franco avanzaba ocupando todo el sur de Tarragona y cruzaba el río Ebro en su desembocadura. El 16 de noviembre se dio por acabada la batalla. Los republicanos habían sido derrotados, y sus fuerzas quedaban mermadas y desorganizadas.

Franco decidió emprender la ofensiva sobre Cataluña, el 26 de enero del 39 entraba en Barcelona sin resistencia. Con la caída de Girona se produjo la huida hacia Francia de miles de refugiados, el gobierno de la República, con el jefe de gobierno , Negrín y el presidente de la República Manuel Azaña, miembros de las Cortes republicanas, el gobierno de la Generalitat y sus parlamentarios y el gobierno vasco.

  • El final de la guerra (febrero-abril de 1939)

En febrero del 39 a la República no le quedaba más territorio que la llamada zona centro, que comprendía Madrid, La Mancha y la región mediterránea desde el norte de Valencia hasta Almería. El jefe de gobierno republicano, Negrín, había regresado de Francia e hizo un último esfuerzo para reorganizar el ejército y resistir en el territorio republicano. Se produjo en marzo en Madrid un sublevación contra el gobierno republicano dirigida por el coronel Casado, este utilizó el falso pretexto de que Negrín iba a nombrar a altos mandos militares comunistas, controló Madrid tras una fuerte lucha con las unidades comunistas.

El 28 de marzo las tropas de Franco entraron en Madrid sin la menor resistencia. Posteriormente a la entrada en la capital se ocupó toda la zona mediterránea: Albacete, Alicante y Valencia. El 1 de abril Franco firmó en Burgos el último parte de guerra.

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