Crisis de 1808 y Guerra de Independencia Española: Orígenes y Consecuencias

La crisis de 1808: Antecedentes y Desarrollo

La crisis de 1808 tiene sus antecedentes directos en los últimos años del reinado de Carlos IV, en los que Manuel Godoy (valido de Carlos IV) había llevado a cabo una política exterior ruinosa que propició el enfrentamiento entre España y la Francia revolucionaria. Las derrotas frente a Francia terminaron con la firma de la Paz de Basilea (1795), que convertía a España en un aliado forzoso de Francia y al servicio de sus intereses. Además, Godoy había intentado revitalizar propuestas de reformismo ilustrado que fueron mal vistas por los sectores privilegiados, a quienes había marginado del poder. Así, apareció el partido fernandino en torno al futuro Fernando VII, un grupo de oposición a Godoy como reacción de los privilegiados a la política reformista de este. Por último, la aparición de crisis de subsistencia por una serie de malas cosechas y la ineficacia de las reformas borbónicas también pondrán en contra de Godoy a amplios sectores del pueblo llano. Será en ese momento cuando tenga lugar el Motín de Aranjuez (19 de marzo de 1808), una revuelta palacial (no una revolución) en la que el partido fernandino consigue por la fuerza que Carlos IV abdique en el Príncipe de Asturias, comenzando el primer reinado de Fernando VII. Tanto Carlos IV como Fernando VII buscarán que Napoleón apoye sus intereses, por lo que pedirán al emperador francés que arbitre la situación. Napoleón tratará de aprovechar la situación convocando a ambos en Bayona (9 de mayo de 1808), donde obligará a Fernando VII a devolver el trono a su padre, quien a su vez abdicará en Napoleón y este le cederá el trono de España a su hermano José Bonaparte.

La Guerra de Independencia (1808 – 1814)

En 1807 se había firmado el Tratado de Fontainebleau, por el que España permitía el paso de las tropas francesas para invadir Portugal y se establecía su reparto entre Francia, España y Godoy. Sin embargo, el ejército de Napoleón ocuparía los puntos neurálgicos de la península, tratando de controlar militarmente España. De este modo, sin un monarca legítimo en el trono y con las instituciones tradicionales de la monarquía colaborando con los franceses, tiene lugar un fenómeno inédito en la historia española: la insurrección popular del 2 de mayo de 1808 que da inicio a la Guerra de Independencia. Esta insurrección tiene un carácter espontáneo y nacional, puesto que se lleva a cabo por individuos de todos los sectores de la sociedad con un único propósito en común: la expulsión de los franceses en defensa de la nación española. Este carácter popular imprimirá a la guerra una de sus características, la guerra de guerrillas, en la que la población civil hostigará a los ejércitos enemigos en la retaguardia. Otras características de esta guerra son: guerra internacional, por la lucha frente a la expansión napoleónica; guerra civil, entre afrancesados y el frente patriótico (absolutistas, liberales, ilustrados…).

Fases de la Guerra

La guerra se puede dividir en tres fases:

  • Primera fase (mayo – julio de 1808): Se caracteriza por los éxitos iniciales de los españoles, que no solo frenan a los franceses en el primer sitio de Zaragoza, sino que consiguen vencer en campo abierto, en Bailén (19 de julio de 1808), a las tropas del general Dupont. También en esta primera fase comienza a organizarse la resistencia, con la formación de las primeras juntas y la actuación guerrillera.
  • Segunda fase (1808 – 1812): Tras la batalla de Bailén, Napoleón decide ponerse al frente de sus tropas incrementando el número de efectivos para hacer frente a la intensificación de la actividad guerrillera. Así, tras las batallas de Gamonal, Tudela y Ocaña, el emperador controla la mayor parte de la península, quedando arrinconadas en Cádiz las fuerzas españolas.
  • Tercera fase (1812 – 1814): Será la de la ofensiva anglo-española. Los ejércitos anglo-españoles bajo el mando de Wellington entran en España desde Portugal y consiguen vencer a las tropas napoleónicas en Los Arapiles (julio de 1812), Vitoria (julio de 1813) y San Sebastián, penetrando en territorio francés.

Tras ello, se firma el Tratado de Valençay (11 de diciembre de 1813), por el que Napoleón reconocía como rey de España a Fernando VII. La guerra, además de las consecuencias humanas y económicas, también tuvo consecuencias internacionales, pues se ponía freno a la expansión francesa en Europa. Pero sobre todo tuvo consecuencias políticas y sociales en España: por primera vez la burguesía tomó las riendas del poder, acelerando sus reivindicaciones a favor del liberalismo.

La organización de la resistencia y el comienzo de la Revolución Liberal en España

La crisis de las instituciones tradicionales propició el comienzo de la revolución liberal en España protagonizada por las Juntas Locales, que se formaron para hacer frente al gobierno francés, asumir el poder en nombre de Fernando VII debido a su ausencia y organizar la resistencia. En estas instituciones se enfrentarán dos tendencias: los absolutistas, partidarios de mantener el orden anterior, y la nueva burguesía liberal, que pretende establecer un nuevo régimen. Por tanto, en las juntas están representados diferentes intereses políticos y sociales, solo unidos por la lucha frente al invasor. En primer lugar se formaron las juntas locales y después las provinciales, tras considerar que las abdicaciones de Bayona no eran legítimas. Sin embargo, solo tendrán vigencia hasta la formación de la Junta Central en Aranjuez (25 de septiembre de 1808), que asumiría la soberanía plena y el gobierno de España con Floridablanca a la cabeza. Se disolverá el 30 de enero de 1810, cuando se formen las Cortes de Cádiz como representación de la nación española.

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