La Descomposición del Sistema (1917-1923)
La Descomposición Política
El régimen de la Restauración entró en una descomposición progresiva debido a los nulos deseos de renovación política de los dirigentes dinásticos y a la fuerte heterogeneidad y debilidad de la oposición.
Los partidos dinásticos, sin líderes claros, se fragmentaron en grupos encabezados por varios políticos, con lo cual no era posible reunir mayorías parlamentarias suficientes para constituir gobiernos estables. Desde 1917, se recurrió a menudo a la solución de los gobiernos de concentración. Lo más relevante fue el llamado Gobierno Nacional, impulsado por Maura en 1918, que configuró un gabinete con la participación de los líderes dinásticos (conservadores y liberales) y los regionalistas catalanes (Lliga Regionalista). Las diferencias entre los coaligados imposibilitaron al gobierno impulsar reformas, contener la inflación y restablecer el orden social.
Fracasados los gobiernos de concentración, se volvió al turno dinástico: entre 1918 y 1923, el país conoció, en total, diez cambios de gobierno, y ninguno llegó a un año de vida. Aunque se recurrió al fraude electoral, ningún partido dinástico reunió la mayoría parlamentaria necesaria para gobernar y fue constante el recurso a medidas de excepción, a la suspensión de las garantías constitucionales y a la clausura del Parlamento.
La Conflictividad Obrera y el Pistolerismo
El triunfo de la revolución bolchevique y el establecimiento del Estado soviético en Rusia dieron alas y esperanzas a todos los grupos revolucionarios. En España, el final del conflicto europeo propició un cambio brusco de las condiciones económicas: la producción bajó, aumentó el desempleo y subieron los precios, lo que volvió a provocar la movilización obrera y un espectacular crecimiento del sindicalismo.
El movimiento huelguista afectó a un buen número de regiones industriales, pero fue en Barcelona donde logró mayores dimensiones. En 1919 comenzó la huelga de La Canadiense. La huelga duró un mes y medio y terminó con un acuerdo por el que la patronal aceptaba la readmisión de los despedidos, aumentos salariales y la jornada de ocho horas. Sin embargo, el incumplimiento de la promesa de liberar a los detenidos hizo retomar la huelga y la patronal respondió con el cierre de empresas y una durísima represión contra los sindicatos.
En Andalucía, la situación de miseria de los campesinos, reforzada por el aumento de los precios, dio paso al Trienio Bolchevique (1918-1921). Los anarquistas, y con menos intensidad los socialistas, impulsaron revueltas campesinas motivadas tanto por el «hambre de tierras» como por el deterioro de los salarios y de las condiciones de vida. Se quemaron cosechas, se ocuparon tierras, y muchos municipios llegaron a ser controlados por los comités de huelga. Córdoba se convirtió en la punta de lanza de un movimiento campesino que se extendió a otras provincias andaluzas, manchegas y extremeñas. La declaración del estado de guerra, la ilegalización de las organizaciones obreras y la detención de sus líderes intentaron detener la rebelión.
La conflictividad laboral degeneró en una radicalización de las posiciones de los sindicatos y de la patronal, sobre todo en Cataluña. Para detener la fuerza sindical, los patrones instituyeron la Federación Patronal, contrataron pistoleros a sueldo para asesinar a los dirigentes obreros y a menudo recurrieron al cierre patronal. Además, crearon el Sindicato Libre, que la patronal utilizó a su favor fomentando las acciones violentas contra el sindicalismo anarquista. Algunos grupos vinculados a la CNT respondieron a esta situación practicando también un activismo violento y atentaron contra las autoridades, los patrones y las fuerzas del orden. Entre estos grupos debemos mencionar Los Solidarios, que actuaron en Barcelona.
La Federación Patronal barcelonesa exigía medidas de fuerza, y el general Martínez Anido, gobernador civil de Barcelona, protagonizó una política de protección de los pistoleros de la patronal; ejerció una dura represión contra los sindicalistas y puso en práctica la Ley de fugas, según la cual la policía podía disparar contra los detenidos en caso de intento de fuga. Todo ello originó la época conocida como el pistolerismo (1916-1923), durante la cual murieron muchas personas, entre ellas el presidente del gobierno, Eduardo Dato, asesinado por militantes cenetistas en 1921; conocidos empresarios; y dirigentes sindicales como Salvador Seguí, el Noi del Sucre, en 1923, y el abogado laboralista Francesc Layret, en 1920, ambos asesinados por pistoleros a sueldo.
El Problema de Marruecos: Annual
A comienzos de la década de 1920, en la zona oriental del protectorado de Marruecos, en torno a Melilla, las tribus rifeñas hostilizaban al ejército español permanentemente. En 1921 se intentaron varias operaciones para controlar a los rebeldes, y para dirigir el ejército de la zona se nombró al general Silvestre, relacionado con el rey Alfonso XIII y partidario de atacar las cábilas rifeñas. El general inició una ofensiva hacia el interior del territorio que terminó con un verdadero desastre. El ejército fue derrotado en Annual, se perdió todo el territorio ocupado y se produjeron muchas bajas, incluida la de Silvestre.
En 1923, con gobiernos inestables y una tensión social grave, el anuncio de que sería discutido en el Parlamento el caso de Annual y que se pedirían responsabilidades que podrían implicar al mismo monarca movilizó a sectores del ejército y de la derecha que, desde hacía tiempo, veían la solución de la crisis en una dictadura militar.